"Yo me descompensé ayer (...) Esto le puede pasar a cualquiera. Yo estoy confiado, estoy tranquilo. Si me toca, me toca. Yo sé que no voy a morir, sé que le voy a ganar".
Aunque las ganas, las esperanzas o la fe están intactas , el testimonio anterior —correspondiente a un paciente COVID-19 a punto de ser intubado— representa uno de los momentos más complejos y aterradores de la enfermedad.
Un equipo de Teletrece pasó una noche en el Hospital El Carmen de Maipú retratando cómo se vive por dentro de desgarradora "despedida" en la sala de urgencias. Esa donde los casos graves de coronavirus pasan a ser conectados a ventilación mecánica invasiva sin saber si volverán a despertar y ver a sus familias.
Durante esas horas, en el centro médico hubo ocho pacientes que tuvieron que ser intubados. De distintas edades, algunos aquejados de enfermedades de base y otro ni siquiera eso. Así de traicionero es el COVID-19, han dicho los expertos.
Un último saludo a través de una tablet, otros en completa soledad. Un adulto por sobre los 40 años tiritaba de miedo, negándose incluso un par de veces a ser conectado a ventilación mecánica invasiva.
Una mujer, por otra parte, tuvo que despedirse de su esposo a través de videollamada; ese hombre del principio, por otro lado, dejó a su esposa y a su hijo en una residencia sanitaria.