Hace un mes, el mundo quedó impactado con la imagen de un soldado norcoreano huyendo de su país e intentando cruzar la frontera hacia Corea del Sur en medio de los disparos de sus compañeros. Un hecho que puso en el tapete tanto la difícil vida de los ciudadanos norcoreanos como la realidad de quienes deciden desertar del lugar más hermético de la tierra.
La estadounidense Jieun Baek, autora del libro “La revolución oculta de Corea del Norte” (2016) es una de las personas que más ha penetrado en el oscuro mundo del régimen de Kim Jong Un. Y lo ha hecho entrevistando a cientos de desertores norcoreanos para su investigación.
La candidata a doctora de la Universidad de Oxford ha conocido de cerca las dramáticas historias de quienes han desafiado la “caja negra” del gobierno de Pyongyang, arriesgando sus vidas en busca de un destino mejor y, luego, enfrentado una experiencia difícil y muchas veces dolorosa de adaptación en el país de acogida.
-¿Cuál es la realidad de los norcoreanos que deciden abandonar su país?
-Hay alrededor de 30.000 desertores en Corea del Sur y un par de miles en el resto de mundo y la experiencia de cada uno de ellos es bastante diferente. Pero la mayoría de los que viven en Corea del Sur enfrenta una discriminación extrema. Ellos pasan una época muy dura para integrarse social, cultural, económica y financieramente.
Una manera de cuantificar esta dificultad de adaptación es revisando la tasa de suicidios en Corea del Sur. Los jóvenes surcoreanos registran la tasa más alta de suicidios entre los países de la OCDE, mientras los desertores norcoreanos tienen tres veces la tasa de suicidios de los surcoreanos.
Este es solo una estadística, pero demuestra la problemática de la adaptación. Aunque existen historias exitosas y finales felices para algunas personas que logran escapar de Corea del Norte, la norma es que la pasan muy mal intentando adaptarse en otros países.
-¿Y de dónde proviene esta discriminación?
-A los desertores les cuesta adaptarse a un nuevo sistema político, pero también les afecta el plano social. Mucha gente en Corea del Sur rechaza a los norcoreanos ejerciendo una discriminación extrema, porque su educación y habilidades son más bajas que la de ellos. Además, Corea del Sur es una sociedad muy competitiva por lo que los desertores tienen serias dificultades para encontrar trabajo y sustentarse. Así, sus obstáculos para iniciar una nueva vida son múltiples.
-¿Por qué deciden huir? ¿Cuál es el argumento que lleva al norcoreano al extremo de arriesgar sus vidas y escapar?
-Existen muchas razones que impulsan a los norcoreanos a desertar, pero la principal es el apuro económico. Ese es un problema común y extendido. Tienen dificultades para sobrevivir en Corea del Norte, por lo que intentan encontrar una mejor vida en un país diferente donde tengan acceso a más dinero y comida.
Otro motivo es el miedo a ser castigado por algún crimen que cometieron o porque el gobierno considera que han incurrido en un delito y están a punto de ser condenados y tratan de evitar la sanción huyendo. Si alguien fue atrapado haciendo algo ilegal en Corea del Norte y está a punto de ser enviado a un campo de trabajo, a la prisión o de ser ejecutado, entonces eligen la ruta de la deserción.
Existe una tercera razón, y es la reunión familiar. Mucha gente ya desertó, por lo que los norcoreanos dejarán Corea del Norte para unirse con sus familiares. Algunos, aunque no se estén muriendo de hambre ni se encuentren separados de sus familias, también buscan de forma proactiva una vida mejor. Si aprenden lo suficiente sobre el mundo exterior buscarán alcanzar una vida más libre y esa es una razón para desertar, entre otras más individuales.
Corea del Sur es una sociedad muy competitiva por lo que los desertores tienen serias dificultades para encontrar trabajo y sustentarse.
-Discriminados y enfrentando una vida compleja ¿cuántos se manifiestan arrepentidos?
-No son muchos los casos. La mayoría de los que escapan experimenta dificultades, especialmente los mayores. Los más jóvenes se adaptan más rápidamente, ya que pueden cambiar su acento, ajustarse a la moda, modificar su peinado y no estar condenados al ostracismo. Pero pocos se arrepienten. Solo una minoría muy pequeña lo hace. Hay casos de personas que han regresado a Corea del Norte, pero son muy aislados.
Lo que no queda claro es si lo han hecho voluntariamente o si Pyongyang los obligó. Porque sí existen norcoreanos que se han puesto delante de un televisor, se disculpan y dicen que Corea del Norte es el mejor lugar del mundo y regresan.
Casi siempre se presume que ese tipo de confesiones públicas se hacen bajo coacción, porque la realidad es que quienes regresan, enfrentan un gran castigo. Salir del país sin permiso se castiga con la muerte. Hay una gran cantidad de propaganda que rodea esta narración de los desertores que regresan a Corea del Norte, pero ocurre escasamente.
-¿Una vez que llegan a otros países, en qué se desempeñan?
-Muchos estudian. Si son más jóvenes van a la escuela; los mayores, alrededor de los 50 años, llegan a la universidad en Corea del Sur. También hacen un trabajo pesado, de mano de obra poco calificada, en la construcción, en servicios de limpieza y haciendo arreglos florales.
Cuando tienen educación universitaria, varios trabajan en think tanks, en el gobierno de Corea del Sur o se convierten en profesores y deportistas. Los estudios y los negocios es la opción más realista para ellos. Algunos establecen pequeñas empresas.
-En un reciente reportaje de la BBC usted denunció el maltrato de la mujer en Corea del Norte, más allá de los mitos, ¿cuál es la vida de los norcoreanos?
-Dependerá de si eres hombre o mujer; joven o viejo; rico o pobre; educado o no; si vives en la ciudad o en áreas rurales; y si políticamente estás en una clase superior o inferior. En general, la mayoría no élite de la población civil norcoreana, y que son jóvenes, tienen que servir en el ejército durante aproximadamente 11 años y las mujeres hasta que cumplen 23. Una vez que salen del ejército se casan.
La mujer casada no está obligada a ir a trabajar. Si son madres, casi siempre se quedan en casa. Si son dueñas de casa o esposas tienden a trabajar en los mercados callejeros y se convierten en vendedoras. Los hombres, por lo general, se desempeñan en la construcción y, tal vez, en un trabajo gubernamental de bajo nivel.
En cuanto a los niños, ellos van a la escuela hasta que tienen alrededor de 17 años. Igual hay mucha diversidad con respecto a dónde están las personas y quiénes son, pero lo que tienen en común es la desnutrición extrema y la inseguridad alimentaria.
-También la violencia doméstica, como usted señaló a la BBC.
-La violencia doméstica es extremadamente común. Sucede en la mayoría de los hogares de Corea del Norte. Entre los desertores, casi el 90% de ellos dirán que han experimentado violencia doméstica en Corea del Norte.
Además, hay muy pocos lugares en el país donde se pueda denunciar a un esposo maltratador o que está abusando o agrediendo a su señora. Realmente no hay nada que una mujer pueda hacer. Esto es considerado un problema familiar, no como un ataque contra el cuerpo de la mujer o sus derechos; es visto como un problema doméstico.
El drama de la mujer soldado
-Se estima que el 40% de las mujeres entre 18 y 25 años de edad son militares, quienes, a su juicio, viven “una pesadilla”. ¿Por qué lo estima así?
-En primer lugar, tanto los hombres como las mujeres sufren de falta de alimentación, de atención médica y de alojamiento para los militares. De hecho, se sigue reduciendo la altura mínima de exigencia para los soldados, porque todos son muy pequeños. La mayoría de la población no tiene suficiente comida. Cuando ingresan al Ejército tienen muy poca comida, ropa, atención médica y refugio.
Entonces, la mayoría de las mujeres sufre acoso sexual y violaciones. No solo acoso, sino abusos sexuales y violaciones. Asimismo, no hay forma de que lo denuncien a otras personas, porque se considera que son ellas las culpables y, si se lo cuentan a alguien, eso es causa de problemas o son consideradas como personas complicadas.
La mayoría de las mujeres sufre acoso sexual y violaciones (...). Asimismo, no hay forma de que lo denuncien a otras personas, porque se considera que son ellas las culpables.
No existe protección de sus cuerpos y, por eso, existe un gran problema de abusos sexuales en el Ejército. Especialmente con la higiene femenina: No hay disposiciones para la limpieza. Eso crea todo tipo de problemas de salud. Realmente el Ejército norcoreano es un lugar horrible para estar.
-En una columna en el Huffington Post, usted animó a avanzar en una especie de "guerra ideológica", que es, a su juicio, a lo que el régimen de Pyongyang teme más. ¿Qué le hace pensar que las ideas, la innovación, el conocimiento y la cultura serían herramientas más efectivas que un enfrentamiento bélico?
-Creo necesario enviar más información a Corea del Norte, porque, primero, toda la gente debería saber cómo tener acceso a la libre información... una información alternativa que no provenga del gobierno.
En segundo lugar, es significativamente más barato que cualquier estrategia militar que EE.UU. y otros países puedan ejecutar en contra de Pyongyang y, tercero, una campaña ideológica no es algo absolutamente nuevo. Esto ocurre en tiempos complejos. Fue común entre la ex Unión Soviética y EE.UU.. Ambos enfrentaron campañas ideológicas y muchos países soviéticos vieron videos y proyectos informativos provenientes desde Occidente, y eso es algo que hay que considerar como modelo. Puede ser un modelo para Corea del Norte.
La información va penetrando en ese país de forma continua desde hace ya dos décadas y mi argumento es que se debería hacer aún más para que los norcoreanos puedan ser finalmente artífices de su propio futuro. Creo que eventualmente la información podría hacer una gran diferencia. Cumple un papel necesario, pero no es condición suficiente para el cambio.