Constanza Hola Chamy, BBC Mundo, Chile
Augusto Pinochet y yo tenemos algo en común: fuimos al mismo colegio.
Toda mi época escolar la pasé entre los muros del Colegio de los Sagrados Corazones (SS.CC.) de Valparaíso, el mismo recinto en el que estudió el hombre que gobernó Chile entre 1973 y 1990.
Pinochet llegó al poder a través de un golpe de Estado que derrocó al entonces presidente democráticamente electo, Salvador Allende.
Y mientras jugaba en los mismos patios por los que él se paseó 60 años antes, escuchando historias sobre sus años escolares, no podía evitar preguntarme cómo era uno de los hombres más temidos de Chile antes de convertirse en militar.
En el centenario de su nacimiento y como periodista de BBC Mundo volví a Valparaíso, la ciudad donde nació y creció Pinochet para buscar pistas sobre su etapa más desconocida: su infancia y adolescencia.
El consentido de su madre
Augusto Pinochet nació el 25 de noviembre de 1915 en Valparaíso. Por esa época el puerto chileno era uno de los principales centros de intercambio comercial del Pacífico.
Y para el matrimonio de Augusto Pinochet Vera y Avelina Ugarte Martínez, la llegada de su primer hijo, un varón, fue una gran alegría.
"El Tito siempre fue el regalón de mi madre", le contó a BBC Mundo Teresa Pinochet, la menor de los seis hermanos, nacida 11 años después de Augusto y la única del clan que queda viva.
Y, según ella, ese apego lo tuvo hasta el final: "El Tito iba todos los días, cuando era presidente, antes de ir al trabajo, a ver a mi madre. Le iba a hacer cariño y para que le diera la bendición".
La casa donde nació Pinochet se ubicaba cerca de un tradicional parque porteño.
Hoy del otro lado del parque se encuentra uno de los edificios más importantes de Chile: el Congreso Nacional, mandado a construir allí por el propio Pinochet en 1987.
A pocas cuadras de allí está el Seminario San Rafael (SSR), el primero de los tres colegios católicos donde hay registro de que estudió el mayor de los seis hermanos Pinochet Ugarte.
Su madre era muy religiosa y para ella la educación católica de sus hijos no era negociable.
También tocaba muy bien el piano, había sido concertista.
Pero Avelina se enfermó, y la familia se trasladó a una casa en el campo, 50 kilómetros al oeste de Valparaíso.
"Parece que mi madre tuvo un principio de asma y el doctor le recomendó cambiar de aire", le contó el propio Pinochet a las periodistas Raquel Correa y Elizabeth Subercaseaux, quienes recogieron la entrevista en el libro Ego Sum Pinochet.
Pero no toda la familia partió a Quillota. En 1925 Augusto ingresó al internado del SSR, conocido en esa época por formar a los futuros sacerdotes de la zona. Aunque ese no fue el caso de Pinochet.
"Era un colegio muy disciplinado. Se castigaban las faltas dejando sin salir el domingo (…) jamás me acostumbré a ese colegio", recordaría Pinochet años más tarde.
Sólo un año duró allí. Según los registros, cursó primero de preparatoria, lo que hoy equivaldría a primer año básico, para niños de 6 años. Él tenía 9.
La época en el campo
En 1926 y después de un año sin acostumbrarse a estar lejos de sus padres, el primogénito de los Pinochet Ugarte se trasladó a Quillota. Ahí fue matriculado en el principal colegio católico de la zona: El Instituto Quillota de los Hermanos Maristas.
La casa de los Pinochet quedaba estratégicamente a cuadra y media del instituto y a igual distancia de la Plaza de Armas, centro neurálgico del pueblo.
Aquí nació la última del clan Pinochet Ugarte: Teresa.
Según la información proporcionada por el colegio, Augusto Pinochet cursó Cuarto y Quinto de Preparatoria. Por qué se saltó dos años entre el SSR y el Instituto, es un misterio.
"Era un alumno regular. Le iba un poco bien en las cosas humanísticas y muy mal en las cosas exactas, en Matemáticas o Ciencias. Lo apodaron 'el burro', por su manera particular de reírse y por las malas notas", le cuenta a BBC Mundo Roberto Silva Bijit, profesor de historia y autor del libro "Historia del Instituto Rafael Ariztía".
Pinochet tampoco se acostumbró al nuevo colegio.
"Un grupo de alumnos llegaba por las mañanas como cowboys, galopando (…) Se bajaban, amarraban sus caballos y entraban al colegio haciendo sonar las espuelas", relató el propio Pinochet en la entrevista de Correa y Subercaseaux.
Su colegio favorito
Tras dos años en el campo, los Pinochet Ugarte decidieron volver a Valparaíso. A pesar de que dejaron a otros de sus hijos internados en Quillota, Augusto volvió con sus padres.
En 1928 se instalaron en otro sector del puerto, cerca de la Plaza Victoria, corazón de la ciudad.
Y a Augusto, ya adolescente, lo matricularon en los Sagrados Corazones (conocido también como Padres Franceses), uno de los más tradicionales de la ciudad.
En los Sagrados Corazones estuvo cinco años, entre 1928 y 1932. De allí se fue a la Escuela Militar.
Entonces era un colegio sólo de hombres.
Más de 60 años después y cuando ya era mixto, crecí escuchando las historias sobre el estudiante más famoso y polémico del colegio.
Se decía que no era buen alumno y que los curas, asustados de que bajara el rendimiento del colegio durante los exámenes nacionales, lo instaron a postular a la escuela militar.
La verdad es que Pinochet no era un mal alumno, aunque tampoco era brillante. Era más bien promedio y pasaba con la nota mínima, aunque algunos años sacó menciones honrosas en premios de ramos como música, francés y trabajos manuales. Un año incluso obtuvo el premio al mejor promedio en Matemáticas.
Pinochet mencionó que le gustaba practicar francés porque le recordaba al padrastro de su madre, quien llegó de Francia, "pero a mí me gustaba el latín; orábamos en latín, sabíamos también algunas frases..:", contó el militar en la entrevista con Correa y Subercaseaux.
A pesar de que en 2008 el colegio se trasladó a instalaciones más modernas y desde entonces las salas de este lugar quedaron semiabandonadas, su iglesia todavía se conserva como una de las más tradicionales y antiguas de la región.
"Buenas tardes, general"
En 1973, luego del golpe de Estado, los colegios donde estuvo el entonces recién estrenado presidente de la junta militar le rindieron homenaje.
Sus revistas escolares dedicaron páginas al exalumno que se tomó el poder.
Y los alumnos de los SS.CC. tuvieron que ensayar un saludo especial para la ceremonia de finalización de año, que contó con la asistencia del líder militar.
Cuando Pinochet saludara a los alumnos formados, todos debían responder: "Buenas tardes, general". Incluso algunos fueron reprendidos por equivocare y decir "mi general", apelativo que sólo se utiliza entre miembros de las Fuerzas Armadas.
No fue la única vez que Pinochet volvió al colegio.
Por años y con un importante dispositivo de seguridad de por medio, el líder de facto fue al colegio a visitar a uno de los sacerdotes, que era su confesor.
Iba al final de la tarde y cruzaba el patio al lado del tradicional "muro amarillo", un muro que dividía el patio y que era el epicentro de la vida escolar durante los recreos.
Sin embargo, la última vez que fue durante su gobierno tuvo un altercado. Y no fue ni una autoridad, ni un profesor, ni un apoderado el que le dijo lo que muchos pensaban pero nadie se atrevía a decir, sino un alumno.
Corría 1987 y Chile estaba convulsionado por las protestas que exigían democracia.
Un año antes había ocurrido el "Caso quemados", donde dos jóvenes fueron quemados vivos por una patrulla militar durante una protesta. Y al año siguiente se realizaría el plebiscito para que Chile votara si quería continuar o no con Pinochet al mando del país.
En ese contexto, ya no de uniforme sino de civil y con prensa de por medio, Pinochet concurrió un sábado al colegio. Mientras era entrevistado por un alumno, el general comenzó a hablar sobre los jóvenes como el futuro de Chile, cuando Osvaldo Badenier, de 15 años y director del diario escolar, le salió al paso.
"Le pregunté por todos los jóvenes marginados, quemados, los que no podían hablar… si acaso esos no eran también el futuro de Chile", le contó Badenier a BBC Mundo.
Pinochet lo quedó mirando ofuscado. "Me dijo: '¡Marxista! A ti te lavaron el cerebro los profesores'", recordó.
Tiro al blanco
Dos años después del "episodio Badenier" yo entré a kínder. Ese mismo año, el país volvía a elegir democráticamente un presidente después de casi 20 años.
El colegio donde yo crecí ya no veía con buenos ojos al exalumno Pinochet.
Comenzaban a saberse las cifras de las violaciones a los derechos humanos: alrededor de 3.000 personas fueron muertas o desaparecidas durante el gobierno militar.
Y muchos de los sacerdotes de la congregación habían tenido un rol activo en la defensa de los Derechos Humanos durante el gobierno de facto.
Gonzalo San Martín, quien es hoy profesor y fue alumno durante los 90s recuerda una anécdota.
"Nosotros jugábamos, cuando éramos chicos a buscar pasadizos o salas escondidas porque el colegio era un edificio muy antiguo y tenía muchos lugares que estaban clausurados", cuenta.
"Y en esos lugares siempre se apilaban cosas, terminaban siendo prácticamente bodegas y así encontramos un montón de cosas y entre ellas de repente apareció una foto del señor Pinochet, grande, autografiada con una firma grande, dedicada al padre Gonzalo Arévalo, que fue un padre que estuvo muchos años ligado al colegio".
"Primero fue impactante. Eran los años 90, entonces era como súper fuerte.Veníamos recién saliendo de la dictadura y a la mayoría de nosotros nos habían enseñado siempre en nuestras casas que Pinochet era el malo y que todo lo otro era lo bueno.
"Entonces pescamos la foto y la colgamos en el diario mural de la sala y jugábamos a tirarles dardos y hacíamos puntería con la foto de Pinochet.
"Terminamos regalándosela a una apoderada del colegio que era una de las pocas pinochetistas que conocíamos nosotros porque ya no quedaban muchos en Chile".
Han pasado 100 años de su nacimiento, nueve de su muerte y 25 de democracia. Sin embargo, el fantasma de Augusto Pinochet sigue presente en varias y diversas áreas de la sociedad chilena. Y los pasillos de los lugares que lo vieron crecer no son la excepción.