En 1994 la Asamblea General de las Naciones Unidas (ONU) declaró el 17 de junio como el Día Mundial de Lucha contra la Desertificación y la Sequía para fomentar la conciencia pública sobre el tema. ¿Por qué?, ocurre que unos 805 millones de personas en el mundo no tuvieron acceso a los nutrientes necesarios entre 2012 y 2014, según el informe sobre el Estado de la Inseguridad Alimentaria de 2014, de la FAO.

La cifra, según expertos de la ONU, equivale a uno de cada ocho habitantes del planeta: “La gran mayoría viven en países en vías de desarrollo”, aseguran.

En estas zonas abundan las tierras áridas que no retienen el agua y que son más vulnerables a la destrucción causada por el hombre o por la naturaleza.

Frente a este escenario, los especialistas consideran cinco recomendaciones:

1. Se debe considerar un cambio en el uso de la tierra, apostando por una agricultura más sostenible y que se adapte al cambio climático, en especial en aquellas zonas áridas en las que la escasez de comida es cada vez mayor.

2. Posibilitar el  mayor acceso a los avances tecnológicos y a la titularidad de tierras de los pequeños agricultores que respetan el medio ambiente y dan una respuesta a las necesidades alimentarias de millones de hogares, especialmente de los más pobres.

3. Generar un mayor equilibrio entre las finalidades ecologistas y el consumo de alimentos.

4. Considerar el aumento de las inversiones encaminadas a promover mejores prácticas y un sistema de producción más sostenible.

5. Desarrollar  acciones encaminadas a visibilizar las consecuencias de la desertificación, cuyos efectos sobre la paz, la seguridad y la estabilidad son invisibles pero, sin embargo, una realidad para los países con escasez de agua y de comida, y cuyos habitantes se ven obligados a emigrar como consecuencia de este problema.

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