"Nadie construye muros mejor yo", se jactó Donald Trump en campaña. "Y lo construiré muy barato", prometió el ex gurú inmobiliario. Como presidente, Trump quiere pasar de las palabras a la acción.

A partir de este 6 de marzo se abre la licitación: las empresas interesadas pueden postularse con sus prototipos en el sitio del Departamento de Seguridad Nacional de Estados Unidos o Department of Homeland Security (DHS). El encargo se otorgará en abril. La obra debe quedar lista en dos años. Trump ha hablado lo mismo de 10 que de 30 metros de altura. Sólo una cosa se supone que está clara: "Será un muro, no una valla".

Y no faltan candidatos a la licitación. Según la cadena estadounidense CNN, unas trescientas empresas han mostrado ya interés. Eso sí, la mayoría de las grandes compañías internacionales intenta desmarcarse del proyecto, con  tomas de posición más o menos claras. Temen que una asociación con la política aislacionista de Trump dañe su imagen.

Ese es el caso de Bernd Scheifele, quien está a la cabeza de la alemana Heidelberg Cement. Según reportes de diversos medios, Scheifele habría afirmado, un día después de la elección de Trump, que su empresa −"con fábricas de cemento en Texas y Arizona"− estaría muy bien preparada para la posible construcción del muro.

Sin embargo, consultada por DW, la central de Heidelberg aseguró que se trata de declaraciones sacadas de contexto. En una firma descentralizada como esa, matizó un vocero empresarial, ese "exámen y esa decisión recaen sobre la dirección estadounidense". Una declaración que no parece un desmentido.

¿Cemento de México?

Similar es la reacción del mayor fabricante de materiales de construcción del mundo, Lafarge-Holcim. El diario Handelsblatt citó al presidente y director ejecutivo del grupo empresarial suizo, quien respondió a una consulta del rotativo asegurando que su organización estaría interesada en participar en todos los proyectos decisivos de infraestructura en Estados Unidos.

Pero en la central de Lafarge-Holcim evitan una declaración concreta: "No es posible una entrevista en este momento", fue la respuesta a la solicitud de DW. Como mayor productora de cemento en Estados Unidos, la empresa está rutinariamente al tanto de posibles proyectos: "El Gobierno de Estados Unidos, incluido el Homeland Security, se halla entre los clientes de Lafarge-Holcim", se lee en la respuesta vía correo electrónico.

Hasta ahora, sólola empresa alemana de construcción Hochtief se ha distanciado claramente de una posible postulación para construir el “Muro de Trump”. Paradójicamente, no es otra quela mexicana Cemexla que admite tener interés en el proyecto: "Si alguien nos pide un presupuesto, lo haremos con gusto", aseguró Rogelio Zambrano, presidente del Consejo de Administración de esta productora de cemento, al diario mexicano Reforma.

Costos poco realistas

Torres de vigilancia, focos, detectores de movimiento, alambre de púas, cámaras infrarrojas, drones. La lista del equipamiento para una infraestructura como esta es larga. Pero serán sobre todo los costos que los postulantes presenten para la licitación los que decidan. Según las cifras citadas por Trump, estos podrían rondar los 10.000 millones de dólares.

No obstante, en un estudio del pasado julio, analistas del instituto financiero Bernstein prevén costos de construcción de entre 15.000 y 25.000 millones. Hicieron los cálculos para un muro de unos doce metros de altura. Debido a las altas temperaturas en los terriotiros desérticos, los analistas recomiendan módulos de cemento como los que el Estado israelí emplea en los territorios ocupados palestinos. Los costos de operación y mantenimiento no están incluidos en el cálculo de Bernstein.

¿Quizás sí será mejor una valla?

Por otra parte, el actual Gobierno no parte de cero en la planificación de este proyecto. Ya en 1994, Bill Clinton hizo levantar las primeras vallas en la costa oeste de Estados Unidos. Tras los atentados del 11 de septiembre de 2001, George W. Bush forzó su expansión. Desde entonces, existe una línea fronteriza de casi 1.100 kilómetros de muro de hormigón, barras de acero y otros obstáculos. Ese muro que ya existe se ha tragado hasta ahora unos 7.000 millones de dólares, calcula el instituto Bernstein.

Pero el muro de Trump, estima Bernstein, sobrepasará esos costos, entre otras cosas porque los nuevos tramos deben extenderse por territorios de difícil acceso. Además, Trump quiere reforzar el personal: a los 21.000 efectivos de seguridad que actualmente patrullan la frontera, deberán sumarse otros 5.000.

Si dependiera del presidente estadounidense, pondría a pagar su muro a los mexicanos. Pero el Gobierno de Peña Nieto ya ha rechazado semejantes exigencias. Trump sopesa, entretanto, financiar el proyecto con impuestos adicionales –sobre las exportaciones o las remesas− con los que los mexicanos tengan que pagar, de todas formas por su idea.

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