Oslo, la capital de Noruega, es la ciudad más cara del mundo para tomarse una cerveza.
US$9,90 pagan los noruegos por un vaso de medio litro, según un informe del Deutsche Bank.
Si a esto le sumas que una cena para dos personas cuesta, de media, US$63, entenderás que Noruega tenga el sexto Producto Interno Bruto (PIB) per cápita del mundo (US$71.816), según datos del Fondo Monetario Internacional.
Por el contrario, lo que seguramente te resultará sorprendente es lo barato que resulta comprar un vehículo eléctrico en el país escandinavo.
Al menos, en comparación con lo que cuestan los autos propulsados por combustibles fósiles, cuya importación está gravada con altos impuestos.
Con una cuota de mercado superior al 33%, Noruega es el país con mayor número de autos eléctricos per cápita del mundo.
Y es que, a pesar de ser un país productor de petróleo (40% del PIB), el gobierno noruego es consciente de que las energías limpias son el futuro.
En la lista de países que apuestan por la energía eléctrica en el sector automotriz le siguen en el ranking de cuotas de mercado: Islandia, Suecia, Suiza, Bélgica, Finlandia, Austria, Reino Unido, Francia y Holanda.
Noruega tiene el ambicioso objetivo de acabar con la venta de coches que funcionan con diésel y gasolina antes de 2025.
Para ello, en 1990 puso en marcha un programa de subvención estatal para promover la compra de vehículos eléctricos e híbridos.
Aunque en aquella época prácticamente no había autos de este tipo -una compañía noruega fabricaba el Buddy, un vehículo urbano del que se vendieron 1.500 unidades entre 1991 y 2013-, en los últimos años el país se ha convertido en líder mundial.
En 2016 se vendieron 44.888 vehículos eléctricos en Noruega.
Una cifra que representó el 21,49% de los que fueron adquiridos en toda Europa, según datos de la Asociación de Constructores Europeos de Automóviles (ACEA).
Los incentivos que ofrece el gobierno noruego a la hora de comprar autos eléctricos son la principal razón de estas cifras.
Y es que además de estar exentos de pagar los impuestos con que se grava la venta de automóviles, los vehículos que se enchufan no pagan ni tasas de circulación ni peajes, y pueden viajar a bordo de los ferris que atraviesan los fiordos del país de forma gratuita.
Asimismo, están exentos de pagar por estacionar y pueden circular por el carril bus para evitar el tráfico.
Con estas ventajas fiscales, no es de extrañar que en abril de 2017 se vendieran 16.757 vehículos eléctricos, más de la mitad de los que se adquirieron en toda Francia en 2016 (29.205).
A pesar de estas increíbles cifras, Noruega no es el país en el que se venden más autos eléctricos en números absolutos.
El líder en este apartado es China.
En 2016 se vendieron 507.000 coches eléctricos e híbridos en el país asiático, lo que supuso un incremento del 53% con respecto al año anterior.
A cierta distancia se quedó el mercado automovilístico estadounidense. Con 157.130 unidades vendidas, el automóvil propulsado por energías limpias creció un 36% en 2016 en EE.UU.
Europa, a la cabeza
Aunque la cifra de ventas de vehículos eléctricos en China y Estados Unidos es considerable, la cuota de mercado sigue siendo baja.
Mientras que en China estos autos representan el 1,2% de los que circulan por las carreteras del país, en Estados Unidos son cerca del 1%.
En Europa en general no es muy superior: 1,4%.
Aun así, en el continente hay varios países, además de Noruega, que superan esa proporción.
El segundo de la lista es Islandia.
En esta isla de 330.000 habitantes se vendieron 1.158 vehículos eléctricos en 2016. Y parece que la cifra será muy superior en 2017.
Y es que, según el Observatorio Europeo de Combustibles Alternativos (EAFO, por sus siglas en inglés), en abril de este año las ventas aumentaron un 239% con respecto al mismo mes de 2016.
Detrás de Islandia (cuota de mercado del 9,13%) aparecen otros tres países europeos: Suecia (4,21%), Suiza (2,29%) y Bélgica (2,08%).
Dinamarca da un paso atrás
La apuesta europea por el auto eléctrico no se sustenta sin subsidios estatales.
El claro ejemplo de esta realidad es Dinamarca, donde las ventas de vehículos de este tipo cayeron un 60,5% durante el primer trimestre de 2017.
Y eso que en 2015 los daneses adquirieron 5.298 autos eléctricos, frente a los 4.613 que se vendieron en España e Italia en el mismo año.
La culpa de este descenso, que dejó a Dinamarca fuera del ránking de los 20 países (0,17% del parque automotor total), no tuvo nada que ver con el medio ambiente y fue, como casi siempre, una razón económica.
Durante años, la venta de automóviles propulsados por combustibles fósiles se gravaba con una tasa de importación del 180%.
Hace unos meses el gobierno decidió retirar ese impuesto y, al encontrarse con que adquirir un auto tradicional resultaba sensiblemente más barato que comprar uno eléctrico, los conductores de Dinamarca empezaron optar de nuevo por la alternativa menos ecológica.
En el resto de países de esta lista, sin embargo, los vehículos eléctricos siguen gozando de subsidios estatales.
Veremos si, de aquí a unos años, cuando desaparezcan estos incentivos económicos, no ocurre lo mismo en toda Europa.
Hasta ese momento, los analistas esperan que se reduzcan los costes de la tecnología limpia-la fabricación de baterías cuesta un 20% menos que hace 5 años-, mejore la infraestructura de puntos de recarga y siga disminuyendo el coste operativo de los vehículos eléctricos.