Por Pedro Schwarze
Para Álvaro Vargas Llosa la clave de que se siga hablando de Ernesto Che Guevara y su imagen permanezca, a pesar de haber muerto hace 50 años, derrotado, en Bolivia, están en el hecho de que murió joven y luchando y “porque la iconografía lo ha sublimado con el tiempo”. Además sostiene que “el hecho de morir románticamente en un intento que era totalmente quijotesco (...) se ve con más simpatía de la que se ve a quienes se quedaron en el poder a lo largo de seis décadas en Cuba”.
Vargas Llosa conversó con T13 Semanal sobre los 50 años de la muerte del Che durante su paso por Santiago, a donde llegó para presentar el libro El estallido del populismo, en el que actúa como coordinador y autor de algunos de los textos allí contenidos. En ese sentido sostiene que no se puede hablar de Guevara como un populista de los años 60 debido a que su característica principal “era más bien la ideología pura y dura”.
-¿A su manera de ver, qué tan vigente está el legado del Che Guevara?
-El legado del Che Guevara es una gran ironía. Porque no es un legado ideológico, ni siquiera es político ni mucho menos intelectual. Es un legado iconográfico. Es una imagen que ha pasado a ser un producto capitalista, en una sociedad de consumo en la que todo se tiende a frivolizar, incluso figuras, en el caso del Che Guevara, claramente totalitarias, que con el paso del tiempo ya ni siquiera son vistas como figuras políticas o ideológicas de su momento sino simplemente como una iconografía, una imagen de consumo masivo. Si tu vas, por ejemplo, al Museo de Arte Moderno de Nueva York y te paras en la puerta durante dos o tres horas en ese lapso verás entrar por esa puerta a varios jóvenes con camisetas del Che Guevara. Alguna vez yo me tomé el trabajo de abordarlos, acercarme y hablar con ellos y preguntarles “¿quién era para ti el Che Guevara? ¿por qué tienes una camiseta del Che Guevara?”, y no saben nada del Che Guevara. En el mejor de los casos te responden algo como que “murió por sus ideas”, pero en general te hablan de él como hablarían de Bob Marley, no como una figura necesariamente política. Así que es una gran ironía que una de las personas que más hizo en nuestro continente para acabar con el capitalismo ha terminado siendo un producto de consumo netamente capitalista.
El legado del Che Guevara es una gran ironía. Porque no es un legado ideológico, ni siquiera es político ni mucho menos intelectual. Es un legado iconográfico
-¿Por qué cree que se convirtió en un icono, en un símbolo?
-Porque murió relativamente joven y no pasó a la historia como parte de la casta gobernante de la dictadura cubana. Es decir, si él hubiera seguido con vida y hubiera seguido siendo parte del aparato de poder cubano, hoy día obviamente su imagen no sería ni remotamente la que es. Sería muy parecida a la de la gerontocracia cubana. Pero no, murió joven y entonces para la posteridad ha terminado siendo más parecido, ya te digo, a Bob Marley o a James Dean, a ese tipo de figuras iconográficas que murieron jóvenes, y que por eso mismo tienen un legado más romántico. Creo que eso fue determinante y fue fundamental para su paso a la posteridad como una imagen la famosa foto del cadáver del Che Guevara. Y también el hecho de morir románticamente en un intento que era totalmente quijotesco, que era absolutamente imposible por convertir a Bolivia en ese momento en un país comunista, se ve con más simpatía de la que se ve a quienes se quedaron en el poder a lo largo de seis décadas en Cuba.
-¿Usted cree que el Che Guevara era un populista de los años 60?
-No. Yo diría que fue más allá. Hay una frontera. El comunismo tiene un elemento populista, pero hay una gran diferencia. El comunismo tiene un dogma y una institucionalidad. Es como la ideología petrificada, convertida en una especie de mole de piedra. El populismo no es exactamente eso, porque es mucho más abierto, mucho más flexible. Por eso es tan peligroso y tiende a sobrevivir con más facilidad. Yo diría que en el Che Guevara había algunos elementos populistas, pero que la característica principal era más bien la ideología pura y dura.
-¿La muerte del Che en Bolivia marcó un antes y un después en la historia de América Latina o solo es un hito?
-Quizá es darle una importancia desproporcionada, demasiada importancia y gravitación. Pero sí se puede decir que simbolizó la derrota del romanticismo guerrillero, porque al final de cuentas la idea de todos ellos era hacer de América Latina una reiteración de la Sierra Maestra. Es decir, lograr en todos los demás países o en la mayor parte de América Latina lo que habían logrado los barbudos en Cuba y al final no pudieron. No pudieron en Venezuela, por ejemplo, donde tuvieron una actividad guerrillera muy intensa e importante, no pudieron en Perú donde también hubo guerrillas castristas muy importantes, no pudieron en Bolivia donde la gran ironía es que los propios campesinos se levantan contra el Che Guevara cuando él intenta en las selvas de Bolivia convertir a ese país en una reedición de Cuba...
-Porque eran campesinos que ya se había beneficiado por la reforma agraria de la Revolución Boliviana.
-Cosa que demuestra la falta de sofisticación del Che y de la gente que apoyaba al Che para leer la situación interna de Bolivia. De modo que sí, de alguna manera simboliza un momento importante que es la comprobación de que no era repetible la hazaña de la Sierra Maestra en el resto del continente.
-¿Qué representa el Che hoy día? ¿Solo un icono o un símbolo quizá de rebeldía?
-Seguramente para muchos jóvenes sí, yo creo que equivocadamente. Lo que tendríamos que hacer del Che Guevara es su contribución a la creación de un Estado totalitario. ¿Cuál es la primera contribución del Che Guevara a la Cuba de Castro, qué es lo primero que hace el Che Guevara una vez que cae la dictadura de Batista? A él lo ponen a cargo de La Cabaña, que era una cárcel, una fortaleza en el puerto de La Habana que había servido antiguamente para defender a la isla de los piratas. Eso se convierte en una cárcel y el Che toma el control de ella, y ahí se producen centenares de fusilamientos bajo la responsabilidad de Che. El Che era el que tenía el control de la Corte de Apelaciones y no revirtió una sola de las decisiones de condena a muerte que llegaron a su despacho. En una investigación que hice hace tiempo logré hablar con el capellán que estaba a cargo de La Cabaña en ese momento (Javier Arzuaga) y su testimonio es desgarrador con respecto a la crueldad y la frialdad con la que el Che Guevara mandó morir a cientos de personas. Esa es la verdadera cara del Che. El Che representa esa tragedia. Pero desgraciadamente, a diferencia del castrismo puro y duro que yo creo que pasará a la historia como una gran aberración totalitaria, el Che sí ha logrado desmarcarse de ese legado, de esa imagen, en gran parte porque murió peleando y en gran parte porque murió joven, y además porque la iconografía lo ha sublimado con el tiempo. En cierta forma Castro le ganó la batalla al Che, el Che perdió poder dentro de Cuba, es una de las razones que siempre se ha dicho que lo llevaron a pelear en el Congo y en Bolivia porque ya no tenía mucho más que hacer en Cuba donde Castro lo había desplazado. Pero quizá para la posteridad el Che Guevara sí ha logrado una victoria póstuma sobre Castro, que es que a diferencia de Castro, que no deja un buen recuerdo, él (el Che) todavía seduce a mucha gente despistada, de generaciones jóvenes que no tienen una información cabal sobre qué cosa fue y qué cosa hizo realmente el Che.
-Ahora que tanto el Che como Fidel Castro están muertos, qué diferencias ve usted entre ambos?
-Creo que el Che era más auténtico, en el sentido de que Castro solo lo que quería era el poder. El Che obviamente quería el poder también, de hecho lo ejerció durante varios años dentro de Cuba, fue ministro de Industrias, fue presidente del Banco Nacional y fue uno de los responsables de la sovietización de Cuba porque hizo viajes a la Unión Soviética para negociar eso. Pero él tenía esta idea ilusa y romántica de seguir peleando por el mundo y seguir haciendo del mundo un campo de batalla permanente. En Castro había una cosa mucho más fría y cínica, es decir, una vez instalado ahí lo que él quería era construir un Estado totalitario a cuya cabeza estaba él. Entonces el Che quizá en eso sí puede decirse que tenía mayor autenticidad como guerrillero.