AFP

Hasta ahora número dos del gobierno, Miguel Díaz-Canel Bermúdez recibirá -en la víspera de su cumpleaños número 58- la decisión de la Asamblea Nacional de Cuba, que sometió a votación la propuesta para ungirlo como sucesor de los hermanos Fidel y Raúl Castro al frente del país.

Aunque el escrutinio se conocerá este jueves desde las 09:00 locales, luego del anuncio de su candidatura única el miércoles Díaz-Canel se estrechó en un abrazo con Raúl Castro, adelantando el resultado, en medio de aplausos de los diputados presentes en el Palacio de las Convenciones de La Habana. 

En Cuba, el presidente es elegido por el Parlamento.

Primer vicepresidente desde 2013, este ingeniero electrónico de cabello cano y amante de Los Beatles escaló discretamente en la línea de mando, respetando los caminos establecidos dentro del gobernante Partido Comunista de Cuba (PCC, único).

Raúl, de 86 años, lo trajo a su lado, le encargó representar al gobierno en visitas oficiales al extranjero y lo preparó para asumir el cargo más importante en la isla, mientras la prensa estatal le iba dando más espacio.

Recordado por ser un dirigente que andaba en short y bicicleta, ha sabido darse una imagen más fresca y moderna, abogando por el desarrollo de internet y de una prensa más crítica. Sin embargo ha sido severo contra los opositores o los diplomáticos propensos a criticar públicamente al gobierno. 

A cargo de liderar una transición histórica en un primer mandato de cinco años, será el primer líder cubano nacido después de la revolución de 1959 y tendrá que forjar una legitimidad que fue natural en los Castro.

"Es difícil evaluar la capacidad de Díaz-Canel para ser presidente (...) Viene del sistema pero es la rigidez del sistema el mayor obstáculo para avanzar con los cambios económicos y políticos necesarios.(...) Será una prueba de su habilidad política" consideró Michael Shifter, presidente del grupo de investigación Diálogo Interamericano, en Washington.

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Poder menos centralizado

Raúl sucedió en el poder a su hermano Fidel en 2006, cuando éste enfermó (murió luego en 2016). Inició una serie de reformas impensadas para su economía de modelo soviético, como la apertura a inversiones extranjeras y a la generación de negocios propios, a la par de un histórico acercamiento con Estados Unidos, su enemigo de la Guerra Fría.

Según analistas, los cambios han sido tímidos y no han conseguido reactivar una economía altamente dependiente de las importaciones y de su aliada Venezuela, sumida en una crisis.

Para cuidar de su elegido y guiar su camino, Raúl Castro conservará sus funciones como secretario general del PCC hasta 2021, cuando cumpla 90 años.

El futuro número dos del gobierno, Salvador Valdés Mesa, político afrocubano de 72 años, también podrá ayudarlo a contener la posible resistencia de la vieja guardia, no muy dispuesta a sacrificar el legado socialista bajo la espada de las reformas.

Dos históricos, Ramón Machado Ventura (87) y Álvaro López Miera (76) dejarán el Consejo de Estado, pero otros con similares credenciales como Ramiro Valdés (85), Guillermo García (90) o Leopoldo Cintra Frias (76), se quedan. El nuevo Consejo de Estado tendrá 13 de 31 miembros renovados.

Se espera el nombramiento de nuevos integrantes del Consejo de Ministros en los próximos días. Especialistas creen que la nueva configuración del poder cubano estará menos centralizada.

"El modelo de gobierno de los Castro probablemente pasará por una transición generacional y quizás adoptará un estilo de liderazgo más institucional y burocrático que carismático y personal como el que estableció Fidel y reformuló Raúl", consideró Jorge Duany, director del Instituto Cubano de Investigación de la Universidad de Florida.

El nuevo presidente tendrá que mantener el equilibrio entre la reforma y el respeto a los principios revolucionarios, pero deberá esforzarse por actualizar el modelo económico, un proyecto iniciado por Raúl Castro.

La tarea más urgente es la unificación de las dos monedas nacionales que circulan en el mercado, además de la eliminación de tasas de cambio preferenciales para empresas estatales -que son la mayoría en la isla-, situación que genera distorsiones en una economía golpeada además por el embargo impuesto por Estados Unidos desde 1962.

A nivel diplomático, el futuro jefe del ejecutivo cubano deberá lidiar con el retorno de Washington al lenguaje de la confrontación, recrudecido con la llegada de Donald Trump al poder, quien dio marcha atrás al acercamiento de finales de 2014.

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