“Hola mis queridos tuiteros, necesito ayuda de algún psicólogo. No me encuentro bien y estoy cayendo en una profunda depresión”
Este fue el mensaje que escribió Antonio, de 38 años, hace algunos días en la red social Twitter. En ese momento se sentía desesperado y no sabía a quién recurrir. A fines de mayo, su abuela María falleció a los 92 años producto de un paro cardiorrespiratorio. Ese día habían estado conversando y Antonio se había despedido de ella para ir a hacer un trámite. “Voy y vuelvo”, fue lo último que le dijo. Al regresar, su “mami” -como le decía- ya se había ido.
La relación entre ambos era muy cercana. “Yo era un hijo más para ella, y ella era el último pilar que me quedaba. He llorado mucho, los ánimos están en el piso, y no le encuentro ningún sentido a la vida en este momento”.
Fue ese mensaje en redes sociales el que le permitió acceder a una terapia psicológica, que está recibiendo por parte de una profesional que se ofreció a ayudarlo en este momento. Dos veces a la semana se conectan a través de videollamada, donde trabajan en estrategias para lidiar con el duelo y la depresión que esto le ha generado.
Lo que le ocurre a Antonio está lejos de ser un caso aislado. Desde la llegada del coronavirus a Chile, psicólogos y psiquiatras de diversos puntos del país han visto una importante alza en consultas por temáticas de salud mental. Algunos, incluso, han tenido que comenzar a derivar pacientes. Simplemente no les da la agenda.
La percepción de los propios profesionales tiene un correlato en las cifras. Según estadísticas de la Superintendencia de Seguridad Social, en abril de 2020 se cursaron 95.825 licencias médicas asociadas a trastornos mentales, lo que equivale a un 36% del total de permisos entregados durante todo ese mes a nivel nacional, y muy por sobre los trastornos del sistema respiratorio e incluso el COVID-19.
Esta cifra es, además, un 11% más que lo registrado en el mismo mes de 2019, cuando se emitieron 86.305 licencias asociadas a salud mental. Esto, pese a que en general el número de licencias emitidas en abril disminuyó a nivel nacional, lo que se explica por la cuarentena en varias comunas.
“Nunca habíamos superado el 30% del total”, advierte Alberto Larraín, psiquiatra de la fundación Procultura y académico de la Universidad Autónoma.
Larraín no descarta que podamos llegar a un escenario donde una de cada dos licencias médicas emitidas en chile sean por temas de salud mental. “Hay que tener claridad, no hay posibilidad de salir de la crisis si el tema de salud mental no está priorizado, ninguna. Y esto puede ser una segunda pandemia”.
De hecho, la OMS hizo un llamado a los países a priorizar la salud mental, tras advertir un probable aumento en el largo plazo del número y severidad de trastornos de este tipo, asociados al confinamiento y a los costos sociales y económicos derivados de la pandemia.
"La situación actual, con aislamiento, miedo, incertidumbre y crisis económica, puede causar trastornos psicológicos", advirtió a mediados de mayo Dévora Kestel, directora del Departamento de Salud Mental y Abuso de Sustancias de la OMS, quien situó a niños, niñas, adolescentes, mujeres con riesgo de violencia doméstica, adultos mayores y personal de la salud entre los grupos de mayor riesgo.
Y no solo eso, según cifras del organismo, la prevalencia de los cuadros de angustia ha alcanzado un 35% en China, un 60% en Irán y un 40% en EE.UU, tres de los países con más casos.
Pero junto a cuadros de angustia o depresión, otro motivo frecuente de consultas han sido la ansiedad e insomnio. Ricardo tiene 30 años, vive en Concepción, y reconoce que desde el inicio de la cuarentena le ha costado conciliar el sueño. Aunque dice que hay días que consigue dormir más temprano, generalmente lo está haciendo entre las 2 y media y las 4 de la mañana. Los días más críticos, el estado de alerta se mantiene incluso hasta las 6 de la madrugada.
“Son muchas cosas, la gran mayoría relacionadas a la ansiedad de lo que está pasando y también de cuestiones personales. Simplemente mi mente sigue funcionando con mil cosas y no me permite dormir, por mucho que intente”, explica.
Aunque ha probado con métodos naturales -que a veces funcionan- Ricardo ha evaluado la posibilidad de recurrir a un especialista.
Desde el gobierno el análisis es uno solo: Según explicaron desde el Minsal a T13, la pandemia “ha evidenciado un aumento en sentimientos como miedo, estrés, ansiedad, angustia por encierro, inseguridad por el futuro laboral, síntomas depresivos y crisis de pánico”. Esto, dicen, se ha traducido en un alza de consultas psicológicas de urgencia, por contención emocional e intervención en crisis; consultas para contener emocionalmente a niños; consultas sobre la red de salud mental y/o violencia intrafamiliar. Del mismo modo, se ha registrado un incremento de consultas al teléfono “Salud Responde”, principalmente asociados a cuadros de ansiedad.
Es en este contexto que el gobierno lanzó un programa denominado Saludable-Mente, que busca entregar información relacionada a bienestar psicosocial y elevar la oferta de profesionales de la salud mental.
Sin embargo, faltan algunos pasos para que esta plataforma esté disponible para la población. La semana pasada el gobierno conformó una mesa de expertos para proponer acciones inmediatas para responder al aumento de consultas, y esta semana podrían haber novedades.
¿A quién recurrir?
Se estima que una de cada dos personas en Chile que necesitan tratamiento de salud mental no lo están recibiendo. A esto se suma esperas de hasta 43 días por una atención en el sistema público (cifras del Minsal de 2014) y una cobertura de entre dos a seis consultas anuales el el sistema privado, de acuerdo a una investigación del académico Paul Vöhringer.
Por otro lado, solo cuatro patologías relacionadas con salud mental están incluidas en AUGE: esquizofrenia desde el primer episodio, depresión en mayores de 15 años, trastorno bipolar, y trastornos asociados al alcohol y drogas en menores de 20 años.
“La crisis sanitaria de la salud mental viene desde hace mucho tiempo. Antes del estallido social teníamos a un 25% de la población sintomática y teníamos un 20% de cobertura. Eso en términos reales es que 3,8 millones de personas enfermas y que podíamos darle tratamiento a unas 800 mil, entonces nos quedaba un porcentaje enorme sin atención”, explica Alberto Larraín.
El psiquiatra agrega que “además es un área de las que recibe menos presupuesto, cerca del 2%. A esto se suma a una serie de estigmas e inequidades que tiene el sistema, el ejemplo más claro es que las prestaciones de salud mental tienen tope, mientras que otras enfermedades no la tienen; a un diabético nadie le dice que puede ir a 10 sesiones de nutricionista. Y a nosotros nos rechazan el doble de licencias médicas del sistema de salud”.
“Por eso es tan importante que el tema se visualice. Y lo que es positivo es que hoy, por primera vez, se está relevando. Hoy no hay nadie que te pueda decir que el tema no es importante”, señala Larraín, quien fue uno de los expertos convocados por el gobierno para definir el nuevo programa para enfrentar los problemas de salud mental derivados de la pandemia.
Eso sí, advierte: “Estamos Partiendo un poco tarde, y lo importante es entender que el tema de salud mental no es un tema sanitario, es un tema global, de cómo la comunidad se construye. La salud mental es el bienestar de las personas y cómo ellas van desarrollando su vida. De ahí es importante que haya medidas que sean estructurales”.
Diego Riveros es psicólogo y supervisor de Línea Libre, un programa de la Fundación para la Confianza que entrega orientación para niños, niñas, adolescentes y jóvenes de hasta 29 años. El servicio es gratuito y se puede acceder a través de tres canales: un correo electrónico, el número de teléfono 1515 y una aplicación que cuenta con un chat (ingresa a este enlace para descargarla a un dispositivo Apple y a este link para equipos Android).
El servicio ha tenido un importante alza en las consultas, que se han incrementado en un 41%, lo que los ha llevado a extender los horarios de funcionamiento hasta las 22 horas y funcionar de lunes a sábado. Solo en el mes de abril recibieron 1.459 casos.
Riveros (en la foto) es enfático que “con el coronavirus se ha hecho más notorio las deficiencias del sistema en cuanto al acceso de tratamientos para la salud mental. Hay una brecha asistencial muy grande -que siempre ha sido así- pero ahora con la pandemia se hace cada vez más notorio. Antes de esto, las personas tenían dificultades, pero muchos estaban en tratamiento o podían manejarlo. Y la pandemia viene a agudizar estos fenómenos”.
De hecho, del total de consultas, un 42,9% estuvo relacionados a temáticas de salud mental (tristeza, trastorno alimentario, soledad, ideación suicida, duelo, depresión, autolesiones, autoestima, ataque de pánico, angustia, alcohol y drogas).
En tanto un 17% de los llamados se relacionan a la crisis sanitaria (factores relacionados con el encierro y las cuarentenas prolongadas) y el 13,6% conflictos interpersonales. “En muchos casos, el hogar no termina siendo un lugar protector y es justamente en la casa y el hogar donde los jóvenes han debido mantenerse”, explica.
El sistema funciona así: Una vez que la persona recurre al servicio le contesta un psicólogo o psicóloga, quien le ofrecerá ayuda y le explicará que se trata de un espacio donde pueden hablar con confianza de sus problemas. Algunos, dice Riveros, mencionan directamente el motivo de su llamada, mientras que con otros cuesta un poco más. Es ahí donde se acompaña al contacto para definir e identificar el motivo del llamado o, qué es lo que quiere solucionar.
“El 70% de los casos se resuelve en una primera conversación. Vamos levantando los recursos, problematizando: qué has hecho antes para enfrentar una situación similar, cómo crees que esto lo podríamos resolver. Cuando has tenido otro problema: qué cosas te han resultado”, explica el psicólogo, que agrega que la idea es que sea la propia persona la que llegue a una solución para sus propios problemas. .
Además de la Línea Líbre existen otros servicios de orientación, como el que entrega la Fundación Todo Mejora, y que está enfocado en niños, niñas y adolescentes LGBTIQ+, y al que puedes acceder a través de este enlace.
Adicionalmente, para la población general, está disponible el servicio Salud Responde, al que se puede acceder a través del número 600 360 7777.
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¿Se puede hacer una terapia a través de una pantalla?
Cuando hablamos de problemas de salud mental hablamos de un tema que va en alza a nivel mundial. Se estima que 322 millones de personas en el mundo padecen depresión y 264 millones sufren de ansiedad. Y en Chile la OMS estima en un 5% el porcentaje de la población que vive con depresión, una cifra por sobre el 4,4% del promedio mundial. En tanto, la Encuesta Nacional de Salud del Minsal cifra en 6,2% el porcentaje que vive con depresión.
Y sobre esto es importante aclarar que la depresión se vive por periodos prolongados y va mucho más allá de un episodio de tristeza. Por eso, no se cura de la noche a la mañana y requiere de tratamiento y terapia de manera constante. No basta con que las personas "pongan de su parte", como muchas veces se les suele decir.
¿Cómo se puede entregar terapia a distancia? ¿Se puede?
Alberto Larraín detalla que si bien hay cosas que se pierden, existe bastante evidencia de "tele-psiquiatría", en especial en regiones como Aysén.
Con todo, el experto señala que "lo más complejo es que por la condición de la pandemia, no necesariamente las personas tienen el espacio idóneo para estar mal. Y lo segundo que es complicado, es cuando tenemos una persona de riesgo, y cómo activar el protocolo, hospitalizarlo, en un contexto en que hay dificultades de camas".
Otro tema es la entrega de recetas, en especial para los psicotrópicos cuya receta queda retenida en las farmacias. Para esto, dice, han optado por enviar las recetas a través de delivery, servicios de correo, o definir un lugar con los pacientes para concretar la entrega. “Esto requiere harta creatividad”, comenta.
Es por ello que los expertos han pedido que se pueda habilitar la compra de medicamentos mostrando una copia digital de la receta, bajo ciertos requisitos.