Un líder proiraní en Irak -el número dos de las Fuerzas de Movilización Popular o Hashd al Shaabi- y el enviado de Teherán para los asuntos iraquíes, el poderoso general Qasem Soleimani, murieron este viernes en un bombardeo estadounidense en Bagdad tres días después de un ataque a la embajada de Estados Unidos. 

Poco después de la muerte del general Soleimani, a cargo de los asuntos iraquíes en el ejército ideológico de la república islámica, y de Abu Mehdi al Muhandis, número dos de Hashd al Shaabi, una coalición de paramilitares mayoritariamente proiraníes y ahora integrados en el Estado iraquí, el Pentágono anunció que el presidente estadounidense Donald Trump dio la orden de "matar" a Soleimani.

El general Soleimani era el jefe de la fuerza Al Qods de los Guardianes de la Revolución, encargada de las operaciones exteriores, y Abu Mehdi al Muhandis estaba al mando de las operaciones de Hashd, cuyo jefe oficial es el asesor de seguridad nacional del primer ministro. Ambos se encontraban bajo sanciones estadounidenses.

De acuerdo al comunicado del Pentágono sobre la confirmación del ataque en Bagdad, para Estados Unidos, el general Soleimani, "estaba activamente desarrollando planes para atacar diplomáticos americanos y miembros del serivicio iraquí".

Las Fuerzas de Movilización Popular lucharon a partir de 2014 con las tropas iraquíes y la coalición internacional antiyihadista liderada por Estados Unidos, pero Washington considera actualmente que sus facciones más proiraníes (algunas de ellas surgidas durante la lucha contra la ocupación estadounidense de 2003 a 2011) constituyen una amenaza más importante que la del grupo Estado Islámico (EI). 

El martes, miles de sus combatientes y partidarios suyos participaron en una demostración de fuerza sin precedentes en Irak. Llegaron a la ultraprotegida Zona Verde de Bagdad, donde se encuentra la embajada estadounidense, y la atacaron además de pintar grafitis en los muros en los que se leía "No a Estados Unidos" o "Soleimani es mi jefe".

Publicidad