El 17° Juzgado de Garantía de Santiago ordenó al Estado de Chile indemnizar con 50 millones de pesos, por concepto de daño moral, a Mario Mejías Huircán, un poblador de Lo Hermida de Peñalolén que fue secuestrado y torturado luego de denunciar ante el Papa Juan Pablo II crímenes de la dictadura en 1987. 

El 2 de abril de 1987, en medio de la visita del Papa Juan Pablo II a Chile, Mario Mejías fue uno de los pobladores que subió al escenario y emitió un discurso en la población La Bandera.

“Usted tendrá un mensaje para que los poderosos dejen el orgullo y el egoísmo y nos dejen de matar en las poblaciones (...) para poder construir un Chile con justicia y libertad”, expresó Mario Mejías aquel día, ante los vítores de los asistentes. 

Sin embargo, pocos días después, el 1 de mayo de 1987 “Mario Mejías Huircán fue sacado en horas de la madrugada violentamente desde su hogar en la población Lo Hermida, casa a la que ingresaron sujetos presuntamente agentes de represión, siendo golpeado severamente, fue trasladado en un vehículo hasta un sitio eriazo en la comuna de Conchalí, para ser abandonado, provocándole lesiones en su rostro y cuerpo, de diversa gravedad, por lo que fue trasladado a la Posta Central”, según el fallo.

La indemnización para Mejías también considera otra detención que sufrió el hombre el 23 de noviembre de 1989 cuando fue detenido mientras estaba en una  protesta del movimiento Sebastián Acevedo por Carabineros, “para luego ser puesto a disposición de 6a Fiscalía Militar de Santiago causa Rol 1718-89, permaneciendo privado de libertad, donde fue dejado en un calabozo en Penitenciaría por 34 días, para luego obtener el beneficio de libertad bajo fianza aprobado por la Corte Marcial”.

La resolución agrega: “Que si bien, la privación de libertad por 34 días se produjo al alero de un proceso seguido en justicia militar, cuya validez y legitimidad no ha sido impugnada ni declarada, de la concatenación de los hechos parece dable presumir que la detención y posterior prisión fue parte de una serie de actos de persecución y represión en contra del actor, cuyo origen se remonta a la intervención que tuvo el sr. Mejías al dar un testimonio en un discurso en un acto público ante el Papa, en su visita oficial en el año 1987, hecho público por todos conocido”.

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