Por Cristián Rivas y Sandra Burgos
Cuando todos los ojos están puestos en la venta de la participación de Julio Ponce en Pampa Calichera y el ingreso de un nuevo socio a SQM —que tendrá el 23% de la firma—, surge una nueva arista con otro de los socios de la minera: PotashCorp (PCS), que ya comenzó a analizar con mucho apetito los pasos que dará para elevar su presencia en la compañía tras la venta de Ponce. Porque la canadiense quiere quedarse y tomar el control.
Un hito importante en este rumbo se dio la semana pasada. La plana mayor de PotashCorp estuvo de visita en Chile, con el objetivo de afianzar sus pasos una vez que se produzca la venta de Calichera o, por lo menos, comience a andar a partir del 5 de septiembre próximo, cuando vence el plazo para que Ponce reciba las ofertas vinculantes.
En el marco de esa visita, el presidente de PotashCorp, Jochen Tilk, junto al vicepresidente ejecutivo y de Finanzas de la canadiense, Wayne Brownlee —el mismo que era director de SQM, pero renunció el año pasado cuando se hizo pública la investigación por la boletas destinadas al financiamiento de campañas políticas—, se reunieron el 23 de agosto con el vicepresidente ejecutivo de Corfo, Eduardo Bitran, para conversar respecto al futuro de SQM. La reunión fue agendada vía transparencia a fines de julio pasado por María Goldaracena, Office Manager & Assistant de Goldman Sachs, banco que estaría asesorando a PCS en todo este proceso.
Cercanos a PotashCorp explican que la intención de la canadiense –y la razón de la cita con Bitran- es, primero que nada, allanar el camino para el futuro de SQM, en específico en lo relativo a la renovación de los contratos de explotación con Corfo, que vencen en 2022.
De ello se desprende que la intención de la canadiense es continuar en la firma chilena. ¿Pero cuáles son sus planes? Fuentes cercanas a Potash señalan que la minera no sólo quiere permanecer en SQM, sino además aumentar su presencia. Por esta razón –al igual que los otros accionistas de SQM- está esperando el desenlace de la venta de las acciones que posee Oro Blanco de Pampa Calichera, cuyo activo subyacente es SQM.
Si Julio Ponce se desprende sólo de ese paquete y no de la participación que tiene a través de Potasios (6,9%), lo que buscará PCS es negociar con el nuevo dueño de las acciones de Calichera para así –como lo hizo Ponce con Kowa- establecer un pacto de actuación conjunta que asegure el control de SQM.
Pero para eso debe tener clara la movida que prepara Julio Ponce, ya que también ha trascendido que el empresario estaría tratando de mantener cierta injerencia en la compañía, y que negociaría con el nuevo comprador mantener un acuerdo en el cual también se incluiría a Kowa.
Sin embargo, de esto último, no se tiene certeza. Hasta ahora lo que se sabe oficialmente es que Itaú Argentina tiene un mandato para vender el 20% de Pampa Calichera y el 3,34% de Inversiones Global Mining, también vinculada a las cascadas de Julio Ponce.
Una vez que se conozca el desenlace de este asunto, según fuentes cercanas a la compañía, PCS buscaría iniciar los contactos con los nuevos dueños del 23% de SQM. “Le gustaría buscar a alguien para seguir conversando, y así poder armar un pacto de actuación conjunta”, explican.
Pampa en llamas 2.0
¿Por qué no negociar directamente con Julio Ponce un cambio de estatutos y así comprar el 23% de SQM que tiene Calichera?. Principalmente por un tema de precio. Según los trascendidos, el premio que se está pagando por el paquete de Ponce es bastante alto.
Eso sí PCS tiene claro que el control se comparte o te quedas con él pagando. Lo que no quiere es revivir lo que sucedió a principios del 2000, cuando se lió en una competencia con Ponce por el control, que le salió caro y que, la prensa en ese tiempo tituló “Pampa en llamas”.
Pero si las negociaciones y acuerdo no prosperan, tendrá que, primero tratar de cambiar los estatutos y luego salir a comprar más participación, lo que incentivaría un llamado a OPA.
La llave que tiene Corfo
Ante cualquiera de estos escenarios, la visión que se tenga en la Corfo sobre el futuro de la compañía es fundamental. SQM es hoy el principal operador del Salar de Atacama, pero podría no serlo en el futuro. Actualmente SQM y Corfo están enfrentadas por el término anticipado de los contratos de arriendo firmados en 1993, ante acusaciones de incumplimiento de estos acuerdos. Si bien esos contratos vencen en 2030, podrían culminar anticipadamente, en 2022, si se mantiene el actual ritmo de explotación de SQM.
Desde la Corfo trascendió que existe voluntad por llegar a acuerdos con SQM, siempre y cuando se cumplan tres requisitos: que haya un gobierno corporativo que cumpla con estándares internacionales de transparencia y que haya un proceso de transferencia de control de la firma que sea completamente legítimo. Es decir, que se realice mediante una OPA en que todos los accionistas puedan beneficiarse del premio al precio de venta, calculado en torno al 40% del valor actual.
¿El tercer requisito?, que Ponce no permanezca en la compañía, ni siquiera en calidad de accionista minoritario.
Es más, el mismo Bitran habría reconocido a sus cercanos que bajo su mandato en la Corfo no está dispuesto a respaldar ningún nuevo acuerdo con SQM si no se cumplen los requisitos descritos de legitimidad y salida de Ponce.
Eso sí, la entidad tiene interés en que la situación de SQM se aclare. La compañía explota actualmente el activo más importante que tiene hoy día la Corfo en materia de producción de litio, que es el Salar de Atacama. “Si el traspaso de SQM se hace de una manera ilegítima e incluso ilegal, esto queda por muchos años enredado en juicios y, por lo tanto, Corfo no podría hacer nada para expandir la producción de litio y es muy urgente que pueda hacerlo. Esto tiene un impacto muy negativo sobre el país, la región y el patrimonio de Corfo”, recalcan al interior de la institución.
Las dudas de los minoritarios
En todo este cambio, los minoritarios por ahora no tienen mucho qué hacer, salvo tal vez, organizarse y pedir que la Superintendencia de Valores y Seguros (SVS) exija a Ponce un llamado a OPA.
Hasta ahora los accionistas minoritarios de las sociedades cascadas observan con absoluto desconocimiento lo que pasará con la venta de la propiedad de Oro Blanco en Calichera. De momento, aseguran que esperarán hasta que se cierre la operación para determinar si corresponde o no tomar alguna acción judicial.
Eso sí, enfatizan en que la clave está en factores como el precio de la venta y la repartición de utilidades aguas arriba en las sociedades. Esto, ya que cercanos a los minoritarios aseguran que hoy ellos poseen dos grandes problemas: el primero, seguir en las Cascadas y el segundo, que si Ponce no reparte el 100% de las utilidades por la venta, estarán obligados a continuar en la estructura. Esto último, ya que según la ley de sociedades anónimas, éstas sólo están obligadas a repartir un 30% de las ganancias, lo que no sería suficiente para que se paguen las deudas aguas arriba y, por tanto, para la disolución de la cascada.