Las tormentas geomagnéticas, más conocidas como geotormentas, son perturbaciones que se generan por la interacción entre el campo magnético de la Tierra y el plasma magnetizado lanzado por el sol, emitiendo grandes cantidades de energía desde la magnetósfera hacia el planeta.

Si bien este fenómeno es bastante común en la Tierra y sus efectos pueden ser variables, las implicancias van desde interferencias en los dispositivos electrónicos hasta el colapso de redes eléctricas.

“Lo que ocurre con estos eventos climáticos espaciales es que inducen corrientes sobre la Tierra, y estas corrientes inducidas pueden sobrecargar el sistema eléctrico”, señala al respecto Rodrigo Moreno, académico del Departamento de Ingeniería Eléctrica de la Universidad de Chile e Investigador del Instituto Sistemas Complejos de Ingeniería (ISCI).

Fue a mediados de 2021 cuando Paula Reyes y Pablo Moya, investigadores del Departamento de Física de la Facultad de Ciencias de la Universidad de Chile, publicaron un artículo en la revista Space Weather sobre la relación entre los ciclos solares y la frecuencia de estas geotormentas.

En su análisis, los científicos estudiaron las mediciones hechas por el “índice DST de Kioto” (DST), tomando datos recopilados por sus instrumentos en un período de 62 años, identificando patrones para estimar si un determinado ciclo solar tendrá más chances de desarrollar una geotormenta de gran intensidad.

“El índice DST siempre es negativo, porque por un asunto técnico siempre va a ser negativo. Se mide en Nanotesla, que es la una en mil millonésimas de una Tesla, unidad con la que se mide los campos magnéticos. Si va entre cero o hasta -50 en unidades de Nanotesla se dice que estamos en tiempos normales, pero si baja de -50 y se hace más negativo ya se puede hablar de tormenta”, explica Moya, quien también ha trabajado en la Administración Nacional de Aeronáutica y el Espacio (NASA).

Los efectos del ciclo solar 25

Con este análisis, se determinó que el ciclo solar 25 -en el cual nos encontramos actualmente- , tiene las características para ser uno de mayor intensidad que el ciclo anterior. Esto, para Paula Reyes, podría significar que muchos dispositivos electrónicos estarían expuestos a interferencias o su completa inutilización.

“Afectaría principalmente a los países que estén más cerca de los polos, tomando en consideración otros eventos que ya ha habido históricamente. El evento que se produjo en el año 89' generó apagones y cortes de corriente en Canadá, donde se produjeron apagones de unas nueve horas en que no hubo electricidad”, asegura la investigadora.

¿Cómo afectaría a Chile este fenómeno?

Como destaca Rodrigo Moreno, uno de los principales perjudicados por este tipo de tormentas serían los sistemas eléctricos.

“Este fenómeno abre el debate, una vez más, de qué tan resiliente es el sistema. La resiliencia es un concepto más moderno y mucho más amplio que la seguridad de suministro y la confiabilidad del suministro, que es lo que típicamente se procura garantizar. Porque la resiliencia no solamente tiene que ver con la robustez inicial de la red, sino que también con la habilidad que tiene esta red para recuperarse de forma ágil”, asevera el investigador.

En este punto, cabe precisar que gran parte de los dispositivos tecnológicos que usamos obtienen y envían información a través de satélites que orbitan nuestro planeta, los que se pueden ver seriamente afectados por una geotormenta.

“Si llega una partícula o demasiada energía en una onda electromagnética, lo que tiende a pasar es que cambia el estado de algún bit en el procesador o en la memoria, y eso puede hacer que nosotros nos equivoquemos (…) Pero si llega en un lugar de la memoria donde hay información que es crítica para el funcionamiento del satélite o la operación de algún instrumento, puede que perdamos toda la misión", sostiene Marcos Díaz Quezada, académico de la Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas encargado del Laboratorio de Exploración Espacial y Planetaria de la Universidad de Chile (SPEL).

Finalmente, Díaz concluye que uno de los sistemas que más preocupa es el Sistema de Posicionamiento Global o GPS.

“Los GPS son más difíciles y más lentos de manufacturar, por lo tanto, llegar a la red de 26 o 27 satélites que usualmente orbitan la Tierra puede tomar varios años, si es que no décadas, en restablecer completamente el GPS”, concluye el especialista.

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