Ceniza. Bosques enteros convertidos en la escenografía de una película de suspenso en blanco y negro. Más ceniza.
Así quedaron las zonas más afectadas por los incendios forestales que golpearon en el último mes a la zona central de Chile.
La emergencia ya parece estar controlada, pero los vientos y las altas temperaturas que alientan el fuego aún mantienen algunos focos prendidos. Algunas brasas calientes.
Pese a sufrir incendios todos los años, nunca antes el país austral había vivido una emergencia como ésta.
Casi 600.000 hectáreas, un área tan grande como la zona metropolitana de Ciudad de México, quedaron calcinadas.
Los incendios dejaron 11 muertos, 7.500 damnificados y poco más de 1.600 viviendas destruidas.
Las zonas más afectadas son la base de una de las industrias madereras más grandes del mundo, que ahora tendrá que ingeniárselas para mantenerse a flote sin sacrificar empleos, producción y contratos.
Lo que ya se giró
La primera estimación del gobierno de Michel Bachelet valoró en US$333 millones el costo de la emergencia.
Pero eso se destinará –o se está destinando– a procedimientos de lucha contra el fuego y proyectos de reconstrucción de viviendas.
De ese monto casi US$140 millones se han gastado en el despliegue aéreo para combatir el fuego, el apoyo de las Fuerzas Armadas y la ayuda inmediata a las comunidades afectadas, según le informó el Ministerio de Hacienda a BBC Mundo.
Se destinaron US$60 millones para apoyar a las empresas afectadas, US$130 para viviendas a reconstruir y US$7 millones para escuelas y ambulatorios.
El Ministerio de Hacienda dijo que dichos recursos vendrán de un reacomodo del propio presupuesto gubernamental, que por ahora no tendrá que emitir deuda por la emergencia.
Lo que viene
Pero hasta acá lo que ya está girado.
Como reconoció el gobierno mismo, esta estimación no tiene en cuenta el patrimonio perdido en los incendios ni el efecto sobre la economía.
Según la Sociedad Nacional de Agricultura, el sector productivo de la zona –madera, ganadería y agricultura– perdió un estimado de US$400 millones en patrimonio.
Los bosques de pinos y eucaliptos son el rubro más afectado, pues según dicha organización gremial se destruyeron US$350 millones en bosques.
US$5 millones de olivos y viñas. US$50 millones de forrajes. US$80 millones de pastizales. US$5 millones de bodegas y empaquetadoras. Todo eso se perdió.
"En los próximos años podremos ver un impacto en el empleo y en el ingreso rural agrícola y no agrícola", dijo Patricio Crespo, presidente de la SNA, a la prensa local.
"Y tendrá alcances en la futura calidad de vida de las comunidades y podría implicar una acentuación de los procesos de migración campo-ciudad, por lo cual es imperioso recuperar la capacidad productiva de los agricultores, apicultores, entre otros, con el objeto de minimizar estos impactos sociales", aseguró.
Las cifras de la SNA sólo se refieren a patrimonio, porque es difícil saber cuánto se perdió de lo que se pudo haber ganado de no ocurrir esta emergencia.
Además de ser un núcleo de la industria maderera, por ejemplo, la zona central de Chile también es un importante receptor de turistas locales y extranjeros, que ahora pensarán dos veces en venir a consumir a un sector que no ha terminado de recuperarse del terrible maremoto de 2010.
En el mes de la emergencia el turismo cayó 35% en las zonas, según el Ministerio de Turismo.
"Con esto (la emergencia), tuvimos que replantear costos, personal, todo", le dijo a BBC Mundo Liliana Moya Villablanca, una chilena que con su familia tiene un hotel y un restaurante que fueron remodelados bajo la premisa de que este verano sería diferente.
No lo fue.
"¿Cuánto vale eso?"
Algo similar y a mucho mayor escala les pasará a las empresas que producen madera en la zona: tendrán que replantear su esquema de cultivos, producción y exportación.
Sin poner en riesgo –han dicho las más importantes– el empleo de 7.000 personas que trabajan en sus plantas.
"Hay bosques que tenían dos años, pero otros que tenían 30 o 40 años en proceso de cultivo, ¿cómo se recupera eso?", se pregunta Jorge Martínez, jefe de incendios de Working on Fire, una contratista de la gigante maderera Arauco.
Según la Corporación Chilena de la Madera, menos del 3% de toda la superficie forestal afectada estaba asegurada.
"¿Qué hacer con la madera quemada? La puedes usar para producir celulosa y energía, pero ¿de dónde sacas la madera para cumplir los contratos por madera aserrable?", se pregunta Martínez.
Según él, 50 aserraderos de pequeños y medianos productores quedaron calcinados. Al igual que dos campamentos de su empresa de consultoría forestal y cinco torres de vigilancia.
"Y ni hablar de los que se quemó de naturaleza nativa", añade.
"Se quemaron robles, paulownias, ruiles, especies endémicas, árboles de toda una vida".
Según Martínez, quizá una de las personas que más conoce estos bosques del centro de Chile, se quemaron una 5.000 hectáreas de reservas.
"Son árboles que duran 100 o 200 años en crecer. ¿Cuánto vale eso?".
¿Y LA INDUSTRIA DEL VINO CHILENO? Según la asociación Vinos de Chile, los daños que han dejado los incendios forestales "han sido proporcionalmente bajos". Se refiere a los viñedos que se encuentran en las regiones afectadas de O'Higgins, Maule y Biobío. |