El Gobierno interino de Brasil no tiene 100 horas en el poder y ya se enfrenta a sus primeros dolores de cabeza diplomáticos, luego de que Nicolás Maduro llamara a su embajador en Brasilia, Alberto Castellar, una decisión que el Ejecutivo presidido por Michel Temer (en la foto) dice estar “analizando”. Mientras, El Salvador anunció que no reconoce al nuevo mandatario brasileño, añadiendo otro conflicto a la larga lista de problemas que tiene en frente Temer.
Casi al mismo tiempo en que Maduro calificó la posible destitución de Dilma Rousseff como “una canallada contra ella, contra la democracia”, el nuevo canciller de Brasil, José Serra, emitió dos comunicados donde rechazó las opiniones de Unasur, Alba y los Gobiernos de Venezuela, Cuba, Bolivia, Ecuador y Nicaragua sobre la suspensión de Dilma Rousseff. En ellos, Serra acusó a los “bolivarianos” de “propagar falsedades”.
Fuentes oficiales dijeron este sábado a la agencia EFE que Brasil todavía no decide si responderá al regreso a Caracas del embajador venezolano y que, por el momento, ese asunto sólo es “analizado”. Uruguay ha manifestado sus dudas sobre el proceso contra Rousseff, aunque sin calificarlo de “golpe”, mientras que Argentina y Paraguay han sido cautelosos. En Buenos Aires se reconoció que “muchos” dudan de la “legitimidad” de lo ocurrido en Brasil.
Mensajes ocultos
Por su parte, el presidente de El Salvador, Salvador Sánchez Cerén, dijo el sábado que no reconoce al nuevo Gobierno de Brasil. “Hemos tomado la decisión de no reconocer a ese gobierno provisional, porque hay una manipulación política, y vamos a mandar a llamar a nuestra embajadora para que regrese al país”, dijo el mandatario. A Rousseff “la suspenden y la someten a un juicio por algo que no se ha comprobado que es delito. Es una manipulación política la que se ha dado”, dijo Sánchez Cerén.
En tanto, miembros del gobierno de Temer informaron del hallazgo de mensajes anónimos ocultos detrás de los cuadros con el retrato de la suspendida mandataria Dilma Rousseff. “Conspiradores y golpistas, la historia no los absolverá”, rezan los carteles encontrados en los despachos del Palacio del Planalto, sede de la Presidencia en Brasilia, y de la Explanada de los Ministerios.
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