El Rey emérito, Juan Carlos I, comunicó a su hijo, Felipe VI, su decisión de trasladarse fuera de España y dejar de vivir en el Palacio de la Zarzuela –donde reside desde hace 58 años– debido a la “repercusión pública” de las noticias acerca de sus cuentas en el extranjero.
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Además, según una carta difundida por la Casa del Rey y que este lunes publicó el diario El País de España, la decisión de Juan Carlos I también busca “contribuir” a que su hijo pueda desarrollar su función como jefe del Estado “desde la tranquilidad y el sosiego”.
Esta es la carta completa:
“Majestad, querido Felipe, con el mismo afán de servicio a España que inspiró mi reinado y ante la repercusión pública que están generando ciertos acontecimientos pasados de mi vida privada, deseo manifestarte mi más absoluta disponibilidad para contribuir a facilitar el ejercicio de tus funciones desde la tranquilidad y el sosiego que requiere tu alta responsabilidad. Mi legado, y mi propia dignidad como persona, así me lo exigen.
Hace un año te expresé mi voluntad y deseo de dejar de desarrollar actividades institucionales. Ahora, guiado por el convencimiento de prestar el mejor servicio a los españoles, a sus instituciones y a ti como Rey, te comunico mi meditada decisión de trasladarme en estos momentos fuera de Esoaña.
Una decisión que tomo, con profundo sentimiento pero con gran serenidad. He sido Rey de España durante 40 años y durante todos ellos siempre he querido lo mejor para España y para la Corona.
Con mi lealtad de siempre.
Con el cariño y afecto de siempre, tu padre”.
La decisión del rey emérito, objeto de una investigación del Tribunal Supremo por corrupción, se produce tras las indagatorias abiertas por fiscales suizos y españoles sobre los supuestos fondos en paraísos fiscales.
El abogado del rey emérito también ha hecho público un comunicado, en el que asegura que a pesar de la salida de Juan Carlos I de España, su cliente igualmente está a disposición del Ministerio Fiscal para cualquier trámite.
El periódico español también destaca que la medida se anuncia cuatro meses después de que Felipe VI tomara su decisión más dolorosa el pasado 15 de marzo: privar a su padre de la asignación de casi 200 mil euros anuales que recibía de los fondos públicos, mientras renunciaba a cualquier herencia que pudiera corresponderle de sus cuentas en el extranjero.
Independiente de las dudas que despertó su decisión –no puede renunciarse a una herencia hasta que muera quien deja el legado– la lectura era una sola: el Rey rompía lazos con su padre.