Los inversores de todo el mundo han estado obsesionados con la fecha en que la Reserva Federal de Estados Unidos pondrá fin a la era de los tipos de interés cercanos a cero, ahora que la economía del país vuelve a funcionar casi normalmente.
Pero tal vez estuviesen buscando en el lugar incorrecto, en lo que a la importancia para los flujos de capital transfronterizos y la actividad económica se refiere.
Porque lo que tendrá consecuencias y ramificaciones globales a corto, medio y largo plazo es la decisión del Banco Popular de China de devaluar el yuan un 1,9% el martes y un 1,62% adicional el miércoles.
La consecuencia inmediata es que la decisión aumentará la competitividad de las exportaciones chinas en un momento en que su economía está creciendo a su ritmo más lento en seis años, y cuando muchos economistas temen que la desaceleración sea mucho más dolorosa y aguda.
Exportando deflación
Y por todo el estímulo para el crecimiento económico chino que puede suponer(facilita que China venda sus productos a otros países), esta devaluación vuelve a despertar los temores de que el gobierno de Pekín está aún muy lejos de haber logrado reconfigurar la economía para tener un crecimiento más equilibrado y basado en el propio consumo de los chinos.
Otra consecuencia es que el debilitamiento del yuan pondrá a la Reserva Federal estadounidense (FED) en el foco de todas las miradas.
En efecto, China está exportando deflación a EE.UU (provocando caída de los precios) y algunos argumentarán que la FED debería encontrar una manera elegante de alejarse de sus recientes señales de advertencia de que en septiembre se verá la primera subida de tipos desde que estallase la crisis en 2008.
O por decirlo de otro modo, en términos de los fabricantes y exportadores de EE.UU, Pekín ha hecho el ajuste monetario que podría decirse que necesita la economía estadounidense.
Consecuencias a medio plazo
En cuanto a las consecuencias a medio plazo, China despertará una vez más la preocupación de que se dedica a la competencia comercial desleal.
Los candidatos presidenciales de EE.UU, especialmente en el bando republicano, se quejarán más sobre el intento de China por reconstruir su cuota de mercado de exportaciones, que de preocuparse por las implicaciones de su, aparentemente imparable, desaceleración.
A más largo plazo, no está claro si la devaluación hará retroceder las ambiciones de China para que el yuan (también llamado renminbi) se convierta en una moneda reserva, según la denominación del Fondo Monetario Internacional (FMI), es decir, una moneda que utilicen los gobiernos para acumularla por seguridad y fijar los precios de los productos en los mercados internacionales.
Los economistas del FMI y los banqueros centrales, quienes adjudican el estatus de moneda reserva, toman en cuenta si un banco central fuerza devaluaciones y revaluaciones de un modo que distorsiona el funcionamiento del mercado libre.
El Banco Popular de China, por su parte, argumenta que al debilitar el yuan repentinamente también se está moviendo la tasa de cambio determinada por el mercado.
Y eso puede ser así, en el sentido de que en las últimas semanas toda la presión del mercado sobre el yuan ha sido a la baja, debido al lamentable hecho de que los defectos de la economía de China se han vuelto más y más evidentes.