Las elecciones de este domingo en Francia eran seguidas con especial atención por el resto del Viejo Continente, porque se les consideraba el reflejo del futuro de la Unión Europea, debido a que entre los favoritos hay dos fuerzas euroescépticas, como la ultraderechista Marine Le Pen y el extremista de izquierda Jean-Luc Mélenchon, y dos candidatos proeuropeos, los casos del centrista Emmanuel Macron y el derechista François Fillon.
El ataque del jueves en los Campos Elíseos, en el que murieron un policía y el autor de los disparos, episodio que se atribuyó el Estado Islámico, abrió una nueva arista a considerar: el terrorismo.
Por ahora los especialistas creen que es muy temprano para hacer predicciones, aunque no descartan que tenga una fuerte influencia. "Este atentado puede afectar en las elecciones porque volvería a poner en primer plano dentro de las preocupaciones de los franceses el tema del terrorismo, que hasta ahora no era la prioridad, no se habló mucho durante la campaña, dominada por dos temáticas: lo económico y la corrupción de las élites", manifestó el analista Florent Sardou.
¿Y quiénes podrían resultar más beneficiados? Aún no existe una respuesta definitiva. “Los votantes de Le Pen ya están muy movilizados, pero ahora lo estarán más (...) Había mucha gente que no iba a votarle a Fillon por los escándalos de corrupción, pero que tras lo que ha pasado cambiarán de opinión”, aseguró el experto en seguridad del Cidob Francis Ghilès.
Sin embargo, el diario español La Vanguardia también expone la posibilidad que "si los atentados hacen que más franceses acudan a las urnas, la izquierda o el centrista Macron podrían salir beneficiados".
Los últimos sondeos arrojan una estrecha lucha entre cuatro candidatos (de un total de 11), todos con posibilidades de avanzar a la segunda vuelta, aunque con Le Pen y Macron como principales favoritos, con un 22 por ciento según las cifras expuestas la semana pasada por la consultora Ipsos, mientras que Mélenchon asoma con 20 y Fillon, con 19.
Apenas los separa el margen de error, lo que confirma el apelativo de que estos son los comicios más cerrados e impredecibles de todos los tiempos en la historia gala.
Marine Le Pen, la ultraderecha
Hija del fundador del ultraderechista Frente Nacional, Jean-Marie Le Pen, ha sido clave en el lavado de imagen del partido, haciéndolo algo más amigable, incluso menos extremo en algunos aspectos, aunque sin restarle su esencia y base ideológica nacionalista, antiinmigrante y antimusulmana.
Su discurso se ha acercado a los sectores más ignorados por la clase política tradicional, a las personas que temen seguir perdiendo sus trabajos a causa de la globalización, presentándose comprensiva hacia ellos. De ahí que su lema sea “En nombre del pueblo”.
Su esquema es muy similar al ocupado por Donald Trump en su camino hacia la Casa Blanca, apuntando a la clase media baja y obrera no necesariamente presentes en las grandes ciudades.
Una de sus posturas más llamativas es contra la Unión Europea, ante la cual manifiesta el compromiso de realizar un referéndum. “La gente ya no la quiere”, ha dicho.
Le Pen estudió Derecho en la Universidad Assas-Pantheon, y sirvió como defensora pública, donde incluso trabajó para los inmigrantes ilegales.
Desde 1998 ocupa cargos políticos y desde 2004 es miembro del Parlamento Europeo. En la última elección europea, en 2014, convirtió a su colectivo en el más votado de Francia, con un 26 por ciento.
El apoyo que recibe no se ha visto mermado por las acusaciones en su contra por parte del Parlamento Europeo, que la tiene en la mira por el desvío de 340 mil euros para contratar a una asistente de su partido y a un guardaespaldas, para empleos que no realizaron.
Pese a lo estrecho de la disputa electoral, se considera casi un hecho que Le Pen avance a la segunda vuelta del 7 de mayo, aunque es altamente probable que ahí logre imponerse. Las encuestas aseguran que pierde frente a cualquiera en el balotaje.
Emmanuel Macron, el candidato sin partido
Fue ministro de Economía de François Hollande, pero se presenta a estas elecciones como un candidato de centro sin partido. Partió sin mucho ruido, pero la caída de François Fillon y el escaso apoyo que genera el oficialista Benoit Hamon, le permitió comenzar a ganar espacio hasta convertirse en el principal rival de la favorita en primera vuelta, Marine Le Pen.
De 39 años, antes de iniciarse en la política junto a Hollande, Macron fue banquero de inversión en Rothschild & Cie.
Con su movimiento ¡En Marcha! busca ubicarse por encima de los límites de derecha e izquierda, con la retórica de sacar lo mejor de ambos mundos para formar algo nuevo.
Es considerado un liberal en lo social y lo económico, además de un ferviente defensor de la continuidad de Francia dentro de la Unión Europea.
De todas formas, se apunta a que uno de sus puntos débiles es la política exterior.
Al igual que el Frente Nacional, apunta a los grupos descontentos con el actual mundo político; aunque se le considera un hombre del sistema, es parte de la élite francesa y concita los respaldos de los principales empresarios y medios de comunicación.
Su edad y apariencia ha provocado que algunos analistas lo califiquen como el “Kennedy francés”, en referencia al símbolo estadounidense que llegó al poder aportándole una bocanada de frescura al escenario político de su país a comienzos de los 60.
Su vida personal también le aporta una historia distintiva. Su esposa es Brigitte Trogneux, de 64 años, a quien conoció cuando ella era su profesora en un colegio jesuita La Providence, de Amiens, casada y con tres hijos, y él era un menor de edad. La relación se materializó con el tiempo y se casaron en 2007.
Su irrupción ha despertado interés en Chile, en especial en el "guillierismo".
François Fillon, el favorito que cayó en desgracia
La campaña arrancó con él como principal favorito a acceder al Elíseo. En diciembre, tenía un apoyo abrumador del 55 por ciento.
No duró mucho ahí. En enero comenzó su caída.
A finales de ese mes saltó la información de que el candidato conservador había pagado cerca de 900 mil euros a su esposa e hijos por trabajos públicos que no desempeñaron.
Por el caso, actualmente está imputado por malversación de fondos, lo que significó un brutal descenso de sus números, que llegaron a ubicarse alrededor del 15 por ciento.
Su carrera al Elíseo estuvo en la cuerda floja, pero se negó a abandonarla, aun cuando varios de sus colaboradores arrancaron debido al precario respaldo que despertaba en el público y las principales cabezas conservadoras.
Pese a su situación judicial, en las últimas semanas ha logrado subir en los sondeos y ahora se encuentra cercano al 20%, casi lo mismo que el ultraizquierdista Jean-Luc Mélenchon.
En el gobierno de Nicolas Sarkozy fue primer ministro, mientras que con Jacques Chirac fue el encargado de educación y trabajo. También ha sido concejal, diputado y senador.
Entre las principales líneas de su propuesta aparecen aumentar las horas de trabajo, retrasar la edad de jubilación, bajar los impuestos de las empresas y reducir el gasto estatal de la segunda economía europea hasta en 100 mil millones de euros, además de un recorte de 500 mil empleados públicos.
Su discurso también ha hecho hincapié en la seguridad, anunciando la contratación de 10 mil policías y aumentar en 16 mil camas el espacio en las cárceles.
Al igual que Le Penn, se ha mostrado contrario al islamismo y también prorruso, incluido su apoyo al líder sirio Bashar al Assad.
De sus políticas han surgido las comparaciones con la ex primera ministra británica Margaret Thatcher, a quien reconoce admirar.
Jean-Luc Mélenchon, la izquierda dura
En el símil que se hace de las elecciones francesas con las de Estados Unidos de 2016, Marine Le Pen es Donald Trump, Emmanuel Macron es Hillary Clinton y Jean-Luc Mélenchon es Bernie Sanders, el díscolo ubicado a la izquierda de los demócratas.
Es el candidato que más ha crecido en el último tiempo y aunque sus políticas en general son completamente opuestas a las de la líder ultraderechista, coinciden en su postura frente a la Unión Europea: ambos quieren que Francia se salga y planean un referéndum al respecto.
Y si no logra salirse, al menos, pretende renegociar el acuerdo.
También quiere abandonar la OTAN.
De todas maneras, y tal cual pasa con Le Pen, se considera improbable que consiga el respaldo parlamentario para materializar estas propuestas.
A diferencia de Fillon, propone una inyección a la economía de 100 millones de euros, rebajar las horas de trabajo de 35 a 32, reducir la edad de jubilación a 60 años y subirle los impuestos a los sueldos más altos.
El candidato de Francia Insumisa ha declarado ser un ferviente admirador de la revolución bolivariana, del fallecido presidente venezolano Hugo Chávez, del ecuatoriano Rafael Correa, del boliviano Evo Morales y hasta de la argentina Cristina Fernández.
Su capacidad de oratoria es seductora, lo que incluso le ha valido gestos de apoyo de personajes como la actriz Pamela Anderson, su colega Mark Ruffalo y el filósofo Noam Chomsky.
Ya fue candidato en el plebiscito pasado, donde obtuvo el cuarto puesto con el 11% de las preferencias. Además, fue senador entre 1986 y 2010.
Esta vez apunta a seguir creciendo.