Hace poco más de dos meses, Saudi Aramco –la gigantesca compañía estatal de petróleo de Arabia Saudita- reanudaba sus preparativos para llevar a cabo la mayor apertura en bolsa de la historia, meses después de aplazar su debut bursátil.
Después de este fin de semana, probablemente tendrá que volver a poner pausa en sus intenciones, una vez más tras, haberse retrasado en varias ocasiones debido a las condiciones poco favorables de los mercados.
Según Financial Times, "hay mucho en juego para el reino ahora que está acelerando los planes para la Oferta Pública Inicial (OPI) de Saudi Aramco, una movida clave en su ambicioso programa de reforma económica. La seguridad de los suministros de petróleo saudí será fundamental para establecer la forma en que los inversionistas valorarán la empresa".
La transparencia en sus cuentas es un requisito previo a la OPI, una etapa que se concibe como la piedra angular de un plan de reformas llamado "Visión 2030", liderado por el príncipe heredero Mohamed bin Salmán para diversificar una economía muy dependiente del petróleo.
Golpe de los ataques
En esta oportunidad, los ataques con drones no tripulados del fin de semana pusieron en jaque a la firma y también al abastecimiento global de combustible. La compañía, considerada la más rentable del mundo por las agencias crediticias Moody's y Fitch, fue golpeada en pleno corazón productivo con efecto inmediato en el mundo, considerando que sus actividades representan cerca del 12% de la extracción, refinado y venta de crudo del planeta, según estimaciones.
Sólo con este atentado directo a las plantas de Abqaiq y Khruais se provocó la interrupción del suministro de 5,7 millones de barriles diarios, de los cerca de 12 millones de barriles que genera la empresa. Es decir, casi el 50% de la producción.
Si bien es difícil predecir si habrá más ataques, o cuál pudiera ser la respuesta de Riad o de sus aliados, los analistas ya argumentan que las amenazas a la producción de la región han alcanzado su nivel más alto desde la primera guerra del Golfo, en 1990-1991.
Los rebeldes hutíes de Yemen advirtieron hoy que pueden lanzar "en cualquier momento" más ataques contra refinerías de la petrolera saudí y han pedido a los ciudadanos extranjeros que se retiren de sus plantas si no quieren verse involucrados en ellos.
Expansión en riesgo
Saudi Aramco obtuvo ganancias estimadas por casi US$ 112 mil millones en 2018, como ninguna otra empresa en el mundo. Es el principal proveedor de ingresos para el país desde que se descubrió el primer yacimiento local, en 1938.
Para 1949, la producción de petróleo ya alcanzaba un nivel récord de 500 mil barriles por día y siguió aumentando tras el descubrimiento de otros grandes campos petroleros como Ghawar, el mayor del mundo, con unas reservas probadas de 60 mil millones de barriles.
En 1980, la empresa fue nacionalizada y ocho años después rebautizada como Saudi Arabian Oil Company o Saudi Aramco. Hoy, posee unos 260 mil millones de barriles de reservas probadas de crudo, lo que convierte a la nación árabe en una de las que posee las mayores reservas.
Con su salida a bolsa, la firma busca recaudar unos US$ 2 billones (millones de millones) y para ello ya había seleccionado a los bancos internacionales, entre ellos JPMorgan, HSBC y Morgan Stanley, para manejar su OPI.
Poco antes de eso, el director ejecutivo de Saudi Aramco, Amin Nasser, confirmaba que la OPI se llevaría a cabo "muy pronto", con una cotización inicial en la plaza local, el Tadawul, en Riad, aunque enfatizó que el tiempo exacto todavía estaba en manos del gobierno.
"El listamiento inicial se hará localmente, pero también estamos listos para salir del Reino", dijo a reporteros en un congreso de energía en Abu Dhabi, el 10 de septiembre.
Autoridades han planteado en privado la idea de cotizar el 1% de las acciones de la compañía en el mercado de Riad, lo que ayudaría a evitar complicaciones legales y requisitos de divulgación onerosos. Ello luego podría extenderse a una OPI en el extranjero, con otro 1% el próximo año.