-Entiendo que vas a lanzar Atlas, una especie de Google Maps, pero enfocado en la naturaleza. ¿Cómo llegaste a esa idea?
-Llevo 30 años dedicado a la tecnología. Unos diez años atrás, me empecé a frustrar porque sentía que estábamos usando toda esta enorme capacidad humana, estas herramientas alucinantes para resolver problemas inventados. Por ejemplo, estos servicios de delivery que prometen llevarte aceite de oliva en cinco minutos.
Cuando vendí mi última empresa, Beta Zeta, al grupo Metro en 2016, una razón por la cual lo hice fue justamente porque estábamos usando inteligencia artificial para vender más publicidad. Pensé que estaban pasando cosas alucinantes en IA, pero había que aplicarla a un problema real. Investigando, preguntando, molestando a mucha gente, a profesores, a empresarios, me di cuenta de que hay una escasez de datos de la naturaleza. La humanidad duplica los datos digitales cada dos años: de fotos, de videos de TikTok, de emails, pero del mundo natural, en comparación, generamos muy pocos datos.
-¿Por qué decidiste crear un satélite?
-Mi capacidad es el manejo de tecnología, inteligencia artificial y datos. Y ahí dije: si faltan datos del mundo natural, ¿cuál es la forma más eficiente de hacerlo? Estamos hablando de 51 mil millones de hectáreas, que tiene el planeta. Obvio que falta un satélite.
En marzo del 2018 le digo a mi mujer, tomando desayuno: oye, parece que vamos a tener que lanzar un satélite. Me preguntó si era una crisis de la mediana edad. Y así partimos con LEMU. Trabajando, estudiando, atrayendo inversionistas. Finalmente el 2021 entra Arauco a la propiedad. Ese mismo año anunciamos que vamos a lanzar un satélite. Y empezamos a construir Atlas, una plataforma de inteligencia de la naturaleza.
-Uno piensa en un satélite como algo súper sofisticado, súper caro, que solamente lo pueden hacer las potencias.
-Para empezar, hoy día hay fábricas de todo en todas partes y una de las tantas cosas que hice en el pasado fue un espacio de inventores en Barrio Italia, que se llamaba Santiago MakerSpace. Aprendí muchísimo de fabricación digital y también a perderle el miedo al asunto. Te das cuenta de que todo se puede fabricar.
Al mismo tiempo SpaceX empieza a hacer el espacio más accesible, con esta idea de locomoción colectiva, donde en un lanzamiento van 100 satélites. Además, buscaba una cámara hiperespectral. Cuando empecé, este tipo de instrumentos no estaban disponibles.
-¿Cómo llegaste a esta tecnología?
-Fui a meterme a China, a los subterráneos del ejército chino, hablando con el científico jefe de Chang’e. El que hizo todo el sistema óptico del rover chino que llegó a la Luna. Y le preguntaba: necesito una cámara como esta, ¿cuándo la podríamos tener? Me decía: 6 a 7 años.
Hasta que encontramos a alguien en Sudáfrica que lo podía hacer más rápido. Y así fuimos avanzando. Armé una red de proveedores para poder hacer el tipo de satélite que queríamos. Nos pegamos un piquero, contratamos emprendedores en Lituania. La podríamos haber embarrado, podría haber sido un fraude y resultó ser extraordinario. Estos lituanos crecieron junto a nosotros y hoy día tienen un laboratorio alucinante. Cuando yo partí trabajando con ellos eran tres pelados y hoy día son 400 personas.
-¿Tuviste algún contacto con Elon Musk, el dueño de SpaceX?
-Es un proveedor más. Mi opinión sobre él es que es un ingeniero extraordinario. La mayoría de sus ideas y sus emprendimientos no los entiendo, no los comparto. De SpaceX soy un gran fan. Es una empresa que como contraparte funciona increíble. Los equipos que él ha logrado armar son extraordinarios. Uno puede celebrar y reconocer a alguien profesionalmente. Y no estar de acuerdo con todo lo que representa esa persona.
-¿Cuánto costó el satélite?
-Poco menos de 3 millones de euros. Y para que tengas una proporción, el Fasat Delta, que es el último satélite que lanzó la Fuerza Aérea Chilena, que fracasó, costó 120 millones de dólares. Es decir, el nuestro costó como el 2% o el 3% del de la FACH. Y el nuestro funciona a la perfección.
-¿Cómo ves el clima de negocios en Chile
-Yo nunca he tenido una traba para innovar en Chile. Claramente no he tenido que hacer un proyecto minero de miles de millones de dólares. Son casos distintos. Chile tiene una regulación espacial muy mínima. Este es mi 6.º emprendimiento. Mucha gente me dice: ¿por qué no te vas a Silicon Valley? Y yo le digo: ¿para qué? Si yo tengo una calidad de vida en Chile que es infinitamente superior a la calidad de vida que puedo tener en Silicon Valley. Vivo en Frutillar, en la naturaleza, con la mejor internet del mundo. Todos los servicios que tengo en Chile me parecen fantásticos. Hay cosas por mejorar, por supuesto, pero mientras más viajo y más vuelvo, más agradezco vivir en Chile.
-La inversión ha caído fuertemente. ¿No te afecta?
-Yo siempre digo que para mí Chile es una de las mejores oportunidades dentro de la mayoría de mis inversiones. Creo que el empresariado tradicional en Chile, por definición, no toma riesgos. Por eso hemos sido tan estables históricamente. Los argentinos, en cambio, viven de tormenta en tormenta. Pero por lo mismo están dispuestos a tomar más riesgos y en Argentina termina saliendo una empresa como Mercado Libre, que es la más grande de América Latina. Nace de un país que tiene una economía que está constantemente en una montaña rusa.
-En Más Pitch dijiste que en enero saldrá al mercado Atlas. ¿Hay empresas interesadas?
-Estamos conversando con algunas de las marcas más grandes de Chile, lo cual es muy emocionante. Estamos cambiando la idea de que las soluciones basadas en la naturaleza, incluyendo la conservación, tienen que ver con filantropía o caridad. Según un estudio de las Naciones Unidas del 2022, menos del 1% de las empresas del mundo mide su dependencia de la naturaleza. Lo cual es una locura.
Lo que le falta a la inteligencia de negocios es la inteligencia de la naturaleza. Y esto no es algo hippie, esto no tiene que ver con amar a las ballenas. Esto tiene que ver con el camino más egoísta posible. ¿Quieres reducir el riesgo de tu negocio en el futuro, seguir llegando a los mercados, vender por los canales que estás acostumbrado y seguir creciendo? Para eso tienes que medir y entender a la naturaleza en tu cadena de valor.