"A Pérez lo conocí por primera vez como miembro de nuestra organización de espionaje en el mes de septiembre del año pasado".

Eso se lee en uno del millar de documentos desclasificados este jueves por la Policía de Investigaciones de Chile (PDI) y que le permitieron desmantelar una operación de espionaje de la Alemania nazi en el país sudamericano durante la Segunda Guerra Mundial.

La frase es parte de lo dicho por Augusto Kröll, quien compareció como imputado ante un tribunal el 29 de marzo de 1944.

Apenas un año antes el Departamento 50, una unidad de inteligencia de la policía civil recién creada tras el descubrimiento de grupos nacionalsocialistas en el sur de Chile, había desbaratado una estación de radio alemana clandestina.

Según descubrieron, operaba en Quilpué, en la región de Valparaíso, e interceptaba las comunicaciones de la armada y los aliados y trasmitía la información por medio de mensajes cifrados a Alemania.

En su declaración, Kröll contó cómo, junto a otro detenido, Hans Graner Jeitteles, hizo llegar el aparato transmisor.

"(?) Graner y yo llegamos un día del mes de enero último, el receptor metido en una maleta vieja mía, como a las siete de la tarde a la plaza Baquedano (en la comuna de Providencia, en la capital, Santiago. Fuimos en mi cacharro (coche)", relató.

"Graner quedó sentado en un banco de la plaza con la maleta y yo me alejé como una cuadra hacia la avenida General Bustamante. Quince minutos después llegó Humberto Pérez y recibió de Graner la maleta con el receptor".

Por "50.000 pesos al año"

Como parte de las indagaciones, entre el 15 y el 18 de febrero de 1944 efectivos del Departamento 50 habían allanado la casas de Kröll y Guillermo Kunsemueller, otro de los arrestados, y detenido el jefe de la organización, Bernardo Timmermann.

Y a eso también hizo referencia Kröll en su declaración, con el que reconocía haber sido parte de la red.

"Del dinero que fue recogido en el allanamiento de mi casa, más o menos cinco mil pesos, son producto de mi trabajo particular, y el resto es dinero que recibí de Timmermann por mis actividades de espionaje".

Kunsemueller también se presentó ante el juez el 29 de marzo de 1944 y contó qué tipo de información manejaba la estación clandestina.

"(?) recibí un mensaje por radio desde Alemania mediante el receptor que funcionaba en mi casa, en el cual se ordenaba informar sobre el movimiento de tropas norteamericanas en América del Sur", explicó.

"Por mi intermedio se enviaban y recibían del extranjero mensajes cifrados, cuyo texto ignoraba porque no conocía la clave", aclaró.

Y por ello "recibía 50.000 pesos al año, que se me pagaban trimestralmente".

Según él, así lo había establecido con el Tercer Reich.

"Cuando salí de Alemania para Chile, comisionado para trabajar en estas actividades de espionaje, obtuve un contrato con el gobierno alemán (?)", contó.

"(?) en virtud del cual (del contrato) dicho gobierno se comprometió a pagarle a mi señora una pensión correspondiente en grado de teniente en caso de que a mí me pasara algo por motivos de mi espionaje".

Entrenamientos paramilitares

La policía también descubrió que en Puerto Varas, en la provincia de Llanquihue, región de Los Lagos, se llevaban a cabo entrenamientos paramilitares en los que participaban jóvenes descendientes de familias alemanas.

Como parte de la operación, los agentes detuvieron a decenas de personas en el sur de Chile y desenterraron en Santiago equipos de alta tecnología, dinero en efectivo, un libro con las claves para enviar los mensajes a Alemania y planos para bombardear minas del norte del país.

Al anunciar que los documentos antes secretos quedaban ahora en manos del Archivo Nacional, el director general de la Policía de Investigaciones, Héctor Espinosa, indicó además que los colaboradores de los nazis en Chile también planeaban destruir el Canal de Panamá.

La desclasificación de los archivos fue solicitada en enero por un grupo de diputados encabezados por Gabriel Silber, del Partido Demócrata Cristiano.

Silber, por su parte, dijo que es probable que los documentos saquen a relucir una "verdad incómoda" que relacionaría a políticos y empresarios chilenos de la época con el nazismo.

El Archivo Nacional de Chile los digitalizó y subió a su sitio web.

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