El sacerdote Percival Cowley, ex capellán de La Moneda, abordó en Mesa Central la semana más agitada de la Iglesia Católica chilena, en la que 31 obispos pusieron su cargo a disposición al Papa Francisco, tras reunirse con este por las denuncias de abusos sexuales al interior del clero.
Sobre las medidas que el Papa debe tomar tras acoger la renuncia, Cowley señaló que “las medidas a corto plazo deben ser la salida de los tres obispos que vienen de El Bosque y del arzobispo de Santiago”.
Y si deben haber más renuncias o no, Cowley dijo que “el mismo Papa señaló el camino de las cosas, si invita primero a los tres mosqueteros (Hamilton, Cruz y Murillo) antes que los obispos, dice que hay que partir siempre de las víctimas”, señaló.
También apuntó a que el Papa “debe llevarse al nuncio y, quizás, enviar al sacerdote catalán (Jordi Bertomeu, acompañante del monseñor Charles Scicluna en la toma declaraciones de las víctimas de Karadima)”.
Sobre el propio Karadima, dijo que “ya no se puede hacer nada más, porque está enfermo. Absolutamente enfermo”.
Cowley dijo que ahora debe existir un cuidado especial para que no se repitan denuncias de abusos sexuales en la Iglesia y que la adaptación de la Iglesia a los cambios de cultura no son fáciles”. Agregó que tiene la esperanza puesta en este Papa en relación con América Latina y, especialmente, Chile. “El problema no está en que sucedan estas cosas, el problema está en que se posterguen, que no se enfrenten”, dijo.
Escuchó y creyó a Hamilton
Cowley relató que conoció a través del médico James Hamilton las acusaciones contra el sacerdote Fernando Karadima, que tras escucharlo no podía no creerle y que de inmediato intentó conversar del tema con sus superiores jerárquicos. Fue entonces que la relación con ellos se tornó “dura y desagradable, porque… ¿cómo pelear con el jefe?”.
“Inmediatamente que hablé Hamilton, llamé a un obispo amigo y le pregunté: ¿algún obispo que te merezca confianza en el Arzobispado de Santiago?” Me dijeron el actual arzobispo (Ezzati). Llamé a Ezzati y le dije lo que había ocurrido. Ezzati me dijo ‘casualmente esta tarde voy a estar con el señor cardenal (Errázuriz) y le voy a comentar lo que me estás diciendo’ (…) Fue eso, el relato de la cuestión y pedir audiencia, que en la práctica de los 11 años que estuvo el cardenal Errázuriz de arzobispo de Santiago, yo pedí audiencia una sola vez y no me la dieron”, dijo.
Consultado sobre la actitud que tuvo Errázuriz frente al caso, Cowley dijo creer que pudo ser consecuencia del hecho de que la parroquia de Karadima generaba muchas vocaciones en un escenario en que los sacerdotes se estaban volviendo escasos. “De repente una parroquia donde empiezan a producirse muchas y muchas vocaciones, (es) grito y plata. Pero el peligro del engaño es muy grande allí sí”.
Errázuriz nunca lo recibió
Cowley aclaró que nunca tuvo un choque con Errázuriz por el caso, porque no hubo oportunidad. “De hecho no hubo enfrentamiento. No fui recibido, y la última vez que yo estuve con el propiamente fue en el funeral de monseñor Ignacio Ortúzar, en que le pregunté sobre el asunto de la audiencia y a mí me dijo en ese momento ‘eso es mentira’. Ahí me trató de mentiroso en el fondo (…) No sé bien a qué se refería, a si yo era un mentiroso o era posible interpretarlo así…”.
El sacerdote recordó también que después de una segunda conversación con James Hamilton también quiso hablar con Errázuriz y no tuvo éxito. “Le pregunté en qué iban las cosas y James me dijo ‘no ha pasado nada’. Ahí me dio la rabieta británica, llamé a la casa de Errázuriz, hablé con el secretario y me preguntó: ¿cuál es el tema? Le dije es grave y urgente. Y ahí quedó”.