En Yemen, los rebeldes hutíes informaron este viernes (25.3.2016) que un total de 8.946 civiles han muerto a causa de los bombardeos orquestados por la coalición militar encabezada por Arabia Saudita, que comenzaron hace exactamente un año por solicitud del presidente yemení, Abdo Rabu Mansur Hadi. La intervención armada, bautizada “Operación Tormenta Decisiva”, busca poner fin a la ofensiva iniciada en septiembre de 2014 que le ha permitido a los hutíes controlar gran parte del país –incluida su capital, Saná– con apoyo iraní.
Una carta firmada por el presidente de la Comisión Revolucionaria Suprema, Mohamed al Huti –publicada por los medios yemeníes y enviada al Consejo de Seguridad de la ONU– indica que entre las víctimas hay 2.180 menores de edad y 1.623 mujeres. Además, unos 16.000 civiles resultaron heridos en los bombardeos, según los datos proveídos por el grupo rebelde. Esas cifras contrastan con los 3.218 civiles muertos y 5.778 heridos documentados por el alto comisionado de Derechos Humanos de la ONU, Zeid Ra'ad al Hussein.
En la misiva, los hutíes describen también los daños materiales causados por los bombardeos contra 596 carreteras y puentes, 186 almacenes y tuberías de agua, 135 generadores de electricidad, 190 redes de telecomunicaciones, 14 puertos, 11 aeropuertos, 1.003 edificios gubernamentales, 570 almacenes de alimentos, 436 camiones, 197 camiones cisterna, 376 mercados, 248 gasolineras y 212 fábricas. Según Al Huti, “las instalaciones vitales de Yemen se encuentran fuera de servicio”.
Aunque los hutíes han perdido la capital privisional de Yemen, la ciudad meridional de Adén, y otras regiones del sur del país, la coalición árabe no ha podido imponerse ante los rebeldes y es objeto de críticas cada vez más numerosas por las muertes de civiles que sus ataques han causado. Este miércoles (23.3.2016), la ONU anunció que las partes en conflicto iniciarían una tregua el 10 de abril, como preludio de las negociaciones de paz por venir. Abdo Rabu Mansur Hadi asumió la jefatura del Gobierno yemení el 23 de diciembre de 2011, cuando Ali Abdalá Saleh dimitió, al calor de las masivas protestas opositoras que estallaron en enero de aquel año.