Fue uno de los viajes en tren más cortos de mi vida: apenas 10 minutos y una estación desde la ciudad suiza de Neuchâtel.
Cuando me bajé en el pequeño municipio de Ins todo parecía, de alguna manera, diferente.
Había cruzado sin darme cuenta el Röstigraben, término germánico utilizado para designar la línea invisible que separa la parte francófona de la parte en la que se habla alemán.
Röstigraben es un término que data de la Primera Guerra Mundial, cuando los suizos fueron divididos según su pertenencia lingüísticas.
Rösti es una tradicional comida suizo-alemana hecha con papas fritas en una sartén, con tocineta, cebolla y queso.
Geográficamente hablando, la línea del Röstigraben sigue el curso del río Saane (Sarine, en francés).
Nadie la encontrará en un mapa, es una línea fronteriza mental, impresa en la mente de los suizos desde edades tempranas.
Suiza tiene cuatro lenguas oficiales: alemán, francés, italiano y romanche, un idioma indígena actualmente hablado solo por un puñado de suizos.
Cruzar la frontera invisible
Como otros tipos de fronteras, nadie cruza el Röstigraben sin quererlo o sin saberlo, excepto los extranjeros como yo.
Cerca de la mitad de los suizos germanoparlantes, atraviesa esa divisoria una vez al año y el 15% nunca la ha cruzado, según una encuesta.
Cruzar el Röstigraben"se parece a emigrar temporariamente a un lugar peligroso, donde uno no entiende lo que dice la gente", dice medio en broma Manuela Bianchi, ejecutiva de una organización sin fines de lucro suiza.
Su historia es típicamente suiza; es decir, totalmente atípica.
Con un padre que habla italiano y una madre que habla alemán, ella creció con ambos idiomas, sumado al francés y al inglés que aprendió en la escuela.
El multilingüismo suizo puede ser a veces complicado ?muchos productos exhiben las listas de sus ingredientes en tres idiomas?, pero en general ella lo considera como una "maravillosa bendición".
El multilingüismo es a Suiza lo que la amabilidad a los británicos o el estilo a los italianos: una fuente de orgullo nacional. Es sin embargo, y a la manera suiza, un orgullo discreto.
Jactarse de las habilidades lingüísticas es considerado como algo que no es propio de los suizos.
Unidos pese a las diferencias
En Suiza, la mezcla de lenguajes y culturas que, milagrosamente, los mantiene juntos. Como la mayoría de las cosas en Suiza, eso funciona de manera perfecta o casi.
Los suizos sufren menos fisuras lingüísticas que otras naciones multilingües como Bélgica y Canadá. ¿Cómo lo hicieron?
El dinero claramente ayuda. Es una de las naciones más ricas del mundo junto con una gran tradición democrática, con numerosos referendos y una federación de cantones (o provincias) altamente autónomas.
Todos viven en lo que lo suizos llaman Willensnation. Literalmente significa "nación por voluntad propia", pero en Suiza esa palabra tiene un significado especial, expresa la idea de una nación creada a parir del deseo de vivir juntos.
La historia, como siempre, ayuda a explicar este fenómeno.
El multilingüismo suizo lleva varios siglos. Antes de que existiera la actual nación unificada, la región albergaba a diferentes grupos lingüísticos con montañas que actuaban como barreras naturales entre ellos.
Hace 7.000 años, Suiza estaba "en el medio de todo y al margen de todo", según Laurent Flutsch, curador del Museo Arqueológico Vindonissa de Brug, donde se presentó la exhibición 'Röstigraben, cómo Suiza se mantiene unida'.
En 1848, cuando se formó la Suiza moderna, las fronteras lingüísticas ya estaban establecidas.
Cuatro lenguas oficiales
Además de las cuatro lenguas oficiales, el inglés se está utilizando más frecuentemente como un puente para salvar esas diferencias lingüísticas.
Según una reciente encuesta, las tres cuartas partes de los consultados dijeron usar el idioma inglés al menos tres veces por semana.
En la políglota Suiza, incluso las divisiones lingüísticas están divididas.
La gente que vive en los cantones donde se habla alemán, hablan suizo-alemán en casa pero estudian un alemán estándar en la escuela. El italiano que se habla en el cantón de Ticino, está combinado con palabras tomadas en préstamo del alemán y el francés.
Diferentes velocidades
Puede que el lenguaje no sea un destino, pero determina mucho más que las palabras que hablamos. El lenguaje impulsa la cultura y la cultura impulsa la vida.
En ese sentido, el Röstigraben es más una frontera cultural que lingüística. La vida a ambos lados se desarrolla a diferentes velocidades, explica Bianchi.
"En mi opinión, los francófonos son más relajados. Un vaso de vino a la hora del almuerzo durante los días de semana es todavía común. Los germanoparlantes tienen menos sentido del humor y siguen las reglas más allá de la rigidez de los japoneses".
La división cultural entre la Suiza donde se habla italiano y el resto del país ?una división marcada por la llamada Polentagraben? es más marcada aún.
Los que hablan italiano son una minoría distinta, representan el 8% de la población y viven principalmente en el sureño cantón de Ticino.
"Cuando me mudé aquí, la gente me dijo 'Ticino es como Italia con la excepción de que todo funciona' y creo que es verdad", cuenta Paulo Goncalves, un académico brasileño que lleva una década viviendo en allí.
Viniendo de una nación donde se habla una sola lengua oficial, Goncalves se maravilla de cómo los suizos hacen malabares con cuatro.
"Es destacable cómo se las arreglan para llevarse bien", dice, recordando una conferencia donde asistió gente que hablaba francés, alemán, italiano e inglés. "Había disertaciones en cuatro idiomas diferentes en la misma sala de conferencias".
El hecho de vivir en semejante ambiente multilingüe, "realmente redefine cómo veo el mundo", explica Goncalves, "soy una persona totalmente diferente de la que era hace 10 años".
El idioma de la reconciliación
Los idiomas de Suiza no están distribuidos uniformemente.
De los cantones del país, en 17 se habla alemán, cuatro son francófonos y en uno se habla italiano. Tres cantones son bilingües y uno, el de Grisons, es trilingüe.
La mayoría de los suizos, el 63%, habla alemán como primera lengua.
Mucho de lo que el mundo asocia con Suiza como la puntualidad y la discreción son de hecho rasgos suizo-alemanes.
El lenguaje y la cultura suizo-alemana tiende a ser dominante, especialmente en el mundo de los negocios.
Eso es fuente de algunas fricciones, admite Christophe Büchi, autor de un libro de historia de las fronteras lingüísticas invisibles: "Pero el pragmatismo con el que se mueve la política suiza puede lidiar con eso".
El verdadero idioma nacional suizo, dijo, es el de la reconciliación.