En los últimos cuatro años se ha duplicado el número de agresiones a profesores, tanto de estudiantes como de apoderados. La última víctima de ese aumento en la violencia fue Katherine Yoma, una docente de inglés en Antofagasta que tras vivir maltrato por varios meses se suicidó.
El lunes decenas de profesores paralizaron sus actividades en esa ciudad para exigir medidas a las autoridades, mientras que en el Congreso se pidió una ley a nombre de esa profesora.
A propósito de este mismo tema, una investigación de Reportajes T13 expuso que casi 500 docentes han sufrido maltratos físicos o verbales, los cuales ocurren en la misma sala de clases.
Katherine Yoma, de 31 años, había denunciado públicamente en septiembre del año pasado la situación que vivía con una alumna. De las burlas a las amenazas de muerte que nadie detuvo y que se habrían sumado a las de su propio apoderado.
Su caso es el más grave entre los episodios de maltratos a profesores ocurridos hasta hoy. Si en 2019 había 206 profesores golpeados o violentados, el año pasado fueron 466. Y claramente hay una cifra de aquellos que no se atreven a denunciar.
El pasado 19 de mayo en el Liceo Haydée Azócar de Buin un alumno de cuarto medio decidió golpear a su profesor de matemáticas, luego de que él lo separara de una pelea. El profesor estuvo con licencia médica y el estudiante fue expulsado, pero ¿cómo vuelve un docente a pararse frente a su curso tras un hecho así?
Fue la pregunta que se hizo durante semanas Miguel Miño. El 31 de octubre un alumno lo dejó grave, luego de informarle a él y su mamá que iba a repetir.
Luego la sangre, la confusión, la ambulancia que llegó a auxiliarlo. Eso mientras el alumno salía del centro educacional de San Ramón y su mamá tranquila tras a él. El golpe fue tal que le quebró la nariz y la mandíbula. Este profesor tuvo que someterse a una cirugía donde le implantaron 20 tornillos para reconstruir el daño físico. El otro, el psicológico, él y su esposa que también hacía clases allí, aún intentan sanar.
Ambos fueron trasladados a otro liceo de la comuna. Pero claro, viven con el miedo de este alumno que fue formalizado y quedó con medidas cautelares, pero que podría perfectamente golpearlo de nuevo.
La vulnerabilidad que viven los profesores, es real. Y muchos agotados tras una pandemia que cambió para mal a tantos estudiantes, deciden renunciar.
“La deserción es un problema actual, futuro y pasado. Tenemos que trabajar en las condiciones laborales de los docentes, porque no podemos seguir perdiendo cerca de 8.000 profesores al año”, advirtió Ignacio Maldonado, del programa Elige Educar.
Desde el 2022 al 2023, las denuncias por maltrato por parte de estudiantes aumentaron en un 58%, pero el Colegio de Profesores cree que esa cifra puede ser aún mayor.