AFP

Carrozas que se burlaban del alcalde evangélico de la ciudad Marcelo Crivella, que recortó las subvenciones a los desfiles, o escenificaban al presidente Michel Temer como un vampiro fueron algunos destaques de la noche. 

Siete de las trece "escolas" de la categoría especial desfilaron la noche del domingo al lunes y seis lo harán la noche siguiente, hasta el amanecer, haciendo honor a la fama de ser "el mayor carnaval del mundo".

Cada procesión alinea unas 3.000 personas, ataviadas de las maneras más insólitas, que recorren la pista de 700 metros, flanqueadas por tribunas con unos 70.000 espectadores que ovacionan el paso de enormes carrozas alegóricas, coronadas por mujeres cubiertas principalmente por plumas y lentejuelas.

Y cada carroza pone en escena una temática (un "enredo") relacionada con temas históricos o culturales, a menudo con ácidas críticas sobre la situación de violencia que vive Rio y contra la corrupción de los políticos que gobiernan Brasil.

La primera en desfilar, Imperio Serrano, desplegó su creatividad en torno al tema "La ruta de China", expresando su admiración por una cultura milenaria que se irguió como una nación líder de siglo XXI.

Las carrozas representaron una pagoda gigantesca, un dragón, un Buda y la Gran Muralla, mientras en las alas de desplegaban alegorías sobre la ruta de la seda o la guardia imperial de las viejas dinastías.

El vistoso desfile es también una disputada competencia: cada escuela es evaluada por un jurado, que revisa con precisión la calidad de la música, los vestuarios y el tema elegido por cada grupo, entre otros criterios.

El trabajo de un año entero es juzgado en menos de una hora de espectáculo. 

El año pasado, el carnaval de Rio coronó a dos escuelas que terminaron empatadas, Mocidade y Portela.

Las normas de seguridad fueron reforzadas para esta edición y los conductores de los vehículos alegóricos deberán someterse, por primera vez, a pruebas de alcoholemia. 

"Es una buena idea. Así estaremos seguros de que los conductores no han bebido", aprueba Felipe Gomes, al mando de una carroza alegórica de la escola Vila Isabel, que representa un gigantesco carrusel futurista.

Carnaval de crisis

Pero la seguridad no es un tema específico del Sambódromo.

Unos 17.000 policías fueron desplegados en la ciudad, que vive una ola de violencia centrada en la guerra que opone a bandas de narcotraficantes en las favelas, con aparatosas operaciones militares para tratar de recuperar el control de la situación.

Para complicar las cosas, las escuelas debieron sacar punta a su creatividad después de que el alcalde, Marcelo Crivella, un exobispo evangélico, les redujera a la mitad las subvenciones municipales, alegando el impacto de la crisis financiera. 

Tras agrias polémicas, Crivella adoptó un tono más conciliador y admitió el viernes que la celebración, que atrae a más de un millón de turistas y genera más de 1.000 millones de dólares, podría "devolverle el optimismo" a la ciudad.

El desfile de Mangueira, en plena madrugada del lunes, se tituló "Con dinero o sin dinero me divierto" y proclamaba provocativamente: "Pecado es no divertirse en el carnaval".

Presidente Drácula

Otra "escola", Paraíso do Tuiti, puso en escena un enredo con título más que evocador: "Dios mío, Dios mío, ¿está abolida la esclavitud?", que recordó que este año se cumplen apenas 130 años del fin de esa forma de explotación humana en Brasil, sin que sus secuelas se hayan acabado.

Varias alas de este desfile estuvieron consagradas a recordar esos resabios, como el alto nivel de desigualdad social, la explotación en los trabajos rurales y en talleres industriales, el trabajo informal. Denunciaron también la reciente reforma de la legislación laboral, que flexibilizó las normas de contratación y de despidos.

En una carroza, una figura de Drácula adoptó los rasgos del presidente Michel Temer.

La protesta "es un camino que las 'escolas' retoman", porque "tienen un papel social: reivindicar las voces de las personas más pobres", dijo a la AFP el figurante que tendrá las alas de este Drácula, Leo Morais, un profesor de historia de 39 años.

En la segunda noche, la escola Beija Flor anuncia un enredo inspirado en Frankenstein, "con reflexiones sobre las desgracias como la corrupción, la violencia y la intolerancia".

Fuera del Sambódromo, millones de entusiastas carnavaleros desfilan desde hace varios días en "blocos" callejeros, unas procesiones que arrastran multitudes a cualquier hora del día y de la noche.

El carnaval callejero reúne también a millones de personas en otras ciudades de Brasil como Salvador de Bahia y Recife, en el noreste, donde la fiesta se tiñe con el folclore regional al ritmo de "blocos" de samba-reggae, frevo y maracatú.

Publicidad