Por AFP
Donald Trump promulgó la ley que impone nuevas sanciones económicas a Rusia, un hecho que provocó tensión entre ambas potencias en los últimos días. Sin embargo, de inmdiato formuló sus reservas.
Los castigos, que también incluyen a Irán por terrorismo y a Corea del Norte por sus ensayos nucleares, buscan castigar a Moscú por inmiscuirse en los comicios norteamericanos de 2016 y la anexión de Crimea por parte de Rusia.
Las sanciones apuntan a las industria petrolera y minera de Rusia, además de los sectores de energía y defensa.
El presidente estampó su firma a puertas cerradas, tras el fracaso de sus intentos de que el texto no prosperara y descongelar así las relaciones con el Kremlin, dejó clara su reticencia en una airada nota en la que mencionó visos inconstitucionales.
"La ley sigue siendo gravemente imperfecta, sobre todo porque limita la capacidad del poder ejecutivo para negociar", afirmó en la declaración.
Según el mandatario, la ley no sólo restringe la flexibilidad del Ejecutivo para hacer "buenos negocios para el pueblo estadounidense", sino que también propicia un mayor acercamiento entre China, Rusia y Corea del Norte, perjudicando los intereses de Occidente.
El texto también prevé un mecanismo sin precedentes que desagrada a la Casa Blanca: los legisladores pueden arrogarse el derecho de intervenir si en algún momento Trump decide suspender las sanciones existentes contra Rusia.
Trump dijo que firmaba la ley "a pesar de sus problemas" y "en aras de la unidad nacional", confiando en que haya "cooperación" entre ambos países "en los principales asuntos mundiales para que estas sanciones ya no sean necesarias".
Rusia: "No cambia nada"
El Kremlin anunció el miércoles que la firma por parte de Trump de la nueva batería de sanciones contra Rusia "no cambia nada" las represalias tomadas por Moscú, que ya aplicó una drástica reducción del personal de las legaciones estadounidense en suelo ruso, tanto diplomático como técnico.
"De hecho, eso no cambia nada", declaró en Moscú el portavoz oficial, Dmitri Peskov.
El domingo el presidente Vladimir Putin anunció que 755 diplomáticos estadounidenses deberían abandonar el territorio ruso antes del 1 de septiembre. Con esa medida, los dos países tendrán el mismo número de diplomáticos en sus respectivas legaciones, 455 personas.
Las relaciones entre los dos países, ya empañadas por los conflictos en el este de Ucrania y Siria, están viciadas desde hace meses por las acusaciones de injerencia rusa durante los últimos comicios en Estados Unidos, que un fiscal especial estadounidense está investigando.
Desde que asumió en enero, el gobierno de Trump es acosado por denuncias de complicidad de su comité de campaña con Rusia en la carrera presidencial del año pasado para derrotar a la aspirante del partido Demócrata, Hillary Clinton. Trump ha negado enfáticamente esas afirmaciones.
El jefe de la diplomacia estadounidense, Rex Tillerson, advirtió el martes que las relaciones entre los dos países pueden empeorar.
La ley promulgada por Trump fue votada la semana pasada por la casi totalidad de las dos cámaras del Congreso estadounidense, donde muchos legisladores ven en Moscú un adversario más que un socio.