Salieron de Londres el 5 de diciembre. Como cualquiera que vive en el extranjero, las Navidades parecen el momento perfecto para tratar de volver a casa a visitar a la familia y a los amigos.

Pero el viaje ahora se ha convertido en un dolor de cabeza para Carla Banfi, Mauricio Díaz y Leonor, una pareja de chilenos y su hija de 3 años que pese a seguir pagando su alquiler en una de las ciudades más caras del mundo, no pueden volver a su casa.

El coste de las medidas impuestas por Reino Unido para quienes llegan desde el extranjero está haciendo que muchos no puedan retornar.

Desde el 15 de febrero, los viajeros que ponen un pie en Inglaterra procedentes de "una lista roja" de países de riesgo son conducidos a hoteles para autoaislarse durante diez días.

En esa lista roja están todos los países de Sudamérica.

La factura de esa estancia es fija y asciende a 1.750 libras (unos US$2.400), una cifra difícil de asumir para muchos, incluida la familia de Carla, que, mientras las facturas se acumulan, trata desesperadamente de encontrar una solución.

Varados todavía en Santiago de Chile, Banfi contó su historia a BBC Mundo.


Mi marido Mario, mi hija de 3 años y yo vivimos en Londres desde septiembre de 2018.

Una vez al año tratamos de venir a ver a los amigos y la familia, por lo general para Navidades.

Y bueno, este año lo hicimos así.

Era particularmente especial porque mi papá murió en abril de 2020 de un derrame cerebral.

Programamos el viaje sabiendo que puedo trabajar desde casa y mi marido puede seguir con sus estudios.

Dijimos "ya, quedémonos un par de meses".

Pero luego vino todo el tema del confinamiento en Londres y nos cancelaron el vuelo de vuelta.

Y ahora han impuesto la estadía en hoteles, que se nos hace prácticamente imposible pagar.

Tenemos una renta de la casa de 2.000 libras al mes y es un drama, porque obviamente la seguimos pagando.

Por suerte aquí estamos en la casa de mi madre y entonces no hemos tenido que pagar doble.

Pero las facturas de Londres no se limitan al arriendo.

Sigue llegando la cuenta de la luz, el agua, el impuesto local, internet.

Ni te explico la carga emocional de todo, pero que no sabemos bien qué hacer, si pasar por otro país o esperar.

A Londres no nos podemos ir directamente porque no podemos asumir el costo.

Encuentro que el precio del hotel es una locura y que se lo tenga que costear uno mismo también.

Mi percepción de esto es que a uno le imponen una multa y una pena de cárcel por no haber hecho nada.

Sobre todo viniendo desde Chile que prácticamente no tiene contagios de la cepa brasileña, que es por lo que supuestamente está en la lista roja.

"Todos en el mismo saco"

En ese sentido que incluyan a Chile, un país que no debiera ser considerado de alto riesgo, me hace pensar que no se han tomado el tiempo de hacer ese estudio en serio y han metido a todos los países en el mismo saco.

Acá en Chile, por ejemplo, existen residencias sanitarias costeadas por el Estado, cosa rara en este país que es tan liberal.

Y entonces uno piensa que la imposición de un tipo de restricción de ese tipo al menos debería ser costeada en parte por el gobierno.

Uno no tienen ninguna posibilidad de reducir un poco el costo.

Pero esta situación también tiene una factura psicológica grande como familia.

Qué voy a hacer yo con mi hija 10 días encerrada sin sus cosas, sus juguetes.

Imagínate si me cuesta trabajar acá teniendo que cuidar de ella, no quiero imaginar encerrada en una pieza de hotel.

Peor todavía.

No quiero ni pensar lo que sería estar con todas las maletas dentro, dónde meter todo, cómo organizarlo.

Porque si haces la cuarentena en tu casa es diferente.

Ahí hay varias habitaciones, hay una televisión para entretenerla un rato, sus libros, sus juguetes, todo.

Esa falta de seguridad es una carga emocional muy grande.

No hay certeza de nada. No se puede decidir nada porque no sabemos qué va a pasar.

Lo otro es que, como en toda relación, de repente hay roces.

No estamos en nuestra casa. Queremos estar en nuestro espacio.

Mi hija echa de menos su casa también y lo dice explícitamente, que quiere volver a la casa.

Y la guardería

También corremos el riesgo de perder el depósito que hicimos en la guardería.

Queremos que vuelva.

El hecho de seguir acá nos provoca el problema que se hace superdifícil teletrabajar con ella.

Pero además está perdiendo tiempo valioso de compartir con otros niños, de desarrollarse.

Estamos previendo que tardaremos en volver otro mes más por lo menos.

Pensando en que esto de los hoteles se puede terminar el 31 de marzo.

También valoramos irnos por España, pero leí por ahí el otro día que quizás lo ponían en la lista roja también.

De momento, pagar el hotel lo hemos descartado.

O sea, si, por ejemplo, pasa que estamos en el límite de perder nuestra residencia. Vamos a ver cómo hacerlo, pero sería un caso extremo.

Si mal no entiendo, uno no puede estar fuera más de seis meses.

Todavía estamos dentro del rango relativamente holgado. De momento solo llevamos dos meses y medio fuera.


 

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