Un japonés se convirtió este domingo en el primer turista en siete meses que visita la ciudadela inca de Machu Picchu, joya del turismo peruano, que permanece cerrada desde marzo por la pandemia.
"¡Sueño Cumplido!", indicó la Dirección Regional de Comercio Exterior y Turismo del Cusco (Dircetur) en su página de Facebook, sobre la visita del japonés Jesse Takayama, de 26 años, a la ciudadela, que las autoridades esperan reabrir en noviembre.
"El joven viajero no pudo acceder anteriormente a nuestra Llaqta [ciudadela] debido a las restricciones por la pandemia", señaló el organismo estatal.
Tras permanecer varado en el pueblo aledaño desde marzo Takayama consiguió un permiso especial para cumplir su sueño de visitar Machu Picchu, gracias a la gestión realizada entre Dircetur, el Ministerio de Cultura y la Municipalidad de Machu Picchu.
Katayama es el primer visitante en ingresar a la ciudadela inca desde que fue cerrada el 16 marzo por la pandemia del coronavirus.
El japonés tenía su boleto comprado para visitar la ciudadela en marzo, pero un día antes se decretó la emergencia sanitaria.
Conocido como "El último turista de Machu Picchu", Katayama permaneció desde marzo esperando en una casa del pueblo, impedido de continuar su planeada gira por otros países sudamericanos.
Finalmente las autoridades peruanas le permitieron ingresar de manera excepcional a la ciudadela.
"Yo quería conocer Machu Picchu, pero un día antes de que lo hiciera, el santuario cerró por la pandemia. Me quedé con el único fin de conocer esta maravilla y no quería irme sin antes hacerlo" dijo al diario La República el turista japonés, quien tenía planeado quedarse solo tres días en la zona.
"Un gran agradecimiento al ministro peruano de Cultura, Alejandro Neyra, así como a las autoridades", dijo el turista con mascarilla y vestido con ropa deportiva con la ciudadela de fondo en un video publicado por Dircetur.
Perú acumula 849.371 casos de covid-19, y su cifra de muertos -33.305- lo mantiene como el país con la mayor tasa de mortalidad del mundo en proporción a su población, con 101 muertos por cada 100.000 habitantes.