Más de 1.200 personas han debido ser evacuadas en el norte de Chile debido al fenómeno meteorológico conocido como "invierno altiplánico", que trae consigo fuertes lluvias, que a su vez provocan el desborde de ríos y el anegamiento de rutas.
El fenómeno ha afectado a varias localidades de las regiones de Arica y Parinacota y Antofagasta, donde se han reportado al menos una persona fallecida y dos desaparecidas.
La complejidad de la situación impulsó al presidente Sebastián Piñera a enviar al subsecretario del Interior, Rodrigo Ubilla al norte del país para evaluar lo ocurrido.
La emergencia se repite cada año, y nos hace preguntarnos cuál es el origen de este fenómeno. ¿Por qué llueve en el norte, una zona seca, y en verano, cuando la mayor parte de las precipitaciones se concentra en el invierno? En T13.cl te explicamos.
El Altiplano
El Blog Oficial de la Dirección Meteorológica de Chile explica que el Altiplano chileno, ubicado a más de 4 mil metros de altura entre las regiones de Arica-Parinacota y Antofagasta, es una amplia meseta en medio de la cordillera de Los Andes.
Allí, el régimen de lluvias es muy distinto al que estamos acostumbrados en las regiones más habitadas de Chile. En la zona central el verano es generalmente seco y caluroso y las lluvias sólo llegan entre abril y septiembre. Igualmente, el Altiplano chileno tampoco tiene un comportamiento de precipitaciones similar a la mayor parte del norte de Chile, que se caracteriza por ser muy árido.
Por ejemplo, en la ciudad de Visviri, el poblado más nortino del país y ubicada a la no menor altura de 4100 metros en el hito tripartito que señala la frontera entre Chile, Perú y Bolivia, llueve casi lo mismo que en San Felipe en la Región de Valparaíso y sólo un poco menos que en Santiago. La salvedad es que llueve en una estación del año completamente diferente.
Tal como se aprecia en la siguiente figura, Santiago y Visviri tienen un peak similar de aproximadamente 80 mm en su mes más lluvioso, salvo que en la capital es en junio y en la localidad del Altiplano, enero.
La forma en que llueve también es diferente. Mientras en la zona centro los inviernos están asociados a temporales y sistemas frontales que traen varias horas -o incluso días- de lluvia, en la zona altiplánica las precipitaciones son de origen convectivo, es decir, se producen nubes de gran desarrollo vertical -especialmente por la tarde- que generan tormentas eléctricas y chubascos hasta entrada la noche y madrugada.
Por supuesto, no es que llueva absolutamente todas las tardes de verano en el Altiplano. Hay periodos de relativa calma en donde el sol y la sequedad ambiental predominan. Pero en ocasiones, las intensas precipitaciones -generalmente concentradas en un par de horas- producen la activación de quebradas y esteros, junto al aumento de los caudales de los ríos, pudiendo producir importantes daños a personas y la infraestructura del norte.
Si nunca has experimentado un chubasco asociado a este tipo de tormentas, este video del año 2012 en la localidad de Macaya, en el norte de nuestro país, te ayudará a entender de lo que estamos hablando. Si te fijas en el camino al inicio y al final del video, verás que en solo 8 minutos quedó completamente inundado.
La ruta de las nubes
Para entender las precipitaciones de uno de los lugares más altos del planeta tenemos que alejar la mirada y concentrarnos en toda Sudamérica.
Nuestro continente es grande y durante la época de verano se vuelve un hervidor. El calor del Sol produce un aumento de las temperaturas, especialmente en la parte central del Sudamérica, por lo que el mercurio puede superar fácilmente los 30 a 35°C, e incluso alcanzar los 40°C en casos extremos.
Tal como se puede ver en la ilustración, el calor excesivo (el área de color amarillo) se concentra entre Brasil, Argentina, Bolivia y Paraguay formando un sistema de baja presión generalizado. En esta zona y debido al calentamiento, el aire comienza a ascender a través del proceso llamado convección.
La baja presión también es capaz de producir el arrastre de la humedad desde lugares tan lejanos como el Océano Atlántico Ecuatorial. Este aire viene cargado de humedad, cruza todo el Amazonas y cuando arriba a la zona de la baja presión, el aire es forzado a ascender.
Aquí es cuando ocurre la “magia”. Las tormentas, literalmente, explotan todas las tardes de verano en esta zona del continente.
Dicen que una imagen vale más que mil palabras, en este caso una imagen satelital del 15 de febrero de 2018, nos ayudará a comprender la magnitud de estas tormentas. Como se aprecia hay un sin número de núcleos de cumulunimbus formándose en todo el Amazonas. Esta es una imagen clásica de una tarde de verano en nuestro continente:
Ahora viene otro proceso interesante. Mientras en superficie tenemos una baja presión, la fuerte convección y la consecuente liberación de calor latente (el calor que se libera producto del cambio de fase del agua) sobre los 10 mil metros de altura produce todo lo contrario en niveles altos: una rotación anticiclónica. De hecho, este fenómeno tiene un nombre y es conocido como Alta de Bolivia.
Durante la época de verano, cuando las tormentas sobre el Amazonas y Sudamérica alcanzan su peak, se establece de manera muy clara la circulación de la Alta de Bolivia, fenómeno que juega un rol fundamental para las lluvias en el Altiplano.
¿Cómo la lluvia alcanza las alturas?
Ya hemos mencionado que la presencia de humedad en el ambiente es vital para que se formen las tormentas y precipitaciones. De manera natural, el Altiplano no posee grandes cantidades de humedad y corresponde más bien a una zona semi-árida y bastante fría.
A pesar de que gran parte de Sudamérica está “tapada” en humedad, esta es incapaz de escalar la cordillera de Los Andes hasta los 4.000 metros de altura sin la ayuda de algún fenómeno que mueva las masas de aire.
En términos simples, es necesario que de alguna manera el viento haga subir la humedad hasta el Altiplano, para lo cual es muy importante que este viento sea predominante del Este, así la humedad presente en el continente puede alcanzar las alturas de la cordillera.
Durante el verano la Alta de Bolivia sufre intensificaciones y debilitamientos, así como movimientos hacia el norte y el sur. Todo esto afecta de manera importante a las lluvias del Altiplano.
Tal como se ve en la figura, cuando el flujo de aire en niveles altos es mayormente desde el Este, en ocasiones asociado a una Alta de Bolivia desplazada hacia el sur, se produce un arrastre de la humedad (flecha de color verde) y de convección hacia las alturas.
La humedad finalmente llega a una de las regiones más altas del planeta y es capaz de producir intensas precipitaciones vespertinas en localidades como Visviri, Putre, Colchane y Toconao. En ocasiones, el flujo es capaz de cruzar la cordillera de Los Andes, alcanzando localidades precordilleranas y los valles del Desierto de Atacama, como lo es San Pedro de Atacama, Calama y el valle de Azapa.
En el caso contrario, cuando la Alta de Bolivia está muy retraída hacia el norte, el flujo de aire predominante sobre la alta planicie de Chile es mayormente del Oeste. Este aire en general es seco e incapaz de ayudar a producir convección y tormentas. En la siguiente figura, este aire seco es representado en color amarillo. El aire húmedo permanece al otro lado de la cordillera de Los Andes.
Para que llueva en el Altiplano se requieren de múltiples y complejos factores que interactúan de manera perfecta durante el verano: un calentamiento continental de gran envergadura, un viaje de la humedad por miles de kilómetros y un sistema meteorológico que produzca su ascenso hasta una de las mesetas más altas del mundo.
Aunque parece una época inusual para los que viven en la región central del país, acostumbrados a veranos secos y cálidos, es una situación completamente normal para los habitantes de las localidades de las alturas de Los Andes.