Los primeros enfermos británicos de viruela del mono presentaban unos síntomas distintos a los que normalmente se detectan en los países africanos en donde, hasta la pasada primavera, esta enfermedad se consideraba endémica, según un estudio publicado el sábado.
En general, se consideraba como un síntoma casi sistemático de la enfermedad una subida de fiebre, pero, de los pacientes estudiados en el Reino Unido, eso solo le sucedió a algo más de la mitad, señala el estudio, publicado en el Lancet Infectious Diseases.
La investigación, realizada con unos cincuenta enfermos, es uno de los primeros en caracterizar las especificidades clínicas de la epidemia actual de la viruela del mono.
Hasta la pasada primavera, cuando la viruela del mono empezó a propagarse, esta enfermedad se consideraba endémica solo en unos diez países africanos.
Pero en los últimos meses se han registrado multitud de casos en Europa y en el continente americano: más de 3.000 según los últimos datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
El Reino Unido es uno de los primeros países en los que se notificaron casos este año. Las observaciones de este estudio se realizaron a finales de mayo, cuando solo se había detectado un centenar de enfermos en ese país.
Así, la muestra corresponde a más de la mitad de los pacientes conocidos allí en aquel momento. En su caso, la viruela del mono se manifestó de forma muy diferente a como lo hace en África en general. No solo porque había menos casos de fiebre, sino porque, cuando se daba un aumento de la temperatura, este duraba mucho menos. Además, las hospitalizaciones también eran mucho menos frecuentes.
En cuanto a las lesiones típicas de la enfermedad, estas se concentraban sobre todo en torno a los genitales. En los casos anteriores, solían ser mucho más extensas, afectando por ejemplo a la cara o la nuca.
Para los autores del estudio, esta particularidad lleva a pensar que los primeros casos británicos se contagiaron por contacto durante relaciones sexuales. Esta hipótesis -que no quiere decir que la enfermedad sea sexualmente transmisible- se basa en la idea, fundamentada, de que la afección se puede contagiar al tocar una lesión cutánea de otro paciente.
La mayoría de los casos europeos y estadounidenses se han registrado hasta ahora en hombres que tienen relaciones sexuales con otros hombres, pero ellos no son los únicos afectados.
Los autores del estudio consideran que sus observaciones apuntan a que se debería ampliar la definición de la enfermedad para detectar mejor los nuevos casos, por ejemplo, dejando de insistir tanto en la fiebre.
Con todo, que se estén dando síntomas diferentes no significa que la epidemia actual se deba a una nueva versión del virus, como subrayan otros investigadores.
"No hay ninguna modificación genética importante" en los virus secuenciados en los pacientes actuales, destacó el neumólogo Hugh Adler, en declaraciones a la AFP. Según él, quizá no se hayan detectado casos en África a causa de que no presentaban fiebre o que las lesiones cutáneas eran limitadas, lo que sesgaría las comparaciones.