AFP

Sonrientes y distendidos, el presidente estadounidense, Barack Obama, y su par cubano, Raúl Castro, se dieron la mano y cruzaron unas palabras este viernes en la Cumbre de las Américas en Panamá, sellando el acercamiento entre sus países.

Acorralados por los flashes de las cámaras, se dieron un apretón de manos y cruzaron breves palabras, al iniciar el foro hemisférico en la noche de este viernes en Panamá.

Pero el esperado diálogo entre Obama y Castro ocurrirá el sábado al margen de la cumbre.

El gesto refrenda el primer cara a cara de los presidentes desde que anunciaron, sorpresivamente el pasado 17 de diciembre, su decisión de avanzar hacia la normalización de relaciones entre sus países, rotas en 1961.

"Felicito al presidente Obama y al presidente Castro por el camino emprendido para normalizar sus relaciones", celebró el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon.

La imagen de ver a un presidente cubano y uno estadounidense  vale más que mil palabras. Si bien los dos presidentes se saludaron brevemente durante el funeral de Nelson Mandela en 2013, el contexto entonces era muy distinto.

El sábado, Obama y Castro se reunirán al margen de la cumbre para hablar más sobre el acercamiento entre sus países.

Obama quiere aprovechar esta cumbre para abrir una nueva era con América Latina, al cerrar uno de los últimos capítulos de la Guerra Fría en la región. 

Hasta ahora Cuba había sido la principal piedra en el zapato en las relaciones de Estados Unidos con la región. Y fue durante años el epicentro del sentimiento antiimperialista en Latinoamérica.

"Aquellos días en que nuestra agenda en este hemisferio muchas veces se jactaba de que Estados Unidos podía interferir con total impunidad (...) esos días terminaron", destacó Obama antes de la cita.

Fueron pocas las veces que América Latina aplaudió de forma unánime una medida de Estados Unidos. Pero la iniciativa para la normalización de las relaciones entre Cuba y EEUU fue una de ellas.
 

Distensión con Venezuela 

Sin embargo, las tensiones entre Caracas y Washington, que aumentaron luego de que Obama declaró en marzo a Venezuela como una "amenaza" para Estados Unidos, podrían empañar la celebración.

"Venezuela está en Panamá de pie y con dignidad", dijo el mandatario venezolano, Nicolás Maduro, quien llegó a la Cumbre con la promesa de entregar a Obama 13,4 millones de firmas que asegura reunió contra ese decreto.

Maduro, quien visitó el populoso barrio El Chorrillo -bombardeado durante la invasión estadounidense a Panamá en 1989-, anunció que los presidentes de los gobiernos de izquierda ALBA -Cuba, Venezuela, Ecuador, Bolivia y Nicaragua- se reunirán al margen.

"Con la Cumbre de las Américas nuestra América va a hablar claro y alto, y estoy seguro que después de la Cumbre seremos más fuertes y estaremos mas unidos los pueblos de la America Latina y caribeña", manifestó Maduro.

Esta semana los dos países bajaron su retórica de confrontación: Obama reconoció que Venezuela realmente no es una amenaza, y Maduro dijo estar dispuesto "al diálogo".

La relación no cambiará de un día a otro 

Raúl Castro entra por la puerta grande a un foro del que la isla comunista estuvo excluida desde la primera Cumbre de las Américas de 1994. 

En una secuencia de acontecimientos que mejoraron notablemente el clima de la cita, Obama recibió el jueves la recomendación del Departamento de Estado de retirar a Cuba de la lista de países patrocinadores de terrorismo, que integra desde 1982, según el senador Ben Cardin.

Sin embargo, Obama aún no ha tomado una decisión sobre ese asunto, indicó más tarde el asesor de la Casa Blanca Ben Rhodes.

Aunque el retiro de esa lista allanaría el camino para la reanudación de nexos diplomáticos, queda mucho por andar. Respaldada por América Latina, Cuba reclama el territorio de Guantánamo que ocupa la base naval estadounidense y el fin del embargo impuesto en 1962. Estados Unidos pide -de su lado- avances en derechos humanos.

"Nunca dije que todo se pueda transformar de la noche a la mañana", volvió a insistir Obama.

Sobre todo, que ninguna parte quiere dar la señal de haber sido la primera en ceder frente a los opositores al acercamiento que ambos tienen en sus países.

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