A raíz de la entrevista a Jon Lee Anderson, publicada por T13 Semanal en su edición del viernes 6 de octubre, por los 50 años de la muerte de Ernesto 'Che' Guevara, la subdirectora de El País, Maite Rico, pidió derecho de réplica al ser aludida por el periodista en torno al debate sobre el hallazgo de los restos del guerrillero.
A continuación la carta enviada por Rico y Bertrand de la Grange:
"Está claro que Jon Lee Anderson no está dispuesto a que la realidad le estropee su ficción. Una ficción que en 1995 le convirtió en poco menos que el artífice del descubrimiento de los huesos del Che, exhumados y trasladados a Cuba dos años después, coincidiendo casualmente con los fastos por el 30 aniversario de su muerte.
Por eso se enfureció cuando nuestra investigación, publicada en 2007 en la revista mexicana Letras Libres y en el diario español EL PAÍS, echó por tierra su relato. En ella presentamos pruebas de que el cadáver hallado en Vallegrande y trasladado al Mausoleo de Santa Clara no pertenece a Ernesto Guevara. No son solo declaraciones de testigos directos, que siempre pueden ponerse en solfa. También hay evidencias científicas. Logramos acceso a las dos autopsias practicadas al Che, tras su ejecución en 1967 y tras su “hallazgo” en 1997, y ambas presentan “diferencias irreconciliables”, según los expertos forenses a los que consultamos. Ni siquiera la dentadura coincidía.
Además, la chamarra que llevaba el cadáver exhumado en 1997 no era la que llevaba el Che al ser asesinado, en contra de lo que dijeron los equipos cubanos. Según nuestras fuentes, la chamarra del Che, ensangrentada, se la quedó el médico boliviano que le hizo la autopsia y le cortó las manos. Este personaje trató luego de cobrar por ella cifras astronómicas a la Inteligencia cubana. Y miren por dónde, acaba de reconocer que en efecto tiene la chamarra en su poder.
Ahora además este señor dice que falseó la autopsia del Che por orden de los militares bolivianos, para que pareciera que murió en un enfrentamiento y no de un balazo en el corazón. Pues bien, esto complica aun más el panorama para los forenses cubanos, que han asegurado que esa autopsia oficial de 1967 coincidía plenamente con las características del cuerpo exhumado en 1997.
En fin. Estos son los hechos. Anderson nos acusa de hacer mal periodismo y de guiarnos por el ímpetu ideológico. Él sí que estaba cegado cuando se dejó utilizar por el régimen cubano. Y debería ahorrarse las lecciones de periodismo, especialmente después de ese artículo sonrojante sobre la crisis en Cataluña que acaba de publicar en el New Yorker. No por las omisiones deliberadas, fruto, ahí sí, del ímpetu ideológico, sino por los disparatados errores históricos que cuela, y que habría evitado con un elemental “fact checking”".