Según el proyecto de ley, aprobado en primera lectura esta semana en el Parlamento, sólo cuando el agresor vuelva a golpear al mismo familiar en el plazo de un año podrá ser procesado por la vía penal y castigado con la cárcel, y eso si el agredido logra demostrar los hechos, porque la justicia no actuará de oficio en estos casos.
La clave de la nueva ley, la que abre la puerta a una violencia doméstica impune, es de hecho el carácter privado de la imputación penal en el caso de una segunda paliza. Las autoras de la iniciativa -dos diputadas y dos senadoras de Rusia Unida, el partido del presidente ruso, Vladímir Putin- argumentan que tan sólo quieren despenalizar las palizas que no ocasionen daño a la salud de las víctimas.
Para ellas, un hematoma o una herida superficial no suponen daño alguno para la salud, pues son lesiones que se curan en poco tiempo, según se desprende de un discurso que como poco no tiene en cuenta las consecuencias psicológicas que pueden sufrir las víctimas.
"La descarada injerencia en la familia"
Ni un año ha durado la reforma en el Código penal que introdujo la actuación de oficio del Estado en este tipo de violencia doméstica. Enseguida fue demonizada por los defensores de los valores tradicionales, que vieron en ella una amenaza a "la familia de toda la vida", tan de moda en la Rusia actual.
No tardaron en salir a las calles -en grupos, eso sí, muy reducidos- para poner el grito en el cielo contra lo que llamaron la "ley del cachete" y contra la implantación en Rusia de la "justicia juvenil", que desataría las manos a las autoridades para quitar custodias paternales por un simple manotazo en el trasero.
"La descarada injerencia en la familia" por la justicia "es intolerable", dijo Putin hace tres semanas en su rueda de prensa anual, al responder a una activista que le preguntó sobre la conveniencia de acabar con una ley que permite "encarcelar a un padre por unos cachetes en el trasero que el niño se ha merecido".
Estadísticas opacas
Pero el artículo 116 del Código penal que quiere despenalizar Rusia Unida no va de cachetes en el trasero, ni siquiera de bofetadas, sino de "palizas" que pueden dejar lesiones como hematomas, rasguños o heridas superficiales.
Una mujer muere cada 40 minutos en Rusia víctima de la violencia de género, una lacra oculta y silenciada en un país dominado por valores ultraconservadores que toleran el machismo como parte de su tradición.
Entre 12.000 y 14.000 mujeres mueren todos los años a manos de sus parejas, según datos difundidos por el Ministerio de Interior ruso en 2008, que desde entonces, pese a múltiples requerimientos de organismos internacionales, oculta bajo siete llaves la evolución de este dato.