Este lunes se confirmó el fallecimiento del exsacerdote y abusador sexual y de conciencia, Fernando Karadima, a los 90 años. Quien fuera expulsado de la Iglesia Católica en 2018 por los delitos cometidos falleció la noche del domingo producto de una bronconeumonia, insuficiencia renal, diabetes e hipertensión arterial, según dice su certificado de defunción.
De esta manera murió uno de los representantes de la iglesia más emblemáticos por los casos de abuso sexual y uno de los primeros cuyas víctimas denunciaron y lograron que se le expulsara de la iglesia por el Papa Francisco.
El Vaticano fue quien consideró culpable a Karadima, cuyos abusos sexuales se produjeron, al menos, en la década de 1980 y 1990 en la Parroquia El Bosque de Providencia.
El bullado caso llevó, en 2018, a que 34 obispos chilenos viajaran a Roma a reunirse con el Papa, quien les entregó un documento en el que analiza los abusos sexuales cometidos por algunos sacerdotes y la falta de acción por parte de quienes debían evitarlos y sancionarlos.
T13 tuvo acceso exclusivo a ese texto reservado que en mayo de 2018 Francisco entregó a los obispos chilenos.
“Debemos reconocer que se realizaron diversas acciones para tratar de reparar el daño y el sufrimiento ocasionados, pero tenemos que ser conscientes que el camino seguido no ha servido de mucho para sanar y curar. Quizás por querer dar vuelta la página demasiado rápido y no asumir las insondables ramificaciones de este mal; o porque no se tuvo el coraje para afrontar las responsabilidades, las omisiones, y especialmente las dinámicas que han permitido que las heridas se hicieran y se perpetuaran en el tiempo; quizá por no tener el temple para asumir como cuerpo esa realidad en la que todos estamos implicados”, dice uno de los segmentos más destacados.
“La dolorosa y vergonzosa constatación de abusos sexuales a menores, de abusos de poder y de conciencia por parte de ministros de la Iglesia, así como la forma en que estas situaciones han sido abordadas, deja en evidencia este “cambio de centro eclesial”. Lejos de disminuir ella para que apareciesen los signos del Resucitado el pecado eclesial ocupó todo el escenario concentrando en sí la atención y las miradas”, sigue.
"Es urgente abordar y buscar reparar en el corto, mediano y largo plazo este escándalo para restablecer la justicia y la comunión. A su vez creo que, con la misma urgencia, debemos trabajar en otro nivel para discernir cómo generar nuevas dinámicas eclesiales en consonancia con el Evangelio y que nos ayuden a ser mejores discípulos misioneros capaces de recuperar la profecía”, sugiere.
“Recibí con cierta preocupación la actitud con la que algunos de Ustedes, Obispos, han reaccionado ante los acontecimientos presentes y pasados (…) Los problemas que hoy se viven dentro de la comunidad eclesial no se solucionan solamente abordando los casos concretos y reduciéndolos a remoción de personas ; esto –y lo digo claramente- hay que hacerlo, pero no es suficiente, hay que ir más allá. Sería irresponsable de nuestra parte no ahondar en buscar las raíces y las estructuras que permitieron que estos acontecimientos concretos se sucedieran y perpetuasen”, añade.