En medio de un programa de reestructuración empresarial tras el escándalo de manipulación de motores diésel que saltó a la luz en 2015, la automotriz alemana Volkswagen sufrió el pasado año una nueva caída de sus ganancias, según informó durante la presentación de sus cifras anuales.
Los beneficios de la marca insignia del grupo se redujeron en 2016 un 11,1 por ciento, hasta los 1.900 millones de euros (2.022 millones de dólares). En este contexto, la empresa optó por reducir las retribuciones de la cúpula directiva, integrada por nueve miembros, que el año pasado se repartieron cerca de 39,5 millones de euros, frente a los cerca de 63 millones de euros que percibieron en 2015.
Sin embargo, los resultados globales de 2016 del grupo Volkswagen, que engloba a otras marcas como Seat, Audi o Skoda, se dieron ya a conocer a finales de febrero, momento en el que también trascendió que el gigante alemán había superado a Toyota como el mayor fabricante de vehículos del mundo.
Según comunicaron desde la empresa, la facturación del grupo ascendió el pasado año un dos por ciento, hasta los 217.300 millones de euros, mientras que los beneficios netos se situaron en los 5.100 millones de euros.
Un año antes, en 2015, el grupo Volkswagen había registrado pérdidas históricas de 1.582 millones de euros por las provisiones que se vio obligado a realizar para hacer frente al escándalo de manipulación de emisiones, que afectó a 11 millones de vehículos en todo el mundo.
Estados Unidos
Durante la presentación de las cifras ante la prensa, el presidente de la compañía, Matthias Müller, recalcó que Estados Unidos continúa siendo un "mercado estratégico clave" tanto para el grupo automovilístico en general como para la marca Volkswagen en particular. Allí, las filiales Porsche y Audi generan cuantiosas ganancias para el grupo.
"Mantenemos nuestras decisiones sobre inversión y sobre nuestras fábricas y en el futuro queremos jugar en Estados Unidos un papel incluso mayor del que jugamos hoy", indicó Müller en la sede de la compañía, en Wolfsburgo.
La empresa alemana, además de plantas en Estados Unidos, dispone de otras en México, desde las que exporta automóviles al gigante norteamericano gracias al acuerdo de libre comercio de América del Norte (Nafta, en sus siglas en inglés). En este sentido, observa con preocupación los planes del nuevo presidente Donald Trump de gravar con fuertes cargas impositivas a la industria automotriz que produce fuera y aspira a vender sus vehículos en Estados Unidos.
Volkswagen afronta una situación financiera complicada desde hace meses. El escándalo de manipulación de motores obliga a la empresa a realizar ajustes y al mismo tiempo no puede dejar de competir en un mercado en el que las nuevas tendencias, como la digitalización o la utilización de nuevas energías, están a la orden el día.
"Volkswagen debe cambiar", señaló Múller, quien espera que la empresa se convierta en líder en el sector del automóvil eléctrico de aquí a 2025.
Con el objetivo de reflotar una compañía que atraviesa por momentos bajos tras el escándalo de manipulación de motores diésel, el grupo automovilístico alemán anunció a finales del pasado año que aplicaría una reestructuración empresarial que contempla la supresión de hasta 30.000 puestos de trabajo en todo el mundo, 23.000 de ellos en Alemania.
De aquí a 2020, el objetivo es reducir sus costes en 3.700 millones de euros al año. El grupo germano emplea en la actualidad en todo el mundo a más de 624.000 personas, 282.000 de ellas en Alemania.