En febrero de 2015 la astrónoma María Teresa Ruiz fue diagnosticada con una degeneración macular que le afectó rápidamente la retina y la visión central de su ojo izquierdo. Han pasado casi una década desde entonces, y con 78 años, la primera mujer astrónoma graduada de la Universidad de Chile, finalmente se jubiló.
La Premio Nacional de Ciencias Exactas 1997, en entrevista con The Clinic aseguró que actualmente sólo ve por los bordes del ojo. "Afortunadamente, la visión periférica la tengo bien pero no logro ver lo que hay en el centro, donde uno fija la vista”, precisó.
Todo comenzó hace casi una década cuando le dieron un diagnóstico que le iba a cambiar la vida. "Luego vino la pandemia y empezó a fallar el otro ojo, por otro tipo de degeneración macular húmeda. Se produce cuando se revientan unas venitas que dejan una cicatriz. Al comienzo veía un poco mal, pero fueron muriendo una por una las células fotosensibles y vi cada vez menos. Con un ojo bueno uno igual funciona, y yo seguí trabajando, manejando y haciendo cosas, pero hoy ya no las puedo hacer”, señaló.
Durante los tiempos de confinamiento, María Teresa Ruiz escribió su más reciente libro, “El Sol. Conviviendo con una estrella”, publicado en septiembre de 2021. No obstante, y pese a que sólo tardó menos de un año es producirlo, fue un proceso distinto, ya que debido a las dificultades de la astrónoma, su marido fue clave en este proceso. “Yo escribía los párrafos y luego le pedía a él que me los leyera porque ya me costaba mucho hacerlo”, confidenció.
Con ello, la Premio Nacional destacó la urgencia de escribir debido al avance de su enfermedad. "Lo escribí a tiempo porque inmediatamente después empezó a deteriorarse rápidamente y a afectar el otro ojo. Creo que ahora me deben quedar dos células fotosensibles vivas y, cuando hago el esfuerzo, alcanzo a ver algo. Pero debo forzar mucho la vista realmente. Es agotador", expresó la astrónoma.
Lo que María Teresa Ruiz ha tenido que dejar atrás
Ruiz ingresó como profesora asociada al Departamento de Astronomía de la Universidad de Chile, su alma mater, en 1979 y además fue directora del Centro de Excelencia en Astrofísica y Tecnologías Afines, CATA.
Durante los últimos 50 años, María Teresa Ruiz se dedicó a observar "la cartografía del universo", leer y escribir. Pero ahora está imposibilitada de hacer las cosas que más le apasionan. Con ello, también fue desprendiéndose de a poco de sus labores académicas y dejó de dar clases en la Universidad de Chile.
Asimismo, también limitó viajes, participaciones en charlas, conferencias internacionales y las visitas a los observatorios. Este año logró jubilarse luego de una larga tramitación y la universidad la nombró Profesora Emérita.
“Me jubilé porque ya no puedo escribir ni leer, y estoy buscando la tecnología que me ayude sobre todo a esto último, porque leer es lo que más echo de menos”, dijo Ruiz. “Sueño con volver a leer libros, sentir el olor de las hojas. No me gusta leer en pantalla, mucho menos los audiolibros; son la mejor manera de hacerme dormir. El placer de leer libros es algo de lo que me he tenido que olvidar”, lamentó.
A pesar de su resistencia a los formatos digitales y las dificultades que enfrenta, baraja la opción de volver a escribir un nuevo libro, pero esta vez empleando su voz y un transcriptor automático: la astrónoma pretende y quiere contar la historia reciente de la astronomía en Chile.
Respecto a su capacidad visual, la experta señaló que su condición aún podría empeorar. "Pero yo ya perdí la visión central en los dos ojos y tengo 0.3% de capacidad visual. O sea, casi nada. Lo único que podría ayudarme es que tengo cataratas, como toda la gente a cierta edad, y el oculista estima que puedo ganar algo de visión operándome. Es probable que eso me esté jugando también en contra y que esté viendo peor de lo que podría ver. De ser así, serían mejoras chicas, no es que vaya a recuperar la vista. Lo que está muerto, está muerto no más", explicó.
"Puedo ver lo que quiera, porque tengo mis recuerdos. Sobre todo el cielo. Ya me cuesta ver estrellas, las veo apenas de reojo, pero cuando cierro los ojos las distingo claramente. Están en mi disco duro"
La trayectoria de María Teresa Ruiz: descubrió una enana café
La astrónoma María Teresa Ruiz tiene una destacada trayectoria en su carrera.
Ruiz fue la primera doctora en Astrofísica titulada en la Universidad de Princeton y la primera mujer en obtener el Premio Nacional de Ciencias Exactas en 1997. También la primera chilena en recibir una invitación formal por la NASA y en ser contratada por uno de los principales observatorios del mundo en Italia.
Pero su más grande hallazgo lo hizo en Chile y fue lo que le dio el máximo reconocimiento en su carrera: una noche de 1997, en el Observatorio La Silla, en la Región de Coquimbo, descubrió la primera “enana café”.
Hasta ese momento, las enanas cafés eran objetos estelares gigantes, del tamaño de un planeta gigante y el de una estrella pequeña, figuraban solo en libros de teoría. María Teresa Ruiz fue la primera en distinguirlos y a la suya la bautizó “Kelu”, lo que significa "rojo” en mapudungun.
"Cuando me di cuenta de lo que tenía entre las manos, fue pura alegría. Estaba completamente fascinada, feliz, saltando en una pata", recordó.
“Yo no tenía celular en ese momento. Eran las 12 de la noche y no tenía a quién llamar y despertar a esa hora. Decidí entonces mandarle el espectro que había sacado en PDF a un colega escocés que trabajaba en California, con 5 horas menos. Me contestó al tiro: ‘¡Qué maravilla, encontraste una enana café! Esto va a ser algo grande’, me dijo. Yo me quedé maravillada y la seguí observando durante toda la noche hasta que desapareció detrás del horizonte”, detalló sobre la noche que cambió su vida y su carrera.
La astrónoma recordó que eso le ha traído muchas satisfacciones en su vida y no sólo laboralmente. "Me trajo muchas satisfacciones, y lo sigue haciendo. Yo había pasado 15 años trabajando sistemáticamente con las enanas blancas, investigándolas, publicando textos, y de repente aparece esta otra chiquilla, la enana café, como diciéndome: ‘Hola, aquí estoy’. Yo no la buscaba y resultó ser eso que hasta ese momento nadie había visto. Ese descubrimiento me trajo más reconocimiento que todo el otro trabajo que había hecho antes", se explayó.
La astrónoma obtuvo el Premio Nacional ese mismo año, y con ello se fue de viaje con sus nietos por Europa.