Arrancó su campaña a la reelección presidencial lanzando el eslogan “Juntos somos más”, jugando softball en polera blanca y gorra en los tonos de la bandera venezolana; creando el “Movimiento Somos Venezuela” y protagonizando un “accidentado” Facebook Live. “Yo estoy a la orden de la candidatura presidencial”, aseguró Nicolás Maduro en respuesta a la Asamblea Nacional Constituyente (ANC) que adelantó las elecciones para antes del 30 de abril.

El anuncio provocó todo menos sorpresa y fue leído como una maniobra política del Ejecutivo en medio del avanzado deterioro de las condiciones económicas del país. “El gobierno ha preferido tener una elección de inmediato para evitar el costo del tiempo en un proceso hiperinflacionario que impacta su conexión con la población y que va a empeorar, sin duda, su realidad política”, comenta a T13 el reputado analista político venezolano y director de Datanálisis, Luis Vicente León. 

En enero, Venezuela se enteró que 2018 será aún más insostenible para la supervivencia de la población y desventajoso para la imagen del presidente Maduro. Los pronósticos del Fondo Monetario Internacional para este año apuntan a que el PIB de ese país se hundirá en un 15% y la inflación se acercará al 13.000%, cifra que supera con creces el proceso inflacionario de 2.400% del 2017. 

La “otra jugada” de Maduro es encontrar a la oposición “absolutamente fracturada y descolocada” frente a un evento que se viene a corto plazo. “Eso permitiría ganarle, e incluso, reducir su capacidad de reacción y articulación, porque de seguro terminaría completamente fracturada entre quienes van a participar”, según Luis Vicente León.

Además, este analista tampoco descarta que la medida provoque  “un proceso de abstención o una convocatoria a no participar en una elección que consideran ilegal, ilegítima y tramposa”. Así, el debate inacabado se concentra en si la oposición acudirá a las urnas o si boicoteará los comicios.

Ocurrió en dos ocasiones en 2017, que terminaron con la derrota electoral por omisión. En la elección de una Asamblea Nacional Constituyente convocada por el régimen de Maduro, en julio pasado, y luego, en diciembre, en los comicios de alcaldes, en la que tres de los partidos principales –Primero Justicia, Voluntad Popular y Acción Democrática- optaron por no participar, denunciando un Consejo Nacional Electoral parcializado tras las elecciones a gobernador del 15 de octubre.

A modo de represalia, Maduro amenazó con quitarles el derecho a participar en las presidenciales, advirtiendo que "desaparecerán del mapa político”. Ahora, el grupo opositor está obligado a ir por separado y a reinscribirse ante el poder electoral de cara a las próximas elecciones. Está ante lo que el director de Datanálisis considera un callejón sin salida.

“No participar significa entregar y tendría que estar dispuesta a hacer otra cosa para lo cual no necesariamente tiene la capacidad, la fuerza, el liderazgo y la organización. Y participar garantiza la división, la fractura"
Luis Vicente León

“No participar significa entregar y tendría que estar dispuesta a hacer otra cosa para lo cual no necesariamente tiene la capacidad, la fuerza, el liderazgo y la organización. Y participar garantiza la división, la fractura. Porque una parte muy importante de la base de la población opositora no lo va a seguir. Sin duda, va a abstenerse, con lo cual, tampoco puede ganar. En realidad es una situación casi de encierro. Una situación desesperada para la oposición en este momento”, explica.

Liderazgo sólido y falta de unidad

Aparte de la abstención planea la duda sobre la falta de un plan estratégico y si la oposición será capaz de alinearse tras un candidato único. “La mayor complicación en medio de esta crisis está en el surgimiento de un liderazgo sólido en tan poco tiempo”, señala a T13 Ernesto Ecarri, analista venezolano y ex editor político del Diario caraqueño El Universal.  

Además, a la oposición la complica que la Mesa de Unidad Democrática (MUD) haya quedado fuera de las elecciones presidenciales como una coalición única por decisión del Tribunal Supremo. Sus dos partidos principales están a contrarreloj recolectando firmas para no quedar excluidos del encuentro electoral. 

“La mayor complicación en medio de esta crisis está en el surgimiento de un liderazgo sólido en tan poco tiempo”
Ernesto Ecarri

Ahora, la disyuntiva pasa por determinar si se escogerá al abanderado a través de primarias o por consenso. Además, la pregunta clave es ¿qué salida tiene frente a las próximas elecciones? "La respuesta no resulta fácil, por el maltrecho liderazgo opositor y porque no hay ningún discurso ni mensaje que aglutine a toda la sociedad venezolana", dice Ecarri.

La necesidad de contar con un presidenciable se agudiza cuando los dos líderes carismáticos, Leopoldo López y Henrique Capriles, están inhabilitados para un cargo público. El primero cumple una condena de más de 13 años en arresto domiciliario, mientras el segundo está también imposibilitado por la justicia durante quince años.

Pero hay un nombre que circula en los pasillos de la política, en los bares de Caracas y se vitorea en los estadios de beisbol. Desde las tribunas del Jonrón Pepsi 2017, en valencia, a comienzos de diciembre, se escuchaba la palabra ¡Presidente! ¡Presidente!, y no era precisamente para apuntar a Maduro, sino para entusiasmar al empresario multimillonario, Lorenzo Mendoza, presidente de Empresas Polar.

Se trata de un “outsider” de la política venezolana como lo fue el comandante Hugo Chávez, desde el ámbito militar. ¿Será Mendoza el próximo candidato que enfrentará Maduro en las elecciones del primer trimestre del 2018? Él no ha manifestado oficialmente sus intenciones de postularse.

Sin embargo, sus admiradores lo presentan como la carta de la unidad y la figura para atraer a los NiNi –jóvenes que no estudian ni trabajan- y a los descontentos del chavismo. Los números lo dejan en un buen pie de competencia dentro de la oposición: en tercer lugar después de Capriles y López.

El problema es que “si él se anunciara (como candidato) le van a intervenir la empresa y lo van a poner preso. El gobierno está utilizando todas las maniobras que tiene en sus manos para asegurarse unas elecciones presidenciales a su medida”, aclara Ecarri, y agrega: “La oposición no tiene ninguna posibilidad de ganar”.

¿Chavismo y madurismo? 

Pero, ¿cómo es posible que con una economía maltrecha, una crisis humanitaria desgarradora y una hiperinflación Maduro sea el más seguro ganador de los próximos comicios? "Porque el chavismo fue muy inteligente en desmembrar totalmente a la oposición: Tiene a una oposición sin liderazgo, a gente presa. Está secuestrada”, explica Ecarri. 

En cualquier caso, este analista no pierde de vista las distancias que cruzan al chavismo, en cierto modo personalizadas con la huída de Venezuela de la ex fiscal, Luisa Ortega, que pasó de ser una defensora del orden establecido a encarnar a la oposición desde el exilio.

“Esas divisiones dentro del chavismo pueden acelerar el deterioro dentro del mismo gobierno. Maduro anunció el nuevo movimiento Somos Venezuela. Eso es muy curioso, porque es alejarse de la estructura política que había dejado Chávez. Y se lee porque hay una división dentro del mismo chavismo (...) Maduro está buscando una estructura política propia que se le puede llamar madurismo, en todo caso, en torno a él”.  

Por estos días, en el contexto de los diálogos en República Dominicana, Nicolás Maduro, ha transmitido confianza, aludiendo a la existencia de un “preacuerdo”, desmentido por la oposición. Continuará el diálogo, pero la piedra de tope está justamente en estas elecciones, la definición de fechas y las exigencias de garantías para un proceso limpio y justo.

Para Ernesto Ecarri lo que pretende Maduro con estos diálogos es transmitir un manto de tranquilidad al exterior, cuando “ha perdido piso internacional”. En efecto, los mensajes hacia el régimen son cada vez más hostiles. Argentina ya anunció que no reconocerá los comicios, al igual que su homólogo colombiano, Juan Manuel Santos.

El Grupo de Lima, que suma 14 países de la región, también rechazó el adelantamiento de las elecciones porque imposibilita unos comicios “transparentes y creíbles”. México, por su parte, se restó del proceso de diálogo como país acompañante y Chile, amenazó con hacer lo mismo si no se dan las condiciones para elecciones “democráticas y transparentes".

“El problema está que el gobierno no cese nada y la oposición no tiene cartas con las que pueda doblarle un poquito el brazo al gobierno ¿Qué puede dar la oposición totalmente sustraída, sin liderazgo, sin la fuerza de la calle y sin posibilidades?”, pregunta Ecarri.

Más allá de estas dudas, existen algunas certezas en la Venezuela de hoy: que la economía va en picado, que el adelantando de las elecciones no resuelve la crisis y que el anunció de las elecciones con solo 90 días de antelación rompe con lo habitual: que esto ocurra con al menos ocho meses de anticipación.

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