Ha vuelto a caer. El peso argentino se depreció este jueves un 6,22% frente al dólar, marcando un nuevo mínimo histórico, 28,15 pesos por dólar.

La fuerte caída del peso es una réplica del terremoto que se registró hace unas pocas semanas (cuando perdió un 15% en 15 días) y que llevó al gobierno del presidente Mauricio Macri a negociar una línea de crédito con el Fondo Monetario Internacional (FMI).

Ese acuerdo, por el que el FMI concedió al país sudamericano un préstamo por US$50.000 millones con el fin de ayudar a apuntalar el peso, se firmó hace apenas una semana.

Y tras días de aparente calma, regresó la tormenta a la cotización de la moneda argentina.

Cambios y renuncias

En medio de esta crisis, el presidente del Banco Central (BCRA), Federico Sturzenegger, presentó su renuncia este jueves.

"En los últimos meses diversos factores fueron deteriorando mi credibilidad como presidente del Banco Central, atributo clave para llevar adelante la coordinación de expectativas (...) motivo que hoy me impulsa a presentarle mi renuncia", dijo el funcionario en su carta de dimisión, que fue divulgada por Macri en Twitter.

Sturzenegger será sustituido por el hasta ahora ministro de Finanzas, Luis Caputo.

Esta designación forma parte de un proceso de reestructuración del gobierno que contempla, además, la unificación de los ministerios de Finanzas y Hacienda.

La nueva cartera quedará en manos de Nicolás Dujovne, quien hasta ahora era el responsable de Hacienda y ejercía un papel de coordinador de la política económica del país tras la negociación del acuerdo con el FMI.

También se avizoran otros cambios que afectarán al BCRA, pues como parte de su acuerdo con el FMI, el Ejecutivo argentino se comprometió a dotar a esa institución de mayor independencia.

Esto implica que no deberá financiar al Estado con emisión de dinero y no deberá intervenir en el mercado de divisas, manteniendo un tipo de cambio flotante excepto en circunstancias excepcionales.

En mayo pasado, el BCRA destinó durante una semana unos US$5.000 millones para intentar infructuosamente detener la caída del peso.

La decisión de Macri de acudir al FMI es vista con ojos críticos por una parte de los argentinos que aún guardan amargos recuerdos de la crisis económica de 2001, por la cual consideran al organismo multilateral parcialmente responsable.

Sin embargo, el Ejecutivo argentino ha dicho que las dificultades que atraviesa el país son por temas de liquidez y que no el FMI es la fuente de financiamiento más económica para estos casos.


Problemas de confianza

Análisis de Daniel Pardo, corresponsal de BBC News Mundo en Argentina

La nueva caída del peso expresa la inmensa vulnerabilidad, histórica y actual, de la economía Argentina.

Incluso después de una polémica y políticamente costosa llamada al FMI que buscaba calmar a los mercados, el peso siguió devaluándose como prueba de que Argentina aún no genera confianza.

El gobierno viene anunciando varias medidas que buscan reducir el gasto público y así el déficit fiscal, entre ellas congelar sueldos de funcionarios y cerrar la contratación en el Estado.

Pero muchos economistas creen que fueron medidas insuficientes, porque el mercado pide acciones más drásticas como, por ejemplo, intervenir jubilaciones.

Además, la política del Banco Central es calificada por economistas oficialistas y opositores como "errática", en el sentido de que se ha promovido la inversión en bonos en pesos pero no se ha generado la credibilidad de la posibilidad de pago, lo que produjo la fuga de una inmensa cantidad de inversores extranjeros que vinieron a aprovechar las tasas de interés.

Pero además de mantener tasas de interés del 40%, una de las más altas del mundo, el Central ha mantenido la alta la generación de masa monetaria.

Así que los mercados no saben si se intenta bajar la inflación o invitar a inversionistas financieros del exterior.

Generar confianza fue una de las principales promesas de Macri. Hasta ahora, en dos años y medio, no lo consigue.

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