Toshiba fue alguna vez una marca emblemática. No obstante, en la actualidad pierde miles de millones de dólares mientras frenéticamente trata de asegurar a los inversores que no sucumbirá al beso de la muerte.
Pero también se enfrenta a otro destino: convertirse en el miembro más destacado de los muertos vivientes corporativos de Japón, también conocidos como empresas zombi.
Toshiba admitió esta semana que su supervivencia está en riesgo y que la firma podría ser retirada de la bolsa de valores de Tokio luego de un escándalo contable y una apuesta inoportuna en la energía nuclear.
La compañía de 142 años de existencia parece estar destinada a registrar la mayor pérdida industrial en la historia de Japón, debido a los problemas que ha tenido su inversión en la unidad nuclear estadounidense Westinghouse.
¿Qué sigue ahora? Bueno, depende mucho de la capacidad de Toshiba de recaudar dinero mediante la venta de su valiosa unidad de chips de memoria.
Aquí hay tres posibles escenarios.
1. Los muertos vivientes
Toshiba ya está "muerta" financieramente, dice Gerhard Fasol, director ejecutivo de Eurotechnology Japan. "Las acciones para salvarla deberían haber sido tomadas hace 20 años".
Las empresas zombi son definidas como entidades deficitarias o insolventes que normalmente colapsarían, pero siguen operando debido a la clemencia de los acreedores.
Existen miles en Japón y la cuestión se considera una razón por la que la economía japonesa corre el riesgo de sufrir una tercera "década perdida".
Toshiba podría ir por ese camino si es rescatada por la Corporación de la Red de Innovación de Japón (INCJ por sus siglas en inglés) o la Corporación para la Iniciativa de Rescate de Empresas, dos organismos respaldados por el gobierno que auxilian a compañías enfermas.
Sin embargo, muchos inversionistas no son amigos de esta opción. Argumentan que hay que rematar a las firmas zombis para que pueda tener lugar la "destrucción creativa".
Amir Anvarzadeh de BGC Partners dijo que si el gobierno se involucra, "entonces sospechamos que en algún momento en el futuro volveremos encontrarnos a Toshiba al borde del precipicio".
Otra prueba de la existencia de las firmas zombi: ni una sola de las empresas japonesas que cotizan en bolsa quebró el año pasado. De hecho, el número de empresas que se acogen a protección frente a sus acreedores ha caído durante ocho años consecutivos.
El primer ministro de Japón, Shinzo Abe, anuncia esas estadísticas como un signo de éxito económico, pero ser salvado de extinguirse no es necesariamente algo bueno.
La innovación y la creación de nuevas empresas siguen siendo increíblemente bajas en Japón en comparación con otros países desarrollados, según la OCDE.
2. El desmembramiento
Decir adiós es complicado. Pero el presidente de Toshiba, Satoshi Tsunakawa, no tiene otra opción que vender algunas piezas valiosas si quiere mantener la compañía a flote y con vida.
Toshiba está en proceso de subastar su unidad de semiconductores, que fabrica chips de memoria para teléfonos inteligentes, computadoras y otros dispositivos electrónicos.
Es el segundo mayor fabricante mundial de chips detrás de Samsung, lo cual es un logro importante, dada la competitividad de la industria.
En los últimos dos años, ha habido una agresiva ola de consolidación. Así que cuando la unidad de Toshiba fue puesta en venta, una serie de postores interesados se reunieron rápidamente.
Se estima el valor de la unidad de chips entre US$7.000 millones y US$9.000 millones.
Foxconn, de Taiwan, la empresa que ensambla el iPhone de Apple, habría ofrecido hasta US$27.000 millones.
Foxconn también compró Sharp de Japón el año pasado. Pero las cosas podrían cambiar fácilmente.
Se dice que la venta de chips se enfrenta a la oposición de varias partes interesadas, incluida la firma estadounidense Western Digital, que tiene un acuerdo de riesgo compartido con Toshiba.
También se cree que el gobierno japonés es reacio a permitir la venta de otra compañía con tecnologías patentadas a un rival chino o surcoreano.
Anvarzadeh, de la firma BGC, desestima esta última explicación. "Son cuestionables los argumentos que aseguran que la transferencia de tecnología en última instancia fluye a China", dice, añadiendo que Taiwán y Corea tienen tecnologías de chip más avanzadas, en cualquier caso.
3. El colapso
Si la venta de la unidad de chips no funciona, aparecen más irregularidades contables o los bancos deciden cobrar sus préstamos, Toshiba enfrenta su desaparición.
Sería posible dejar que Toshiba se derrumbe. Pero eso tendría serias ramificaciones y resultaría en que miles de accionistas perderían sus ahorros. Además está el tema del orgullo nacional.
Toshiba lanzó la primera computadora portátil de consumo masivo en el mundo en 1985 y se hizo conocida por sus productos de electrónica de consumo, tales como televisores, aunque vale la pena señalar que esas unidades ya no están en el corazón de su negocio y algunas generan pérdidas.
Además, el declive de la potencia corporativa de Japón, que alguna vez fuese reconocida en todo el mundo por sus innovadoras empresas, ha venido ocurriendo desde hace mucho tiempo.
Casi todos los analistas coinciden en que Toshiba se encuentra en una situación difícil y complicada. Pero difieren en el curso de acción probable.
Fasol, de Eurotechnology, predice una "solución políticamente negociada", en la que una empresa estadounidense y un fondo de inversión del gobierno japonés adquieren la compañía de chips.
Pero Anvarzadeh cree que Toshiba debería poder vender la unidad a Foxconn, firma que está dispuesta a pagar el precio más alto.
"El orgullo sale muy caro, no creo que el gobierno pueda darse el lujo de estar orgulloso con Toshiba al borde del precipicio", dijo.
"Creemos que el mejor escenario es que el gobierno japonés se mantenga fuera de este proceso de licitación y, por una vez, permita que las fuerzas del mercado sigan su curso".