AFP
La crisis brasileña tomaba un respiro este viernes antes de las batallas decisivas que en las próximas semanas podrían decidir el destino del presidente Michel Temer, acorralado por denuncias de corrupción.
El mandatario conservador busca dar una idea de normalidad en medio de la tormenta y el jueves en la noche destacó el avance de los trabajos legislativos, en espera de los debates sobre las polémicas reformas del sistema de jubilaciones y de la legislación laboral, reclamadas por el mercado.
"Brasil no paró ni va a parar. Continuamos avanzando y votando cuestiones importantísimas en el Congreso Nacional", dijo el mandatario en un vídeo colgado en sus redes sociales, en su tercera aparición desde el inicio de la crisis una semana atrás.
Visiblemente tenso, Temer enfatizó en ese breve vídeo que la Cámara de Diputados había aprobado siete medidas provisorias y se congratuló por esa "expresión de compromiso en superar la crisis" que estalló el pasado día 17, con la revelación de una grabación en la que el mandatario parece dar aval a la compra de silencio de un exdiputado preso.
Temer se abstuvo de hacer cualquier referencia directa al contexto de agitación política y social que rodeó esos debates, dentro y fuera del recinto legislativo.
Decenas de miles de personas convocadas por los sindicatos y partidos de izquierda exigieron el miércoles en Brasilia la salida del presidente y el retiro de sus medidas de austeridad. Grupos de jóvenes provocaron destrozos en varios ministerios, dando lugar a una virulenta intervención policial.
De los alrededor de cuarenta de heridos en la manifestación, al menos uno fue de bala.
Temer ordenó el despliegue de tropas, pero el jueves decidió retirarlas, ante la andanada de críticas que recibió.
Una de las más fuertes llegó desde la ONU y la OEA, que condenaron este viernes la virulencia de la represión e instaron al Estado brasileño a "promover el diálogo para proteger el derecho de manifestarse pacíficamente".
Poco después, la administración de Temer replicaba airada mostrando su "repudio" por las críticas "tendenciosas" emitidas por ambos órganos de defensa de los derechos humanos, a través de un comunicado del ministerio de Relaciones Exteriores.
"El gobierno brasileño repudia, de la manera más categórica, el tenor desinformado y tendencioso del comunicado conjunto emitido hoy por el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos (ACNUDH) y de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH)", afirmaba la nota.
Entre las reformas y el TSE
Mientras, Temer apuesta por recuperar la iniciativa mediante el avance de la agenda de reformas, pero dentro de su propia base las discusiones a puertas cerradas tratan de su eventual sucesión.
"El movimiento que gana fuerza contra Temer es también contra la agenda de Temer. Hay un agotamiento de su gobierno, que era de conveniencia y transición", dijo a la AFP Daniel Vargas, profesor de derecho público en la FGV Rio.
El mandatario asumió el poder hace un año tras la destitución de la izquierdista Dilma Rousseff, de quien era vicepresidente, prometiendo llevar a cabo una serie de reformas de austeridad para sacar a Brasil de la peor recesión de su historia.
Pero, con una popularidad bajo mínimos (era de apenas de 10% antes de esta crisis) y acusado por la fiscalía de obstrucción a la justicia y corrupción, pocos en Brasil creen que logre sobrevivir mucho más.
Ante el agravamiento de la crisis política, y el destino incierto de los ajustes, la agencia de calificación Moody's decidió alterar este viernes de "estable" a "negativa" la perspectiva de su nota de la deuda de Brasil, actualmente en categoría especulativa.
Razones similares ya habían llevado el martes a Standard and Poor's a amenazar con bajarle su puntuación al gigante sudamericano.
Aunque ya tiene 16 pedidos de impeachment en su contra y una investigación en el Supremo Tribunal Federal (STF), muchos en el Parlamento apuestan a una salida institucional de Temer.
Sería a través del Tribunal Supremo Electoral (TSE), que a partir del 6 de junio examinará una denuncia para anular el resultado de las elecciones de 2014, en las que fue reelegida la fórmula Rousseff-Temer.
Pero en el entorno presidencial empieza a sonar con fuerza la posibilidad de que ese juicio sea más lento de lo esperado, si alguno de los jueces del TSE pide parar el proceso para revisar el expediente.
Eso daría un poco más de tiempo y alas a Temer.