Un gran descubrimiento realizaron investigadores de la Universidad de Chile, liderados por el paleontólogo Rodrigo Otero, tras revelar que hace unos 160 millones de años el desierto de San Pedro de Atacama estaba a 100 metros de profundidad bajo un mar que albergó una gran variedad de seres vivos.

Este hallazgo comenzó a gestarse una vez que el director del Museo Cultural de Calama les entregó unos restos hallados en la zona de Cerritos Bayos y que correspondían a plesiosaurios, reptiles marinos del periodo Jurásico.

Al ser investigado con detalle, este elemento era un diente de un ejemplar de la familia Cryptoclididae, del cual se conocía en Europa y en Argentina, donde se encontró una vértebra.

Debido a esto, desde el 2014 se iniciaron exploraciones con el apoyo del Consejo de Monumentos Nacionales, y entre 2017 y 2018, se encontraron otros restos correspondientes a otras dos especies: Muraenosaurus y Vínialesaurus, que habían vivido hace 163 y 167 millones de años.

Según consigna el estudio publicado en Journal of Vertebrate Paleontology, ninguna de estas especies había sido encontrada anteriormente en el hemisferio sur, lo que reforzaría la hipótesis de que en esa época existió una especie de corredor acuático que conectaba Europa con el océano Pacífico.

Cabe destacar que en ese periodo, el mundo se dividía en dos grandes masas de tierra. Una de ellas era Laurasia, que contemplaba lo que hoy se conoce como Europa, Asia y Norteamérica; y Gondwana, que reunía África, América del Sur, Oceanía y la Antártica.

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