La Prueba de Transición (PDT) para optar a la educación superior acortó la brecha entre los distintos tipos de colegios, particulares y subvencionados, incluso en hasta 13 puntos en algunas materias.

El examen que sucedió a la PSU trajo algunas diferencias como un tercio menos de contenidos y nuevas preguntas, así como el doblaje de los puntajes nacionales con respecto al año anterior.

Además, un 85% de los inscritos asistió a dar la prueba, una cifra que también aumentó con respecto al proceso pasado.

"En la próxima prueba, que esperamos aplicar a finales de este año, pero que también sigue después con la nueva prueba que se aplicará para el proceso de admisión 2023. Esa es una prueba que en sus versiones obligatorias de Comprensión Lectora y Matemáticas, va a medir fundamentalmente competencias", dijo Juan Eduardo Vargas, subsecretario de Educación Superior.

Y añadió: "Eso debiera permitir acentuar o al menos mantener el ritmo de acortamiento de brechas. Evidentemente pueden acortarse, pero hasta un límite".

La Prueba de Transición será un proceso de dos años hasta concluir los cambios necesarios para el examen que le sucederá.

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