Las papas fritas -frites, como diría un belga, papas francesas para el colombiano- se han convertido en una fuente de disputa entre los dos países que muchos califican de "guerra comercial".

Bélgica dijo el pasado viernes que tiene un "problema real" con Colombia, cuyo gobierno aplica aranceles de hasta el 8% para este producto que importa del país europeo, y también de Alemania y de Países Bajos.

Colombia argumenta los aranceles -vigentes desde noviembre de 2018 y confirmados de nuevo la semana pasada- como una solución "antidumping" (una defensa comercial para proteger el precio de las mercancías), asegurando que las papas que importa se venden a un precio inferior al de mercado, por debajo de su precio "normal".

El ministro de relaciones exteriores belga Didier Reynders dijo haber hablado con su homólogo colombiano, Carlos Holmes Trujillo, "sin ningún efecto real".

Mientras tanto, la Unión Europea (UE) se prepara para presentar una queja oficial contra Colombia ante la Organización Mundial del Comercio (OMC) por una medida que, según la comisaria europea de Comercio, Cecilia Malmstrom, es "completamente injustificada y dañina para las empresas europeas".

La política sueca afirmó este lunes 14 de octubre en una conferencia de prensa que actuará "lo antes posible" y también recordó que el problema no es nuevo: hace al menos dos años que dura la disputa entre Colombia y Bélgica por las papas fritas.

"Hicimos diversos esfuerzos para un compromiso con Colombia en estos últimos dos años, pero no recibimos una respuesta satisfactoria y esta es la razón por la que hemos decidido tomar esta medida para proteger a nuestra industria", dijo Malmstrom.

Un mercado que mueve millones

Las frites, especialmente acompañadas de salsa andaloluse (salsa andaluza, si españolizamos el término) son un plato típico belga, pero no solo eso; también son consideradas símbolo nacional, junto al chocolate y a la cerveza artesanal.

Colombia, al igual que muchos otros países fuera y dentro de América Latina, las importa al país europeo.

De hecho, no es el primero que pone aranceles a las papas belgas: Brasil y Sudáfrica ya lo hicieron antes.

Según la viceministra de Comercio Exterior de Colombia, Laura Valdivieso, los bajos precios del producto están perjudicando la producción nacional del tubérculo y creando distorsiones comerciales.

Según un reporte de la agencia de noticias AFP, el sector de la papa en Bélgica ha crecido notablemente en las últimas décadas, pasando de las 500.000 toneladas en 1990 a 5,1 millones de toneladas a 150 países en 2018, de acuerdo con cifras de Belgapom, la organización belga que defiende los intereses de comerciantes de papa en el país.

Y un informe del canal paneuropeo Euractiv dice que el sector belga de las papas procesadas ha aumentado en los últimos años hasta convertirse en el mayor del mundo.

La entidad dice que más del 90 % de la producción de frites se destina a la exportación, un tercio de ésta a países fuera de Europa.

"Si esto [la disputa comercial] continúa, podría afectar a nuestra industria a largo plazo y tener consecuencias muy graves", le dijo a AFP Romain Cools, vocero de Belgapom.

Cools considera que los procesos arancelarios se usan de manera "indebida como una forma de proteccionismo".

"Las medidas de Colombia son injustas", puntualizó Cools.

El Departamento de Comercio Internacional de la Unión Europea aseguró a través de Twitter que son 19 las veces que ha tratado desde agosto de 2017 de "apoyar el acceso de las frites europeas al mercado colombiano".

Precisamente ese año, Bogotá lanzó una "meticulosa investigación" sobre los precios de las papas fritas que importaba.

Si Bélgica no llega a un acuerdo con la Organización Mundial del Comercio, es posible que se establezcaun panel de discusión.

Por su parte, el ministro de Comercio, Industria y Turismo, José Manuel Restrepo, dijo que "el primer paso es recurrir a una solución amistosa".

La Unión Europea y Colombia tienen un acuerdo provisional de libre comercio desde hace cinco años.

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