Un pedido de perdón provocó indignación en Chile entre decenas de familiares de las personas torturadas y asesinadas durante el gobierno militar de Augusto Pinochet.

Diez hombres, que cumplen largas condenas por crímenes de lesa humanidad, pidieron clemencia durante una misa navideña celebrada dentro de la prisión.

Pero activistas de derechos humanos expresaron que si realmente estuvieran arrepentidos, hubiesen revelado los lugares donde las víctimas fueron enterradas y desaparecidas.

Alrededor de 3.000 opositores a Pinochet fueron asesinados entre las décadas de 1970 y 1980.

Los que rechazaron el acto dijeron que se trató de un gesto "cínico", diseñado únicamente para que los prisioneros obtengan una liberación anticipada.

Algunos de los prisioneros pidieron que sus discursos en la misa se difundieran públicamente.

    
Otros familiares de las personas asesinadas y torturadas protestaron en la Catedral de Santiago.

El exoficial del Ejército Carlos Herrera Jiménez, sentenciado a cadena perpetua, dijo: "Pido ser perdonado por quienes les produje zozobras y dolores en los momentos que participé en la implementación de políticas de seguridad pública en el gobierno militar".

Entre los participantes de la eucaristía estuvo Raúl Iturriaga Neumann, exsubdirector de la DINA, la temida policía secreta de Pinochet.

Protestas

Algunos familiares de las víctimas se encadenaron a los bancos de la Catedral de Santiago para protestar contra el acto religioso.

Uno de los manifestantes, Luis Andrade, le dijo a la BBC: "Ellos han cometido crímenes por los que en otros países les hubieran dado una inyección letal o la condena a la silla eléctrica.

"Asesinaron, dispararon, violaron y torturaron. Mi tía recibió torturas mientras estaba embarazada. Entonces, ¿por qué les importamos? ¿Acaso les importamos cuando nos torturaban?".

Asimismo, decenas de activistas protestaron frente al Palacio de la Moneda, sede gubernamental, exigiendo el cierre de la prisión de Punta Peuco, exclusiva para militares, y el traslado de los presos a penales comunes.

    
Activistas de derechos humanos argumentaron que el acto religioso solo busca que se reduzcan las penas de los prisioneros, ya avanzados en edad.

Sin doble intención

Sin embargo, el sacerdote católico Fernando Montes, quien lideró el acto religioso en la prisión de alta seguridad de Punta Peuco, dijo que ninguno de los hombres había pedido ser liberado o reducir su sentencia.

Simplemente habían pedido perdón, expresó.

"Nadie de los que escuché pidió que se le rebajaran las penas, nadie pidió amnistía. Pidieron perdón", declaró a los medios locales a la salida de la cárcel este viernes.

Añadió: "Quizá, desde hoy, aquellos que tengan información sobre lo que pasó pueden aportar algo, y de esa forma podremos ayudar a hacer justicia".

En las mismas instalaciones y mientras se celebraba la misa, se reunieron decenas de familiares de detenidos desaparecidos que exigían justicia para los culpables.

    
El sacerdote Fernando Montes negó que los prisioneros hubiesen pedido una amnistía durante la misa.

Es la primera vez que prisioneros por crímenes contra los derechos humanos durante el gobierno de Pinochet piden perdón, señaló Paula Molina, periodista de BBC Mundo en Santiago.

"El pedido de clemencia coincidió con los recientes esfuerzos de algunos prisioneros por optar por beneficios carcelarios debido a su avanzada edad o por motivos de salud", explicó Molina.

Precisamente este viernes, la Corte Suprema de Chile revocó una resolución de la Corte de Apelaciones de Santiago que otorgó libertad condicional para Armando Cabrera Aguilar, condenado a cadena perpetua por el homicidio del carpintero Juan Alegría Mondaca.

El máximo tribunal del país argumentó que el haber recibido esa sentencia por delitos de lesa humanidad le impide acceder al beneficio de la libertad condicional, reportaron medios locales.

Solo el 35% de los chilenos cree que los militares sentenciados por crímenes contra los derechos humanos que estén en edad muy avanzada o con enfermedades terminales deben tener derecho a beneficios carcelarios, según una encuesta reciente de la consultora chilena Cadem.

   
Augusto Pinochet tomó el control de Chile en un golpe militar contra Salvador Allende en 1973.

Como presidente, ordenó muchos de los operativos en los que miles fueron asesinados y otros cientos recibieron torturas y se exiliaron.

Pinochet se apartó del poder en 1990, se retiró como comandante en jefe del Ejército en 1998 y murió en 2006.

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