Los habitantes de Mariúpol siguen buscando supervivientes entre los escombros de un teatro bombardeado en este asediado puerto de Ucrania, cuya invasión por parte de Rusia será abordada en una conversación este viernes entre los presidentes de Estados Unidos y China.
La charla entre Joe Biden y Xi Jinping, la cuarta desde la llegada del demócrata a la Casa Blanca, está programada para las 13H00 GMT y, según Washington, servirá para alertar a Pekín contra cualquier apoyo a su cercano aliado, el presidente ruso Vladimir Putin.
Biden "le dirá claramente que China tendrá responsabilidad por todo acto dirigido a apoyar la agresión rusa y no dudaremos en imponerle un costo", declaró el jueves el jefe de la diplomacia estadounidense, Antony Blinken.
Desde el inicio de la invasión el 24 de febrero, el régimen comunista chino ha tratado de salvaguardar su fluida relación con el Kremlin y ha evitado pedir a Putin una retirada de sus tropas de Ucrania.
Pero, al mismo tiempo, ha tomado ciertas distancias con una Rusia cada vez más aislada. Por ejemplo, Pekín no respaldó una resolución rusa sobre la guerra de Ucrania en el Consejo de Seguridad de la ONU, que finalmente fue retirada por Moscú.
Los diplomáticos rusos "recurrieron al copatrocinio" para su texto "y no ha habido retorno", dijo un embajador que pidió el anonimato, dejando entrever que ni China, ni India apoyaban la resolución y no habrían votado a favor.
Supervivientes en Mariúpol
Las maniobras y contactos diplomáticos se desenvuelven mientras las bombas siguen estallando en Ucrania, donde las víctimas civiles se cuentan por centenares y los exiliados por más de 3 millones, según balances de la ONU.
El viernes de madrugada se activaron sirenas de alarma por bombardeos en la capital Kiev, la segunda ciudad Járkov (noreste) o en Odesa (suroeste), en el mar Negro.
El alcalde de Leópolis (Lviv), Andriy Savody, informó de un bombardeo con misiles contra una fábrica de reparación de aviones en esta gran ciudad del oeste de Ucrania, que hasta ahora se había visto resguardada de la violencia.
"El funcionamiento de la fábrica había sido suspendido previamente, con lo que no hay víctimas por ahora", escribió en Facebook.
Pero entre las más castigadas destaca Mariúpol, un puerto estratégico a orillas del mar de Azov asediado desde hace dos semanas.
Allí todos los ojos están puestos en un teatro bombardeado el miércoles donde se habían cobijado "más de mil" personas, según las autoridades locales.
Los mismos habitantes empezaron a retirar los escombros y a liberar a los supervivientes del ataque, del que todavía no se ha entregado un balance de víctimas oficial.
De hecho, según la emisaria ucraniana de los derechos humanos, Liudmyla Denisova, "todo el mundo sobrevivió", según declaró a la televisión.
El parlamentario Serguéi Taruta apuntó también que el refugio dentro del teatro podría haber resistido. "Estaba constituido de tres partes y no sabemos todavía si resultaron dañadas", dijo en Facebook.
Varias personas "salieron durante la mañana después de que los habitantes retiraran ellos mismos los escombros", añadió.
Zelenski calificó a Rusia de "Estado terrorista", pero Moscú replicó no haber bombardeado la ciudad y atribuyó la destrucción del teatro a un grupo de ultraderecha ucraniano.
La alcaldía de Mariúpol señaló que la situación es "crítica", con bombardeos rusos "ininterrumpidos" y daños "colosales". Según las primeras estimaciones, un 80% de las viviendas habrían quedado destruidas.
Unas 30.000 personas pudieron salir de allí en la última semana y sus relatos describen un escenario atroz, sin agua ni gas ni electricidad, lo que les obligaba a beber nieve derretida o a hacer fuego para cocinar la escasa comida que tenían.
"En las calles hay cuerpos de muchos civiles muertos", dijo a la AFP Tamara Kavunenko, de 58 años. "Ya no es Mariupol (...) Es un infierno", expresó.
"Dictador sanguinario"
En un discurso ante el Bundestag alemán, Zelenski reiteró su petición de ayuda para "parar esta guerra". "Un pueblo está en proceso de ser destruido en Europa", exclamó.
Biden tampoco escatimó críticas hacia Putin. Si el miércoles lo llamó "criminal de guerra", el jueves lo trató de "matón" y "dictador sanguinario".
Los autores de crímenes de guerra en Ucrania deberán "rendir cuentas" ante la justicia internacional, indicaron de su parte los ministros de Asuntos Exteriores del G7, formado por los países occidentales más industrializados.
Pero después de tres semanas de ofensiva, Moscú no da señales de aflojar, a pesar de las negociaciones entre ambos bandos.
Putin aseguró que la ofensiva se desarrolla "con éxito" y su portavoz Dmitri Peskov afirmó que "la mayoría aplastante" de rusos respaldaba las acciones del presidente. Los otros "son traidores" y la guerra los revela, añadió.
Sin embargo, su avance terrestre parece estancado y Moscú recurre cada vez más a ataques aéreos y de largo alcance para sacar ventaja. Según cálculos del Pentágono, Rusia ya ha disparado más de 1.000 misiles en esta guerra.
Impactado por fuertes sanciones internacionales, el gigante euroasiático consiguió escapar por ahora al default. Según una fuente cercana al caso, el banco JP Morgan recibió el pago de 117,2 millones de dólares de intereses que expiraba el jueves.