Su imagen puede resultar amenazante, como un sombrío paisaje de Game of Thrones.
Cerca del volcán Llullaillaco, el segundo más alto del mundo, en pleno desierto de Atacama en Chile, se erigen los penitentes, una desafiante horda de dagas heladas que apuntan en dirección al sol.
Permanecen inmóviles, erguidas con estoicismo a merced de la luz y el viento seco en uno los ambientes más hostiles del planeta.
Charles Darwin fue el primero en documentarlas en 1839, pero solo ahora, 180 años después, un grupo de científicos descubrió que estos puñales gélidos hospedan un oasis de vida en medio de la aridez.
¿Qué son estas enigmáticas estructuras de hielo y por qué resolver sus misterios nos puede ayudar a entender la posible vida que habite en otros planetas?
Ambiente extremo
Los penitentes se encuentran principalmente en la región de los Andes de Chile y Argentina, en alturas por encima de los 4.000 metros sobre el nivel del mar.
"Esta es un área muy remota y de difícil acceso", dijo en un comunicado Steve Schmidt, profesor de ecología y biología evolutiva en la Universidad de Colorado Boulder y coautor de la investigación en el volcán Llullaillaco.
"No es algo trivial ir a este lugar, y esa es una de las razones por las que estas formaciones no se han estudiado mucho".
Se les llama penitentes porque su aspecto blanco y puntiagudo hace recordar al de los creyentes católicos que cubren su rostro con un atuendo cónico durante sus ritos religiosos.
Pueden medir desde unos cuantos centímetros hasta 5 metros y su particular forma se debe a una combinación de violentas condiciones climáticas que incluyen vientos extremos, cambios de temperatura y una fuerte radiación solar.
¿Cómo se forman?
En un ambiente extremadamente seco como el desierto, el hielo no se derrite en forma de agua sino que directamente se evapora, en un proceso llamado sublimación.
Los rayos del sol calientan la nieve en un ángulo particular, lo que produce que unas zonas se sublimen más rápido que otras.
A medida que el hielo va perdiendo masa se van formando las hendiduras curvadas, como los dientes de un cuchillo. Estas hendiduras a su vez concentran los rayos del sol, así que se subliman aún más rápido.
Algunos científicos creen que las impurezas en la nieve también contribuyen a que se formen los penitentes, pues esas impurezas crean zonas negruzcas que absorben más luz del sol y se derriten más rápido, formando las hendiduras.
¡Hay vida!
Al llegar al campo de los penitentes, los investigadores notaron parches rojizos, algo que en otras zonas había sido un indicador de vida microbiana.
Tomaron muestras y al regresar al laboratorio confirmaron que en medio de los penitentes viven algas y otros microorganismos.
Según su investigación, esta es "la primera documentación de algas de nieve o cualquier otra forma de vida en los penitentes".
"Curiosamente, la mayoría de las algas de nieve que se encuentran en este sitio están estrechamente relacionadas con otras algas de nieve de ambientes alpinos y polares", dijo la bióloga Lara Vimercati, coautora de la investigación.
¿Hay vida?
Este hallazgo brinda nuevas pistas para entender mejor la vida en ambientes extremos en la Tierra, pero también sirve para pensar cómo podría ser la vida en otras partes del universo.
En Plutón se han encontrado formaciones similares a los penitentes que miden varios metros, y se cree que también podrían existir en Europa, una de las lunas de Júpiter.
A su vez, la región del Atacama en Chile es considerada la mejor analogía de la Tierra respecto a los suelos de Marte.
"Conocer los ecosistemas extremos en la Tierra nos puede dar luces sobre cómo podrían ser los ecosistemas análogos que podrían existir en otros planetas", le dice a BBC Mundo, la bióloga Cristina Dorador, profesora de la Universidad de Antofagasta y coautora del estudio.
Así, el estudio muestra que sin importar las condiciones adversas, la vida se abre camino si hay presencia de agua, quizás incluso en otros planetas?