En la mañana del 3 de septiembre, las imágenes de las llamas que destruyeron el Museo Nacional de Río de Janeiro, Brasil recorrieron el mundo.
Desde la entrada principal del histórico palacio, en medio del humo, era visible la silueta del Bendegó, el mayor y más famoso meteorito brasileño, compuesto de más de 5.000 kilos de hierro y níquel.
Sin embargo, otra roca espacial mucho más discreta y menos popular, pero más valiosa, sigue desaparecida bajo los escombros del museo.
Se trata del Angra dos Reis que tiene una masa 76.000 veces menor que la del Bendegó.
Con sus poco más de 4 cm de ancho y un peso de solo 70 gramos, su valor estimado gira en torno a 3 millones de reales (US$750.000, aproximadamente).
Es la roca más valiosa de la colección de más de 400 meteoritos del Museo Nacional brasileño.
"Se debe haber quemado, dañado un poco, pero resistió, no tengo dudas", afirma la astrónoma María Elizabeth Zucolotto, curadora del departamento de meteoritos del Museo Nacional de Brasil.
Recuerda que la roca sobrevivió a temperaturas aún más elevadas cuando atravesó la atmósfera terrestre. Por su relevancia, el Angra dos Reis estaba escondido en la sala de astrónomos y no estaba en exhibición al público.
Desde el incendio, Zucolotto no puede entrar al edificio, y quiere hacerlo antes de que empiecen los trabajos de reparación.
"¿Existe el riesgo de robo? Existe. Sé que en la sala donde está no se puede entrar porque el piso de arriba se vino abajo. Pero cuando entren a apuntalar las paredes, alguien puede llevarse un recuerdo, o incluso descartarlo creyendo que es un pedazo del edificio", le dice la curadora a Guilherme Castellar, periodista de BBC Brasil en Río de Janeiro.
La roca
El Angra dos Reis lleva ese nombre porque fue avistado y recuperado en esa ciudad del sur del estado de Río de Janeiro en 1869.
Quien lo ve, no se imagina estar delante de un mineral especial. La roca es deforme, con la superficie irregular y porosa.
Este meteorito fue el primero de una clase de piedras espaciales hasta hoy consideradas muy raras.
Por más de un siglo, fue el único ejemplar del que se tenía registro. A finales de la década de 1990, otras rocas pasaron a ser descubiertas o reclasificadas como angritos, nomenclatura dada en referencia al Angra dos Reis.
Según la Sociedad Meteorológica mundial, sólo hay 28 conocidos en el mundo.
Los angritos están compuestos por minerales forjados sólo en las temperaturas altísimas del núcleo de los planetas. Son las rocas ígneas o magmáticas más antiguas que se conocen, formadas cuando el sistema solar todavía era una nube de gas y polvo.
Se estima que el meteorito del Museo Nacional tiene 4.560 millones de años. Para geólogos y astrónomos, la pequeña roca es un libro lleno de pistas sobre el origen del Sol y de los planetas.
El robo
No es la primera vez que la curadora del Sector de Meteorología del Museo Nacional teme por el robo de la roca. En 1997, dos comerciantes de meteoritos estadounidenses casi robaron el Angra dos Reis.
"No sería difícil vender el Angra por una gran suma. En aquella época debía valer mucho más porque era único, pero luego otros dos meteoritos hallados en la Antártida 20 años antes fueron reclasificados como angritos", cuenta Zucolotto.
Tras 21 años de ese intento de robo, la guardiana del Angra dos Reis sale todos los días angustiada de su casa hacia el museo con la esperanza de poder entrar en el palacio en ruinas.
El domingo del incendio, por poco no pudo rescatarlo. "Cuando los bomberos liberaron el acceso, era tarde, el fuego ya estaba en el piso de arriba", recuerda. "Y sentí miedo, pensé en mi vida y desistí,.Cinco minutos después, todo se derrumbó". Sin embargo, logró salvar 30 de los 33 meteoritos que estaban en exposición.
Hasta hace poco, Elizabeth era la única que sabía dónde estaba escondido el Angra dos Reis. "Yo sé dónde está, sé la posición del armario, pero hay que sacar los escombros que cayeron encima."
Un día, muy angustiada, se detuvo frente al museo. Creyó que tenía un ataque al corazón. Allí decidió revelar a otras personas la ubicación del tesoro. Ahora, ellos y los escombros del palacio son los guardianes del Angra dos Reyes.