Jhon Fredy Marín Zapata, de 17 años, estaba ayudando a su padre a mover el ganado, en su propia tierra, cuando apoyó la mano sobre un costado del sendero por el que caminaba.
Allí había un artefacto explosivo, que hizo que perdiera parte de dos dedos y que lo hirió en el cuerpo.
Es una de las historias de las víctimas de minas antipersonales y otros explosivos en Anorí, uno de los municipios de Colombia más afectados por este flagelo.
BBC Mundo estuvo allí para conocer cómo hace la comunidad para convivir con esta amenaza cotidiana.
Publicidad