¿Quieres pagar menos impuestos? Haz un sándwich. Específicamente un "sándwich doble irlandés-holandés".
Supongamos que eres estadounidense. Abres una empresa en Bermuda y le vendes tu propiedad intelectual.
Luego esta empresa abre una subsidiaria en Irlanda.
Ahora, abre una segunda empresa en Irlanda, que factura por las operaciones que realizas en Europa por valores similares a sus ganancias.
Ahora, abre una tercera compañía en Holanda.
Haz que tu segunda empresa irlandesa le envíe dinero a tu compañía holandesa, que inmediatamente la reenvía a tu primera empresa irlandesa (ya sabes, la que está basada en Bermuda).
¿Ya estás aburrido y confundido? Si lo estás, es parte del objetivo.
Los paraísos fiscales dependen de hacer que sea muy difícil seguir el flujo de dinero, a veces incluso lo hacen imposible.
Técnicas contables que hacen que te duela el cerebro le permiten a multinacionales como Google, eBay y Ikea minimizar la cantidad de impuestos que pagan, de forma totalmente legal.
Es fácil entender por qué a la gente le molesta esto.
Los impuestos son un poco como las cuotas que pagas para pertenecer a un club.
Se siente injusto que alguien pueda evitar las cuotas pero se beneficie de los servicios que brinda el club (defensa, policía, calles, cloacas, educación, etc.).
Pero los paraísos fiscales no siempre tuvieron mala imagen.
A veces sirvieron para que minorías perseguidas pudieran escapar de la opresión en sus países.
Por ejemplo, los judíos en la Alemania nazi, que lograron que sigilosos banqueros suizos escondieran su dinero.
Lamentablemente esos mismos sigilosos banqueros suizos poco después mancharon su reputación al también aceptar felizmente ayudar a los nazis a esconder el oro que robaron, y al negarse a devolverlo a sus dueños originales.
Evadir y evitar
Hoy en día los paraísos fiscales son controvertidos por dos motivos: porque evitan y evaden impuestos.
Evitar impuestos es legal. Es como el sándwich irlandés-holandés.
Las mismas reglas aplican para todos: negocios más pequeños e incluso individuos del común pueden crear estructuras legales fuera de sus fronteras para evitar impuestos.
La mayoría no lo hace porque no ganan lo suficiente como para pagarle a los contadores.
Para reducir sus impuestos las personas comunes tienen que recurrir a la evasión de impuestos, que sí es ilegal.
Ejemplos típicos son el pago en negro, no declarar bienes cuando pasamos por aduana o no pagar los impuestos al valor agregado (IVA).
Las autoridades británicas calculan que la mayor parte de la evasión tributaria se da por estas infracciones menores y no por los ricos que esconden sus bienes en sombríos bancos.
Pero es difícil estar seguros. Si pudiéramos medir el problema con exactitud no existiría el problema en primer lugar.
Secreto bancario
Quizá no resulte sorprendente que el secreto bancario parece haber nacido en Suiza.
Las primeras normas que limitan la información que pueden compartir los bancos sobre sus clientes fueron emitidas en 1713 por el Gran Consejo de Ginebra, Suiza.
Pero las secretas operaciones bancarias suizas realmente despegaron en la década de 1920 cuando muchas naciones europeas empezaron a aumentar sus impuestos para pagar sus deudas de la Primera Guerra Mundial.
Muchos europeos ricos comenzaron a buscar la manera de esconder su dinero.
Reconociendo que esto impulsaría su economía, los suizos decidieron en 1934 convertir en un crimen la divulgación de información financiera por parte de los bancos.
Offshore
Hoy en inglés se llama a los paraísos fiscales "offshore", a pesar de que Suiza no tiene costa.
Se debe a que gradualmente fueron surgiendo paraísos fiscales en islas como Jersey o Malta, aunque las más famosas están en el Caribe.
Hay un motivo lógico para esto: las islas pequeñas no sirven demasiado para producir manufacturas o para la agricultura.
Así que los servicios financieros son una alternativa obvia.
Pero la verdadera explicación es histórica y radica en el desmantelamiento de los imperios europeos en las décadas después de la Segunda Guerra Mundial.
Para evitar tener que enviar subsidios a Bermuda o a las Islas Vírgenes Británicas, Reino Unido los alentó a que desarrollaran servicios financieros conectados con la City de Londres.
El subsidio era implícito: cada vez más dinero fiscal se filtró hacia estas islas.
¿Cuánto dinero?
El economista Gabriel Zucman ideó una forma ingeniosa para calcular cuánto dinero hay escondido en el sistema bancario offshore.
En teoría, si sumaras los activos y los pasivos de cada centro financiero global, las cuentas deberían cerrar. Pero no lo hacen.
Cada centro individual tiende a reportar más deudas que ingresos.
Zucman hizo las cuentas y encontró que a nivel global los pasivos eran un 8% más altos que los activos.
Esto sugiere que al menos el 8% de la riqueza global no está siendo declarada de manera legal.
Otros métodos de cálculo han dado cifras aun más altas.
El problema es particularmente grave en países en desarrollo.
Por ejemplo, Zucman halló que en África el 30% de la riqueza está escondida en paraísos fiscales.
Allí las pérdidas en ingresos fiscales alcanzan anualmente los US$14.000 millones.
Con eso se podrían construir muchos hospitales y escuelas.
Solución
La solución que propone Zucman es la transparencia: crear un registro global de quién es dueño de qué, para terminar con el secreto bancario y el anonimato que protege a corporaciones y fideicomisos.
Eso podría ayudar a frenar la evasión impositiva. Pero la evitación fiscal es un problema más sutil y más complejo.
Para entender por qué, imagina que yo soy dueño de una panadería en Bélgica, una empresa láctea en Dinamarca y un negocio de sándwiches en Eslovenia.
Vendo un sándwich de queso y gano 1 euro.
¿Cuánta de esa ganancia debería quedar para el fisco esloveno, donde vendí el sándwich?
¿Cuánto en Dinamarca, donde produje el queso?
Y ¿cuánto en Bélgica, donde hice el pan?
No hay una respuesta obvia.
Trucos contables
A medida que el mundo se globalizaba y los impuestos subían, en 1920 la Liga de las Naciones creó una serie de protocolos para lidiar con este asunto.
Estas reglas le permiten a las empresas cierta discreción a la hora de elegir dónde pagar impuestos.
Aunque esto tiene sus méritos, en la práctica generó la invención de dudosos trucos contables.
Uno de los ejemplos más famosos puede ser apócrifo pero ilustra los extremos de estas prácticas.
Una compañía en Trinidad supuestamente le vendió lapiceras a una empresa asociada por US$8.500 cada una.
Esto llevó a que la empresa tuviera que pagar más impuestos en Trinidad -donde los tributos son bajos- que en otros países con mayores cargas.
La mayoría de estos trucos son menos obvios y por ende más difíciles de identificar.
Aún así, Zucman calcula que el 55% de las ganancias de compañías con sede en Estados Unidos pagan impuestos en lugares exóticos como Luxemburgo o Bermuda.
Esto le resta al fisco unos US$130.000 millones al año.
En tanto, otros cálculos estiman que las pérdidas que sufren países en desarrollo superan ampliamente lo que reciben en ayuda extranjera.
¿Impuesto global?
Una posible solución sería que los impuestos se cobraran de manera global, con un acuerdo entre los gobiernos sobre qué ganancias deberían cobrarse dónde.
Ya existe una fórmula similar en EE.UU. que reparte las ganancias nacionales hechas por empresas en diferentes estados.
Pero una solución así requeriría que los políticos se pusieran como objetivo derribar los paraísos fiscales.
En años recientes se han visto algunas iniciativas -la más prominente fue creada por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE)- pero no han tenido suficiente apoyo.
Quizás esto no debería sorprendernos, dado los incentivos.
La gente más astuta puede generar más dinero aprovechándose de tecnicismos y vacíos legales que intentando cerrarlos.
Los gobiernos compiten para reducir impuestos porque un porcentaje pequeño de algo es mejor que un porcentaje grande de nada.
Para pequeñas islas resulta lógico incluso cobrar 0% de impuestos ya que la economía local se verá beneficiada por el boom en los servicios legales y contables.
Pero quizá el problema más grande es que los paraísos fiscales benefician sobre todo a las élites financieras, incluyendo a algunos políticos y a muchos de sus donantes.
Y, entre tanto, la presión de los votantes se ve limitada debido a la naturaleza confusa y aburrida del problema.
¿Alguien quiere un sándwich?
Este artículo es una adaptación de la serie de la BBC "50 cosas que hicieron la economía moderna". Abajo encontrarás otros episodios de la serie.